La pandemia de la Covid-19 redujo la demanda de antibióticos en España. Esto se debió, principalmente, a las medidas de protección impuestas para frenar los contagios, como el confinamiento, la distancia social, el uso sistemático de la mascarilla y la higiene de manos. Sin embargo, la tendencia se ha invertido en 2023 y el consumo de estos medicamentos ha registrado un incremento del 3% en lo que llevamos de año.
Según el análisis del Observatorio de Tendencias Cofares, en los años previos al coronavirus se observaba un patrón estacional de la demanda de antibióticos con volúmenes significativos en seis de los doce meses del año.
Sin embargo, en la temporada 2020-2021 se registró una importante reducción de la demanda, fruto de la llegada de la pandemia y las medidas para frenar los casos de Covid-19. Pero, tras la relajación de estas restricciones, vuelve a aparecer a partir del otoño de 2021 una tendencia similar a la prepandémica, aunque sin alcanzar los mismos niveles de demanda.
Algo que sí ha ocurrido en 2023. De acuerdo con los datos recopilados por Cofares en su análisis del Observatorio de Tendencias, la demanda de antibióticos ha crecido un 3% entre enero y octubre respecto a los niveles prepandemia.
Un incremento que ocurre en todas las comunidades autónomas, aunque con diferencias significativas. Por ejemplo, en Murcia el incremento en el acumulado enero-octubre de 2023 es del 25% con respecto al mismo periodo de 2022. En el lado opuesto está País Vasco, con una subida del 5%.
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Murcia encabeza los aumentos más significativos. Le siguen Asturias y Cataluña, con incrementos del 18% y el 12%, respectivamente. Aragón, Canarias y La Rioja registran el mismo crecimiento: un 11%, según Cofares.
Por debajo del 10% se sitúan comunidades autónomas como Galicia (9%), Navarra (9%), Baleares (8%), Castilla y León (8%), Comunidad Valenciana (8%), Cantabria (7%), Extremadura (7%), Madrid (7%), Andalucía (6%), Castilla-La Mancha (6%) y País Vasco (5%).
El análisis de Cofares avisa, además, de una magnitud inapropiada en términos de prescripción de antibióticos en patologías comunes, como el dolor de muelas, las infecciones de tracto urinario y las infecciones invernales que afectan a la nariz, los oídos y la garganta.
En concreto, el Observatorio de Tendencias indica que en odontología se prescriben en torno al 10% del total de los antibióticos consumidos, de los cuales, se estima que en el 70% de los casos estas prescripciones no se consideran adecuadas.
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En paralelo, se observa que las infecciones del tracto urinario (ITU) son la segunda causa más frecuente de prescripción de estos tratamientos, después de las infecciones respiratorias. De hecho, una de cada cuatro mujeres recibe antibióticos inadecuados como tratamiento.
En lo que respecta a las infecciones respiratorias, se concluye que la mayor parte de los síntomas de las enfermedades invernales pueden aliviarse con otros medicamentos que pueden adquirirse sin receta en la farmacia. De hecho, entre el 44% y el 98% de las prescripciones de antibióticos para las infecciones del tracto respiratorio se clasifican como inapropiadas.
Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos
A pesar de este repunte que recoge Cofares en su análisis, el Ministerio de Sanidad asegura que el consumo de antibióticos ha disminuido.
Cabe recordar que en 2014, el departamento puso en marcha el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos. Desde entonces, nuestro país ha registrado una bajada del consumo del 17% de estos fármacos en humanos, según los datos publicados este pasado viernes por el departamento que dirige en funciones José Manuel Miñones.
Así, España ha pasado de ser uno de los mayores consumidores de antibióticos a nivel europeo a posicionarse como el tercer Estado miembro con mayor reducción del consumo, según destaca el ministerio en un comunicado.
Miñones ha defendido la importancia de hacer frente a la aparición y propagación de infecciones causadas por bacterias que son resistentes al tratamiento con antibióticos, una circunstancia que ya causa en Europa en torno a 35.000 muertes anuales y que ha sido declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una de las 10 amenazas de salud pública a las que se enfrenta la humanidad.