Adiós al Boeing 747, el gigante jorobado que cambió los vuelos intercontinentales
La última unidad de esta icónica aeronave sale de la línea de montaje.
Durante años el mundo se dividió entre las personas que habían volado en el interior de la joroba de un Boeing 747 y las que no. En las décadas previas a la aparición de las aerolíneas low cost, las plazas alojadas en el segundo piso de la icónica aeronave estadounidense fueron todo un objeto de deseo para los pasajeros con más millas en sus tarjetas de fidelización.
Ya fuese despierto o dormido, surcar océanos en una de esos asientos se convirtió en uno de los símbolos de distinción más anhelados. Un pedigrí del que sólo un puñado de elegidos podía presumir. No en vano, los billetes de esta exclusiva estancia no estaban al alcance de todos los bolsillos.
Desde esta semana, estas aeronaves se han convertido en una especie en vías de extinción. No se reproducirá más. Boeing anunció el pasado 7 de diciembre la salida de la línea de ensamblaje del avión que ha sido su buque insignia las últimas cinco décadas. Concretamente, durante 54 años.
Un periodo de tiempo en el que la aviación comercial ha evolucionado hasta dejar a este gigante sin el protagonismo que mantuvo durante gran parte de su existencia. El 747 de Boeing cimentó su éxito como el modelo referencia para las aerolíneas de bandera que operaban rutas intercontinentales.
Su gran capacidad, en algunas configuraciones podía superar las 500 plazas, y su facilidad para recorrer 15.000 kilómetros lo convertía en la aeronave perfecta para conectar los grandes hubs internacionales. Pero nada es eterno y menos en el sector de las líneas aéreas.
Cambio de paradigma
La evolución de la tecnología y de las tendencias turísticas provocó que el modelo por el que las aerolíneas transportaban pasajeros entre los principales hubs internacionales para luego, desde ellos, transportarlos a sus destinos finales en vuelos locales operados por aviones regionales quedó obsoleto.
Las cada vez más ajustadas cuentas de resultados de las aerolíneas y los adelantos técnicos que permitieron manufacturar aviones con autonomías intercontinentales con sólo dos motores frente a los cuatro del 747 provocaron un profundo cambio de paradigma.
Aviones con la mitad de capacidad, pero con un volumen mucho menor de consumo de combustible, permitieron a las aerolíneas crear rutas directas entre destinos secundarios con importantes márgenes económicos. El reinado del 747 tenía los días contados.
Los focos que durante tanto tiempo alumbraron a este avión encontraron en el 787 de Boeing o el A350 de Airbus a las nuevas estrellas del rock aeronáutico a las que alumbrar. Corría 2004 cuando arrancaron los primeros pedidos de la nueva generación de aviones y el crecimiento mundial aún no mostraba muestras de fatiga. Pese al anuncio de los nuevos modelos, las ventas del 747 aún fueron robustas durante más de una década.
Un éxito comercial
A lo largo de los 54 años durante los que se ha fabricado este avión las aerolíneas encargaron 1.571 unidades, lo que convierte a este modelo en uno de los más exitosos de la historia de la aviación comercial. Concretamente, el que más millones ha llevado a la cuenta de resultados de Boeing en toda su historia.
De hecho, desde 2004 el 747 recibió un total de 233 pedidos de las últimas versiones de esta familia. Hasta en los años en los que el mercado parecía mirar en otra dirección y la economía mundial sufrió la mayor crisis desde la II Guerra Mundial, las aerolíneas siguieron incorporando a esta aeronave en sus flotas.
El éxito del 747 trascendió a las cuentas de resultados de Boeing o las de aerolíneas que apostaron por este avión. Este modelo se convirtió en un icono de la cultura popular que quedó inmortalizado en innumerables películas y series.
Si Aterriza como puedas fue, probablemente, la película más popular para el gran público en la que gran parte de la trama ocurría dentro de un 747, seguramente fue la escena final de Un pez llamado Wanda la que ha quedado grabada de forma más profunda en las retinas de los cinéfilos.
De la comedia al 'reggaeton'
Pero no todo fueron comedias. Si hay un género en el que el 747 ha lucido ese ha sido el de las películas que tuvieron como protagonista al presidente de los Estados Unidos. Con Harrison Ford a la cabeza, el conocido como Air Force One ha sido, sin duda, el modelo con más horas de metraje. No en vano, Boeing aún tiene pendiente entregar las unidades que servirán para remplazar el actual avión.
Una larga y exitosa trayectoria artística cuya última aparición contó con la inestimable colaboración de Rosalía. Acompañada por J Balvin y El Guincho, la catalana utilizó un 747, y su joroba, como el plató del videoclip de su tema Con altura. Un broche final más que digno para una dilatada carrera frente a las cámaras. De hecho, no tiene por qué ser el último.
Pese a que Boeing haya decidido dejar de fabricar aviones 747, aún le veremos surcar los cielos durante un largo periodo de tiempo. La compañía estadounidense ha comunicado que los clientes de esta aeronave contarán con servicios de mantenimiento mientras lo necesiten. Una gran noticia tanto para aquellos que hayan volado en su interior como para los que aún no lo han hecho.
Si tienen la oportunidad de volar en uno de estos aviones, no lo duden. Si se lo pueden permitir, intenten hacerlo en su joroba. La (importante) inversión económica les reportará una vivencia irrepetible, una historia que les convertirá en el centro de atención de cualquier sobremesa que se precie y, además, les dotará de un pedigrí aeronáutico cada vez más difícil de conseguir. Un tres en uno difícil de igualar.