Ni París ni Ámsterdam. La ciudad más cara para alquilar piso en Europa es Lisboa: 2.500 euros de media por un apartamento de dos ambientes amueblado. Es decir, una habitación. Son 200 euros más de lo que se paga por lo mismo en Ámsterdam; 700 euros más de lo que exige la capital francesa.
Se llega a estos niveles tras dispararse un 25% el precio del alquiler en Lisboa en un año, de acuerdo con los datos recopilados por la plataforma de alquiler HousingAnywhere International. Un dato inasumible en un país en el que el año pasado más de la mitad de los trabajadores recibe un sueldo de menos de 1.000 euros.
Las dos cifras juntas ayudan a entender por qué este fin de semana miles de personas han salido a la calle en la ciudad -también en otras del país- para reclamar soluciones. Algunas de sus críticas aluden a otras escaladas, algunas muy cercanas. "Ahora Oporto es como Mallorca", ha dicho uno de los manifestantes a la agencia de noticias Lusa. Un manifestante que es, a la vez, turista alemán.
Lo cierto es que hace tiempo que los precios parecen llamar solo a bolsillos extranjeros. De acuerdo con los datos de Idealista, la ciudad está este septiembre en su precio máximo jamás registrado: 20,8 euros el metro cuadrado. No parece una opción mejor lanzarse a comprar: el metro cuadrado supera los 5.300 euros.
Son umbrales que se convierten en muros infranqueables para millones de portugueses. Un documento publicado este enero con datos del Ministerio de Trabajo luso revelaba que durante 2022 el 56% de los trabajadores tenían un salario inferior a 1.000 euros. En el caso de los jóvenes, ese porcentaje se eleva a 65%.
Además, un tercio de los trabajadores recibió el salario mínimo, que en 2023 está en 760 euros. Cómo se ha llegado a este desfase es una pregunta que se responde con varias variables, algunas de las cuales dejan importantes lecciones para España, sumida también en una aparente escalada sin final de los precios del alquiler.
Poca construcción
"La falta de oferta es el elemento determinante para que se disparen los precios", afirma rotundo a EL ESPAÑOL-Invertia Iñaki Unsain, experto inmobiliario. Es lo que sucede en ciudades como Barcelona, agrega, y un elemento que ha estrangulado también el mercado luso.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística portugués, durante la pasada década (2011-2021) se construyó al nivel más bajo del que se tienen registros. Se levantaron en Lisboa 821 edificios, en unos años marcados por el rescate del país y su posterior recuperación.
Pero al margen de este importante bache macro, se observa que el envejecimiento de la construcción viene de largo. De los 49.223 edificios que existen en la capital, el 43% se construyeron entre 1919 y 1960. Es decir, tienen más de 60 años.
La escasez de oferta ha impulsado precios ante una demanda que solo crece por el aumento de población, sino por un novedoso interés por la compra por parte de bolsillos más holgados: los de los extranjeros, bien en busca de visados especiales, o bien alentados por su estatus de nómadas digitales.
Fiebre internacional
Es el segundo gran elemento que explica el estallido de Lisboa. La llegada masiva de compradores extranjeros alentados por el despertar internacional de Lisboa primero como punto de turismo en auge sobre todo con la crisis de seguridad en el norte de África a mitad de la década de 2010. Después, seducidos por su calidad de vida y finalmente -en el caso mayoritario- por los 'visados gold'.
Se trata de una herramienta creada en 2012 para atraer inversión extranjera que ha mostrado su lado más pernicioso en la vivienda. Los 'visados gold' daban permiso de residencia a quienes realizaran inversiones inmobiliarias superiores a 500.000 euros, a quienes transfiriesen al menos un millón de euros a Portugal o crearan diez o más puestos de trabajo.
De acuerdo con el balance de los servicios de fronteras del país, la opción inmobiliaria ha sido la reina para quienes han encontrado así puertas abiertas a Europa, en su mayoría residentes chinos y brasileños. Desde 2012 a 2023 -en julio el Parlamento luso aprobó su final- se han dado por esta vía 11.284 del total de 12.561 autorizaciones de residencia concedidas.
El inmobiliario ha captado una inversión que ronda los 6.400 millones de euros en ese periodo, muy lejos de los 846 millones que entraron en Portugal por transferencia de capitales desde que existe esta herramienta. La consecuencia es que el mercado se lanzó a por el inmobiliario de lujo.
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Finalmente, el despegue del turismo facilitó la proliferación de alojamiento turístico, que precisamente este agosto ha batido todos los récord: 3,5 millones de huéspedes y 10,1 millones de pernoctaciones. En un país de 10 millones de habitantes.
Los nómadas digitales han supuesto la gota que rebasa el vaso. Con salarios de sus países de origen, han tenido una capacidad adquisitiva muy superior que ha borrado los posibles alquileres baratos que resistiesen. Una presión que también empiezan a notar en Málaga.
"Así que cuidado", remacha Unsain. Ninguna de las grandes ciudades españolas está cerca a corto plazo de vivir algo similar a Lisboa, pero de media los alquileres han subido un 7% en el último año, hasta los 1.145,52 euros. El alquiler de habitaciones está floreciendo entre trabajadores que no pueden ya pagar casa completa.
"Si no se ataja el problema de la oferta se puede complicar todo", agrega. Y construir lo que se necesita requiere casi una década: "No nos podemos dormir".