El hijo de un vecino está estudiando un máster de Derecho Bancario. Cuando me encuentro con él en el ascensor no puedo dejar de pensar en que lo abandone, que se dedique a otra cosa. Y es que un Máster en Derecho Bancario –yo que ando en la edad del viejoven-, me suena ya a estudio de las lenguas muertas (latín, griego clásico, arameo, gótico…).
El virulento crash bursátil que vivimos en estos días fruto del coronavirus, los elevados precios de años de subida en los mercados y de una nueva etapa de tipos negativos sine die, puede ser solo un tropiezo más del desahogo cíclico de las bolsas o la muestra del cambio de paradigma en la economía mundial.
¿Se recuperarán tarde o temprano los valores que ahora tocan mínimos? ¿Será una recuperación total o parcial y nunca volveremos a ver los precios que tan recientemente hemos perdido? Pues tengo mis serias dudas. Hay claramente negocios en declive en las bolsas como pueden ser los bancos, las telecomunicaciones, las automovilísticas y las energéticas clásicas, basadas estas últimas en la quema de combustibles fósiles. Sectores que están en un profundo proceso de cambio con nuevos competidores más ágiles, sin rémoras de empleados y costosas instalaciones.
Esta profunda caída de los mercados coincide con esa transición. El cambio obligado hacia las energías renovables –por vez primera en 11 años disminuirá en 2020 la demanda de petróleo- a las que se suman los cambios impuestos por Internet. El comercio electrónico y su efecto sobre las tiendas tradicionales o la aparición de las fintech para competir con los bancos, el cambio hacia el automóvil eléctrico y compartido. Y eso que aún no han entrado a tope en el mundo financiero Google, Amazon o Apple, entre otras. Un desembarco que preocupa al Banco de España, delegación territorial del Banco Central Europeo (BCE), pero sobre el que no se toman medidas con un sector bancario clásico hiperregulado y unas fintech o bigtech que, de momento, tienen mucha libertad de actuación.
La transición preocupa pero no se toman medidas con un sector bancario clásico hiperregulado y unas fintech o bigtech con mucha libertad de actuación
Algo similar les ha ocurrido ya a las empresas de telecomunicaciones. Ninguna se enteró a tiempo de dónde estaba el dinero en Internet y han invertido fuertes sumas en la infraestructura de la red para que las ganancias se las lleven los Google, Amazon o Facebook de turno. Una realidad que provocaba continuas quejas del anterior presidente de Telefónica, César Alierta, pero que finalmente quedaron en simples pataletas. Y, además, ahora viene el 5G que exige fuertes desembolsos en tecnología y cánones de explotación.
En el mundo del automóvil, la crisis apunta a una situación más pasajera. Pasar de los motores de combustión a los eléctricos es toda una revolución tanto de las firmas como de sus empresas de componentes. Llevamos meses de castigo en bolsa a estas compañías con muchos precios de auténtico saldo como es el caso de la francesa Renault.
Y nos quedan las energéticas, con el paulatino fin de los combustibles fósiles y su transformación en firmas de energía verde. ¿La brusca caída del petróleo es sólo la consecuencia del enfrentamiento entre productores, especialmente Rusia y China o es el principio del fin –por supuesto tendrán que pasar años- de estos combustibles y de las empresas que los lideran?
¿La brusca caída del petróleo es sólo la consecuencia del enfrentamiento entre productores o es el principio del fin de estos combustibles?
Con todos los matices propios de los excesos de las bolsas, la comparación entre el año 2007 (antes de la crisis de Lehman Brothers) y 2020 revela quién está ganando y perdiendo en estas transformaciones y retos económicos. La gestión también ha sido clave en estas cifras.
En 2007, el índice Ibex 35 cerró ligeramente por encima de los 15.000 puntos, casi el doble que en este lunes negro de marzo donde se mueve en los 7.700 puntos. Iberdrola valía en 2007 en plena euforia bursátil 58.000 millones de euros y ahora ronda los 67.000 millones. Otra apuesta interesante es Inditex. La textil se movía en los 31.000 millones de euros y trece años después lidera el Ibex por encima de los 80.000 millones de euros.
Los ejemplos tornan negativos para los bancos y telecomunicaciones de la bolsa española con independencia de este crash que vivimos con el coronavirus. Banco Santander superaba en 2007 los 90.000 millones de euros y ahora se mueve en los 50.000 millones de valor. Ejemplo que también sirve para el otro gigante de la banca, BBVA, que hace trece años se movía en los 62.000 millones de euros y hoy en día cotiza en los 24.000 millones.
Repsol, especialmente afectada por la guerra en la producción de crudo, capitalizaba en bolsa por valor de 30.000 millones en 2007 y ahora está en la horquilla de los 11.000/15.000 millones de euros. Telefónica es dentro de los gigantes, el ejemplo máximo de la pérdida de valor desde los 108.000 millones de 2007 a los 25.000 millones por los que se podría comprar esta compañía.
Detrás del crash bursátil de estos días parece ocultarse una tendencia de fondo muy clara que puede, nuevamente, hacer irrecuperables los valores en declive de la Bolsa como ha ocurrido desde 2007. Sólo una gestión muy acertada, subiéndose a las nuevas tendencias económicas podría salvarlas. Ya veremos.
*** Luis Aparicio es editor de inversionycarteras.es y fue director de Invertia entre 2005 y 2018.