Pese a formar parte de un marco comunitario, los países de la Unión Europea gestionan su sanidad de formas diferentes. Los expertos señalan que ya no existen sistemas puros, pero la sanidad europea se asienta sobre dos modelos: el modelo Bismarck y el modelo Beveridge.
El primero tiene su origen en Alemania y funciona a través de cuotas obligatorias que pagan los empleados y sus jefes en función de los salarios. Esos pagos se trasladan a “fondos”, entidades no gubernamentales reguladas por ley y que gestionan los recursos. Con los recursos se contratan a los profesionales sanitarios y los equipamientos.
Es un sistema donde los centros sanitarios suelen ser privados y donde existen copagos por algunas de las prestaciones sanitarias como el transporte en ambulancia, los medicamentos o la asistencia hospitalaria.
El modelo Bismarck es el que sigue operando en Alemania pero también lo han incorporado Bélgica, Suiza, Austria, Grecia, Luxemburgo y Países Bajos. En cuanto a los profesionales, su remuneración se fundamenta en el pago por servicio y el pago proveniente de los fondos.
Modelo Beveridge
En España, el Sistema Nacional de Salud se fundamenta en el modelo Beveridge. Nacido en el Reino Unido, se trata de un modelo en el que los ciudadanos no pagan directamente por la asistencia, salvo en el caso del precio de los medicamentos y de algunos productos concretos, sino que su financiación depende de los presupuestos de las Comunidades Autónomas.
A nivel general, el modelo Beveridge financia la sanidad a través de los impuestos que pagan todos los ciudadanos. Es un sistema que han adoptado Dinamarca, Italia, Portugal, Reino Unido o Irlanda, además de nuestro país, y que apuesta por la cobertura universal.
A diferencia del modelo Bismarck, los centros sanitarios son públicos y es un sistema donde el Estado es el encargado de la gestión. Además, el precio de los medicamentos está regulado a través del Índice de Precios de Referencia.
Colaboración público-privada
Sin embargo, en España conviven la sanidad pública y la privada. Desde el Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS) opinan que “la colaboración público-privada, en sus diferentes modalidades (concesiones, conciertos
o mutualismo administrativo), es esencial para el mantenimiento de una sanidad universal y un sistema solvente y sostenible, mucho más en momentos de inestabilidad o clara insuficiencia financiera”.
El IDIS estima que el aseguramiento privado ahorra al Sistema Nacional de Salud entre 4.463 y 10.409 millones de euros. Por paciente, se trata de un ahorro de 1.224 euros para los usuarios de la sanidad privada únicamente y de 546 euros si se usan ambos sistemas.