Le voy a exponer con brevedad la base del pensamiento económico que va a fundamentar mis planteamientos y recomendaciones sobre la forma de maximizar las inversiones de cualquier individuo o institución.
En primer lugar, me referiré a las teorías de la irracionalidad del mercado. Como han demostrado las series históricas de los precios, los mercados distan de una valoración racional, es decir, existe una irracionalidad en el mercado a corto plazo que tiene varias causas, entre otras, la falta de información instantánea. También existe una reversión a la media de los precios que siempre se cumple.
Para aprovechar la irracionalidad del mercado se requiere de una estrategia contraria, que es aquella que reta a dicha irracionalidad. Además, analizaremos los factores tanto psicológicos, como métricos de valoración de las acciones y otros activos. Podremos acercar así nuestras posturas a lo que sería la racionalidad a largo plazo.
Tendremos en cuenta valoraciones relativas, ya que en economía un activo está "caro" o "barato" con respecto a otros. No hay verdades independientes, sino realidades en relación a otras.
Tendremos también en cuenta la métrica macroeconómica. En este primer acercamiento, escrito en la primera semana de marzo de 2020, nos encontramos acechados por una crisis de confianza producida por el contagio cada vez más internacionalizado del coronavirus.
Cuando vemos a miles de personas en cuarentena, sin poder salir de sus aldeas en Italia, vigiladas por el ejército italiano, no podemos hacer más que recordar las palabras de Franklin D. Roosevelt: "lo único que debemos temer es al miedo". Y por esta razón, después del azote de los mercados de acciones internacionales, con bajadas que recuerdan a 'momentos Minsky', como el de la crisis de 2007, la Fed ha sorprendido con 50 puntos básicos de bajada de los tipos de interés.
Por consiguiente, nos encontramos en un momento crítico de desconfianza en el mercado. Si la epidemia no se controla con rapidez veremos un parón económico sorpresivo en las próximas semanas en forma de cancelación de vuelos, reservas hoteleras y compras de bienes cíclicos.
Si la epidemia no se controla con rapidez veremos un parón económico sorpresivo en las próximas semanas
La pregunta clave es, en primer lugar, si se convertirá esta incertidumbre de mercado en un 'momento Minsky', con efectos dramáticos sobre el crédito y la solvencia de las compañías y los bancos, como ocurrió en el 2007. La respuesta es muy sencilla: depende de la duración de la crisis sanitaria que estamos viviendo.
Para hacernos una idea, la mortalidad en casos de operación de un apendicitis aguda está aproximadamente en un 0,6%. Para el caso del coronavirus podemos estar entre el doble y el triple de casos de fallecimientos.
Si lo comparamos con los casos de muerte por gripe común estaríamos aproximadamente entre 10 y 15 veces más de muertes que esa enfermedad que tiene un ratio de mortalidad del 0,1%. Si no te ataja rápido, a través de medicinas eficaces para su curación y/o vacunas, podríamos estar con solo un 30% de contagio mundial ante una cifra estimada de 20 millones de personas fallecidas. Pero el contagio podría superar el 50% de la población.
Claro que lo razonable es que se consiga un método de curación en las próximas semanas y una vacuna en los próximos meses. Se habla de un año y, además, el verano dará también un respiro, ya que bajan las transmisiones, como en el caso de la gripe común.
Pero ¿qué ocurriría si no se consigue tan rápido? De hecho, las bajadas de tipos de interés no consiguen poner los aviones a volar por sí solas. Se debe resolver el problema sanitario de raíz y lo razonable es que se consiga en pocos meses, pero la incertidumbre está. En la economía actual, con los medios de información actuales, se reacciona de forma instantánea a shocks de confianza como vemos que está sucediendo.
Por consiguiente y a modo de resumen, va a existir mucha volatilidad en el mercado con bajadas bruscas de los precios. Imagínense cuando azote el virus a Nueva York o a Chicago o cualquier otra importante urbe norteamericana. Lo de China es sólo un aperitivo ya que el motor de la economía mundial es EEUU.
Las bajadas de tipos de interés no sirven por sí solas. Se debe resolver el problema sanitario de raíz
¿Qué debemos hacer? Como simple pensar en el largo plazo razonable. A los que este episodio les coja con una buena posición razonable de cash, métanse a comprar cuando vean los grandes índices por debajo del 25 o 30% de los precios desde sus máximos. En el medio plazo, no se van a arrepentir porque la crisis se resolverá razonablemente y habrán entrado a precio muy atractivos en índices como el S&P 500 o el EuroStoxx 50.
En este momento, me gustan las acciones en Europa porque tendrán la recompensa doble de estar en euros. Para estos momentos, sirve la corrección alemana con su superávit fiscal del 1,7% del PIB.
En caso de estar en el mercado invertido con deuda, salga de ella. No se puede afrontar una crisis de confianza de este tipo con una situación de deuda considerable.
Si ha invertido en los mercados sin deuda, cabría esperar a que pase el temporal, ya que no sería momento ahora de salir a vender con las bajadas acaecidas. La economía se va a ralentizar fuertemente, los mercados caerán con fuerza y será momento de comprar, sin duda.
La crisis se va a superar, no sabemos con qué rapidez. De eso depende que sea algo pasajero de uno o dos trimestres o que sea el catalizador de un 'momento Minky' con efectos sobre el sector bancario, posibilidad que parece más improbable. Pero no se puede descartar nada después de estos los años de altas valoraciones y complacencia inversora.
Por otro lado, ante los déficits gemelos, es decir, el déficit presupuestario y comercial de EEUU en máximos, y el estrechamiento de los diferenciales de los tipos de interés entre el dólar y el euro, apostaremos claramente por un cambio de régimen en la parte cambiaría que favorecerá al euro con capacidad de respuesta presupuestaria, frente a un dólar con un agotamiento de las políticas presupuestarias de Trump y con un escaso margen de política monetaria.
*** José María Ollé Curiel es economista.