La confianza económica sigue apuntando a una ralentización mundial. El sector manufacturero continúa descendiendo y los volúmenes de comercio mundial se están contrayendo. La buena noticia, sin embargo, es que la actividad en el sector servicios continúa siendo buena. Además, hay pruebas de que la recesión industrial pronto alcanzará un punto mínimo. De hecho, los indicadores de confianza sugieren que la industria a nivel mundial está a punto cambiar de tendencia.
Sin embargo, en conjunto, un fuerte repunte económico mundial sincronizado (similar al visto en 2016-18) parece poco probable por varias razones. En primer lugar, la incertidumbre geopolítica seguirá pesando sobre los planes de inversión de las empresas. En segundo lugar, el sector automovilístico sigue enfrentándose a dificultades debido a la modesta demanda, las elevadas existencias y la difícil transición hacia los automóviles eléctricos. En tercer lugar, aunque las últimas cifras conocidas en China apuntan a una mejora del entorno económico, parece poco probable que se produzca un fuerte repunte de la actividad. Cuarto, hablar de una política fiscal más expansiva en la Eurozona sigue siendo improbable por ahora. Y quinto, a pesar de los tipos de interés ultrabajos, los estándares bancarios para los préstamos se han endurecido.
Las crecientes tensiones entre Estados Unidos e Irán mantienen a Oriente Medio en un estado de alarma permanente. Los últimos acontecimientos apuntan a una situación peligrosa, pero una escalada importante de las tensiones no es el escenario base que manejamos. EEUU y China están a punto de firmar un mini-acuerdo (incluyendo una reducción parcial de los aranceles) en enero, pero es probable que las tensiones subyacentes continúen siendo elevadas. Mientras tanto, las posibilidades de un inminente Brexit sin acuerdo han disminuido después de la extensión del proceso a principios de 2020 y los resultados de las elecciones de diciembre. Sin embargo, la incertidumbre con respecto a la futura relación entre la UE y el Reino Unido persistirá.
"La política monetaria parece destinada a seguir siendo flexible en 2020, debido tanto al modesto crecimiento económico como a las expectativas de inflación subyacentes"
La combinación del debilitamiento del impulso económico, la inflación por debajo del objetivo y el debilitamiento de las presiones de los precios llevó a los bancos centrales a ser mucho más moderados a lo largo de 2019. La política monetaria parece destinada a seguir siendo flexible en 2020, debido tanto al modesto crecimiento económico como a las expectativas de inflación subyacentes. Dicho esto, la inflación general aumentará desde los niveles actuales a medida que los efectos base anteriores se desvanezcan y los precios del petróleo suban como resultado del conflicto entre Estados Unidos e Irán. Desde un punto de vista más estratégico, tanto la Reserva Federal como el Banco Central Europeo están a punto de subrayar la importancia de la simetría en su marco de inflación.
Las encuestas de confianza en Estados Unidos siguen apuntando a un crecimiento inferior (es decir, por debajo de la tasa de crecimiento potencial estimada del 2%) sin que se vislumbre un rápido cambio de tendencia. Además, el impacto positivo de los recortes de impuestos de Trump (que impulsaron el crecimiento en 2017-2018) se está desvaneciendo y la incertidumbre que rodea a la próxima campaña para las elecciones presidenciales de 2020, en combinación con la actual agitación geopolítica, no augura nada bueno para la inversión empresarial. El sector manufacturero sigue mostrando dificultades (el ISM se situó en 47,2 en diciembre). Además, los indicadores más adelantados (como la confianza de la Conference Board y las expectativas económicas del Ifo) apuntan a una desaceleración del crecimiento sostenido.
Dicho esto, al menos por ahora, la foto no es tan negativa. Los indicadores de confianza general están mostrando signos de estabilización. Y lo que es más importante, el consumo estadounidense se mantiene en buena forma. La inflación general, por otro lado, experimentará una presión al alza (por las razones explicadas anteriormente). Pero, tal y como están las cosas, la Reserva Federal se mantendrá al margen y adoptará un enfoque de esperar y ver, a menos que se publiquen varios datos decepcionantes, lo cual, probablemente desencadenaría un recorte inmediato de los tipos.
"Las perspectivas de los países emergentes para 2020 son más positivas, ya que se espera un crecimiento más fuerte en algunas de las economías emergentes más grandes, como Brasil, India y Turquía"
Mientras tanto, en la Eurozona se estima que el BCE se mantendrá estable por ahora. La política fiscal resulta mucho más eficiente cuando la política monetaria se encuentra en una fase de endurecimiento. Dicho esto, a pesar de que la actual postura fiscal es ligeramente expansiva en la región y de que las conversaciones sobre una mayor relajación fiscal han ganado fuerza, en el mejor de los casos, los planes actuales todavía se pueden calificar como dudosos.
Las perspectivas de los países emergentes para 2020 son más positivas, ya que se espera un crecimiento más fuerte en algunas de las economías emergentes más grandes, como Brasil, India y Turquía. No obstante, no se espera un fuerte repunte económico. China es una de las razones importantes por la que creemos que la actividad general de los emergentes seguirá contenida. Es cierto que las cifras económicas a finales de 2019 fueron bastante buenas y el acuerdo de "fase uno" con EEUU (que debería firmarse el 15 de enero) debería traer un mayor alivio. Sin embargo, aún quedan retos por delante. El acuerdo no pone fin a la guerra comercial. Por consiguiente, aunque las perspectivas para el sector manufacturero y exportador chino han mejorado en los últimos meses, es probable que los riesgos externos sigan presentes.
* Hans Bevers es economista jefe de Bank Degroof Petercam