Una de las grandes aspiraciones industriales de China va camino de materializarse. Durante décadas, el gigante asiático se posicionó como la fábrica del mundo. Los bajos costes de producción provocaron que las multinacionales industriales levantaran plantas en el país. Gracias a ese movimiento, y a posteriores acuerdos, China pudo dotarse de sus propias capacidades productivas a lo que se sumó una nueva generación de trabajadores altamente cualificados procedentes de las pujantes universidades del país.
Este mix ha permitido que, en tan sólo una generación, hoy el gigante asiático cuente con su propia generación de marcas de automoción. Una nueva estirpe que, lejos de conformarse con ensamblar piezas para otros, busca liderar la nueva era de la automoción eléctrica. Y tiene posibilidades para conseguirlo.
Los fabricantes de automóviles chinos están empezando a afianzarse en el mercado europeo. Los últimos datos señalan que ya que representan el 5% de todos los vehículos eléctricos de batería vendidos en lo que va de año en el Viejo Continente. Un hito que no deja de ser el primer paso.
Si continúan las tendencias actuales, recogidas en un estudio de Transport & Environment y Ecodes, las marcas chinas podrían suministrar a Europa entre el 9% y el 18% de sus vehículos electrificados en 2025.
Una porción muy significativa de uno de los pasteles más deseados del momento que puede escapar de manos europeas si no se toman medidas.
Diferentes comportamientos
La cuota de ventas de coches eléctricos en Europa cayó al 11% en el primer semestre de 2022, frente a la del 13% conseguida durante el segundo semestre del año pasado. Sin embargo, en China la demanda se ha disparado en este mismo periodo de tiempo hasta alcanzar casi el 18% del mercado de automóviles nuevos en el primer semestre de 2022.
Por su parte, en Estados Unidos casi ha duplicado los registros de 2021. Estas crecientes ventas de vehículos eléctricos en ambos territorios sugieren que la falta de incentivos normativos, y no la escasez de la cadena de suministro, es la principal causa de la lentitud de los esfuerzos de electrificación en Europa, afirman desde Transport & Environment.
Después de un descenso sin precedentes de las emisiones medias de CO2 de los coches nuevos en Europa tras la introducción de las ambiciosas normas durante los años 2020 y 2021, las emisiones de los coches comunitarios sólo han disminuido un 2% en el primer semestre de este año. Un ritmo preocupantemente bajo.
Sólo con cumplir los compromisos voluntarios adoptados por los fabricantes de automóviles europeos permitirían que los vehículos electrificados representaran más de tres cuartas partes del mercado automovilístico en 2030. Si por el contrario, estas compañías se limitan a hacer lo mínimo para cumplir los objetivos fijados por la Unión Europea, las ventas se estancarán en el 55%.
El mercado de masas, nicho clave
En este sentido, la ralentización de la oferta y los largos tiempos de espera no son el único reto al que se enfrenta el mercado automovilístico europeo. Los fabricantes se están centrando cada vez más en los modelos de gama alta, donde se encuentran los márgenes más importantes.
La consecuencia de esta decisión es que el mercado de masas carece de una oferta atractiva en estos momentos. Un nicho al que apuntan con fuerza los fabricantes no comunitarios. El efecto en este sentido sería doble ya que, los volúmenes de estos segmentos aseguran importantes cargas de trabajo.
Para hacer frente a esta situación desde Transport & Environment recomiendan poner en marcha programas de leasing de bajo coste para vehículos eléctricos asequibles. Una iniciativa que ya se ha propuesto en marcha en Francia y que busca facilitar la electrificación de sus automóviles a las rentas más bajas.
Así las cosas, la industria de la automoción se enfrenta a un complejo horizonte. Cuando aún no ha conseguido superar la crisis provocada por la falta de componentes, el nivel de competencia en los modelos del futuro no para de crecer. De las decisiones que se tomen hoy dependerá gran parte del futuro de una de las industrias que más empleo y prosperidad ha dejado en Europa durante las últimas décadas.