La gratuidad del Cercanías -junto a la recuperación económica- ha conseguido que este medio de transporte recupere las cifras prepandemia. Sin embargo, todavía no logra alcanzar los niveles de la primera década del siglo XX. En enero, 47,1 millones de personas utilizaron el Cercanías, superando ligeramente los 46,6 millones de enero de 2020, pero todavía por debajo de los 49,9 millones del mismo mes de 2007.
Los abonos gratuitos, introducidos por el Gobierno a mediados de 2022 como parte de las medidas para hacer frente a las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania, no se reflejan en un gran incremento de su uso. Más todavía si se tiene en cuenta que el mercado laboral se encuentra en máximos históricos, lo que a priori sugiere una mayor demanda de los servicios de transporte público.
En su conjunto, los servicios públicos de transporte colectivo sí registran máximos, con 444,1 millones de pasajeros en enero de este año, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Se trata del dato más elevado de la historia. Le sigue enero de 2008, con 433,8 millones. O lo que es lo mismo, en algo más de tres lustros el uso del transporte público ha crecido únicamente un 2,37%.
Aunque la recuperación respecto a los años de la pandemia es evidente -un 14% respecto a 2023, un 52% más que en 2022 y un 114% sobre el dato de 2021-, el crecimiento respecto a 2020 (último enero antes de la pandemia) sólo roza el 5%. Y eso, pese a convivir en el tiempo con un fuerte impulso público al transporte público, el encarecimiento de los carburantes y las cada vez más extendidas restricciones de movilidad por las exigencias de las zonas de bajas emisiones.
En el caso del Cercanías, la comparativa años atrás es incluso peor. Si bien también hay una recuperación respecto a los ejercicios anteriores -un 6% por encima de 2023, un 51% más que en 2022 y un dato un 106% superior al de 2021-, la variación no va más allá del 1% respecto a 2020 o 2019.
Además, las cifras de uso de este medio ferroviario siguen por debajo de los mejores datos, registrados en los años inmediatamente anteriores a la Gran Recesión. De hecho, los meses de enero de 2006 y 2007 se anotaron hasta un 6% más de pasajeros que el mismo mes de este año.
El transporte urbano en su conjunto -que incluye metro y autobús- sí que registra, en cambio, máximos históricos. Es decir, que el transporte público usado para desplazarse dentro de una misma ciudad avanza más de lo que lo hace el interurbano. En concreto, en enero fueron 280,4 millones de pasajeros, un 5,32% más que en el mismo mes de 2020. Eso sí, el avance respecto a 2008 -anterior máximo- es de sólo el 4,21%.
En cualquier caso, que la fuerte recuperación económica poscovid no se haya visto acompañada en la misma medida del uso del transporte público de modo general responde a diferentes aspectos. Entre ellos, el impulso del trabajo en remoto -aunque sea de manera híbrida- o que todavía perviva cierto miedo a los ambientes masificados.
Asimismo, también pueden influir aspectos como los problemas en la red de Cercanías, con descarrilamientos incluidos, el déficit de inversión acumulado en la última década o los problemas de congestión. A esto se añade el aumento del uso del transporte compartido y la irrupción de nuevas formas de movilidad.
En suma, una serie de factores que han derivado en un cambio en los patrones de movilidad que hacen que, pese a la recuperación, el transporte público en su conjunto todavía esté pasos por detrás de los máximos históricos registrados en el último gran periodo de expansión económica.
Retos del transporte público
"El transporte público enfrenta el reto de adaptarse a las necesidades y expectativas actuales de movilidad", apunta a EL ESPAÑOL-Invertia Diego Santos, profesor en EAE Business School. Entre esos retos, continúa, está la integración de alternativas como el carshsaring o las bicicletas compartidas.
Igualmente, señala algunas deficiencias que pueden afectar negativamente al uso del transporte público. "Es importante mencionar que la elección del usuario también se ve influida por factores como los precios, cada vez mayores, en larga distancia y la nefasta usabilidad de plataformas como la web de Renfe", afirma Santos. En este sentido, lamenta que "parece que los que hacen las normas y diseñan los bonos, nunca han utilizado un servicio público".
El profesor de EAE Business School apunta igualmente a "cambios en los patrones de movilidad" que suponen, en última instancia, que la recuperación en el uso del Cercanías no alcance los máximos del pasado.
"El crecimiento en el número de empleados (según los datos de afiliación a la Seguridad Social) indica una recuperación económica. Sin embargo, la preferencia por el coche privado sugiere un cambio en los patrones de movilidad, potencialmente influenciado por factores como la conectividad y los tiempos de espera en el transporte público