Escribía el economista Miguel Cardoso el pasado lunes en Invertia sobre la importancia de las expectativas a la hora de calibrar el estado de la economía española. Recurría a La Ley del Silencio, de Elia Kazan, para afirmar que el peligro del PIB nacional es que no cumpla con sus expectativas.
Con el coronavirus impregnando ya las grandes decisiones empresariales y de los bancos centrales, digamos que las expectativas para España, un país infectado por el COVID-19, no están en su punto más álgido.
Más bien nos encontramos en el escenario opuesto, en el que la alerta internacional sanitaria ha encendido las alarmas económicas de la OCDE, que ya ve peligro de recesión en la Eurozona y Japón, en un informe en el que no aporta datos específicos sobre España pero sí sobre Italia, su par en las comparativas económicas de la UE. En concreto, el coronavirus podría llegar a restar cuatro décimas al PIB italiano.
Goldman Sachs sí ha puesto números al impacto del virus en el crecimiento español para rebajar medio punto el crecimiento de España este año como consecuencia de la enfermedad. Con estas rebajas de expectativas, los organismos internacionales y la banca de inversión están abonando el terreno para que los bancos centrales entren en juego con decisiones como la que ha tomado la Reserva Federal en EEUU. Ante la falta de una vacuna que cure el virus, será la Fed la que saque su inyección para que la economía norteamericana no se contagie.
Sin la munición de las bajadas de tipos de interés, el Banco Central Europeo (BCE) está explorando otras vías para apoyar a las economías europeas. Entre otras, tiene sobre la mesa conceder préstamos a las empresas afectadas por el coronavirus, según las informaciones de Reuters.
Ante la falta de una vacuna que cure el virus, será la Fed la que saque su inyección para que la economía no se contagie
Es en este contexto de pesimismo económico -también bursátil- y bajas esperanzas en el que se publicaron este martes unos datos del paro que superaron todas las expectativas de un mercado laboral español sobre el que nadie esperaba grandes alegrías en 2020.
Con el PIB creciendo -según las previsiones del Gobierno previas al coronavirus- un 1,6% en España, el Ministerio de Economía había previsto un incremento del empleo este año del 1,4% en un escenario en el que todavía se dibujaban los efectos positivos en la creación de empleo de la reforma laboral que va a ser derogada en muchos aspectos en los próximos meses.
Con el SMI recién subido por decreto y los ánimos a la baja, febrero ha sorprendido a los economistas en muchos sentidos. Todos los sectores de la economía española contribuyeron a la caída del paro en el segundo mes del año y todos los sectores arrojaron también cifras mejores de lo esperado.
Se comportaron especialmente bien los servicios y la agricultura, en plena oleada de movilizaciones del campo y con los viajes a España de la temporada alta de los chinos cancelados por la cuarentena con la que China recibió su Año Nuevo.
También la contratación repuntó después de cuatro meses a la baja con un avance en las afiliaciones a la Seguridad Social que aumentaron en 85.735 personas. Se trata del mayor incremento en un mes de febrero desde el año 2015.
Los servicios y la agricultura tiraron del empleo pese a las protestas del campo y el parón del turismo del Año Nuevo chino
Sin embargo, como recordó este martes BBVA Research, ese avance sigue siendo "modesto". No cabe la complacencia en un país que ha puesto freno a su ritmo de crecimiento con más de 3,2 millones de parados, muchos de ellos heredados de la crisis.
Y es que las bajas expectativas que han ayudado a leer con entusiasmo las cifras del paro de febrero podrían tornarse en un enemigo para los datos de marzo. No hay que olvidar que estas son fundamentales para que las empresas contraten y los inversores cierren operaciones que animan la economía. Ya sin el coronavirus, la apuesta por España en este 2020 era más tímida que la de 2019. Ahora que parece inevitable que el COVID-19 contagie el PIB español, la desaceleración económica podría ser más brusca de lo esperado con un impacto nefasto para el mercado de trabajo.