Hay dos tipos de españoles durante este estado de alarma: los que tienen patio o una amplia terraza y los que deben sacar medio cuerpo por sus ventanas para notar en sus caras aire fresco y, si hay suerte, algo de sol.
Estar las 24 horas del día confinados en nuestras casas nos ha hecho convivir con ellas, conocerlas no solo para comer, dormir y ver un rato la tele antes de dormir. De la noche a la mañana se han convertido en casa, lugar de trabajo, zona de ocio y parque infantil. Quizá haya llegado el momento de reflexionar sobre cómo deben ser diseñadas las viviendas para mejorar nuestra vida.
Al igual que el coronavirus ha hecho de catalizador para implantar en muchas empresas el teletrabajo sin la menor merma en la productividad, ¿por qué no va a mostrar la necesidad de tener adaptar las viviendas como un entorno de mayor confort donde vivir lo mejor posible dentro de nuestras posibilidades?
Orientación, luz y flexibilidad
Todas aquellas personas que estén pensando comprar una vivienda, hacerse una o incluso cambiar porque les apetece, incorporarán en su decisión criterios hasta ahora en un segundo lugar por detrás de los metros cuadrados, altura, habitaciones o la piscina.
El presidente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), Lluis Comerón, explica a Invertia que va a cambiar en general valorar las decisiones. “Vamos a poner en valor el diseño, las orientaciones y la calidad”, señala. “Probablemente daremos más valor al tamaño de algunas piezas, espacios intermedios como terrazas o galerías, el espacio de almacenamiento, las ventanas que permitan entrar el sol y una ventilación o dos fachadas para ventilar”, ahonda.
La arquitecta y decana del Colegio de Arquitectos de Murcia, María José Peñalver, indica por su parte que “se ha abierto un periodo de reflexión para observar todas las carencias que existen en el lugar donde habitamos”.
“Nosotros (los arquitectos) siempre hemos defendido la arquitectura no como un elemento edificatorio o inversor, sino como un espacio en el cual habitamos y quizá ahora nos entiendan un poco más cuando intentamos poner el valor la calidad del espacio, la necesidad de la proporción, la buena luz, la buena orientación o las ventilaciones cruzadas”, destaca.
Tras tres semanas metidos en casa, apunta María José Peñalver, “la sociedad se ha percatado de que vive en espacios psicológicamente deprimidos, poco flexibles, con carencia de metros cuadrados, con deficiencias comunicativas con el exterior que llegan a provocar desorientación de espacio tiempo”. Por tanto, el espacio es “fundamental para vivir de manera digna”.
El espacio no son metros únicamente. “Creo que sin duda vamos a repensar el espacio interior y a hacer espacios mucho más flexibles”, expone la decana del Colegio de Arquitectos de Murcia. “Igual no se puede convertir en más metros cuadrados, pero sí en una optimización del espacio y de la proporción y la funcionalidad”, incide.
María José Peñalver hacer especial hincapié en el concepto de la flexibilidad. De hecho, considera que después de tanto tiempo con casas/oficina “tendremos muy asimilado que los espacios no están tan etiquetados, sino que en las casas hay espacios muy flexibles donde se puede trabajar, jugar y convivir”. “También se va a aceptar muy bien la colectivización de los espacios de trabajo”, especifica.
Para la decana del Colegio de Arquitectos de Murcia “es importante poner en valor la arquitectura, el espacio y el entorno construido y un poco rechazar la lógica económica para ponernos más en la calidad del espacio”.
La terraza, un lujo que vuelve
Una tendencia de mercado que ya se está aplicando y tiene mucho sentido en pisos de dimensiones ajustadas es que en vez de hacer una cocina de 8 m² incorporarla al salón con una isla. De esta manera se gana más espacio en el salón y no parece que la cocina es un zulo con nevera y microondas.
Gerardo Marcos, arquitecto fundador del estudio Maralb Arquitectos, también apunta otra línea de trabajo que ahora se está vendiendo como auténtico lujo. “Se trata de crear un espacio exterior que pudiera tener una dimensión similar a una estancia interior (12-15 m²), lo cual da un desahogo extra a la vivienda y en función de las necesidades podría convertirse en otra estancia interior adicional con solo cerrarse, lo que da mucha versatilidad a la vivienda”, indica.
No es más que hacer una terraza amplia con la posibilidad de que si es necesario se convierta en una habitación más. De hecho, reconoce que paradójicamente construir una terraza de 15 m² resulta más económico que una habitación de similares dimensiones dentro de la vivienda.
Con respecto a las terrazas, María José Peñalver denuncia que “han sido prostituidas, las han cerrado y ahora las echarán en falta”. “Deberían convertirse en elementos esenciales que comuniquen el espacio interior con el exterior”, afirma.
Nuevas teorías
Más allá de recuperar la importancia de conceptos como la luz, la orientación o hacer más grandes las terrazas, hay bastante teorizado a nivel académico sobre cómo deberían evolucionar los diseños de las viviendas para hacerlas más flexibles y versátiles.
Partamos de una vivienda estándar en una gran ciudad de dos habitaciones y 60 m². Una línea de trabajo pasa por vender superficies más grandes sin aumentar el precio. ¿Cómo? No como un producto terminado sino como un producto que el comprador adquiere y luego le mete capas de acabados con sus propios medios acorde a sus posibilidades económicas.
“Esto quiere decir que tú podrías vender una vivienda totalmente acabada de 60 m² y por el mismo precio una de 75 m² con el baño y la cocina a estrenar, que es lo único imprescindible, pero luego fuera el propio comprador quien conforme a sus posibilidades económicas finalizara los acabados”, explica Gerardo Marcos.
Por otro lado, la normativa española obliga o encamina a diseñar espacios muy definidos, con lo cual las superficies están totalmente ajustadas al uso que marca. Esto nos lleva a, por lo general, dormitorios de 8-10 m², salones de 18-20 m² y así sucesivamente. Esto permite muy poca flexibilidad.
En este sentido, apunta el decano del CSCAE, en un futuro los mínimos que indica la normativa “no deberían ser lo estándar, sino que vamos a exigir o intentar tener viviendas por encima de ellos”. Por este motivo, los colegios de arquitectos solicitan al Gobierno la redacción de una Ley de Arquitectura y Calidad del entorno construido.
De vuelta a la flexibilidad, Gerardo Marcos señala que “si se comercializaran viviendas con estancias cuyo uso estuviera menos definido pero fuera más generoso, la vivienda podría utilizarse de manera mucho más flexible”. Por ejemplo, dormitorios que también son zonas de estar o con los usos que le vaya dando el usuario conforme a sus necesidades en cada momento.
“En vez de venderte una casa con un salón, dos dormitorios y una cocina de ocho metros, te pueden vender una casa con cuatro piezas de 15 m², de manera que cada persona las configure y las pueda unir o separar según sus necesidades a lo largo del tiempo que viva en esa casa”, explica el arquitecto.
Como reconoce Gerardo Marcos, tanto las viviendas más grandes sin todos los acabados como las que tienen espacios menos definidos “son dos tendencias a nivel más conceptual o académico, pero que yo creo que podrían explorarse y a la vivienda le sentarían bastante bien”.