Es un poco raro que queriendo hablar del Banco Central Europeo (BCE) y las decisiones a adoptar en la reunión del jueves, casi todo lo que me viene a la mente, tiene que ver con la Reserva Federal.
Bueno, vamos allá. Uno de los principales problemas que afronta tanto el BCE, como Japón, es el escasísimo margen de maniobra que tiene para lanzar nuevos estímulos que contrarresten y reviertan una situación que aboca a la recesión.
Pero algo tiene que hacer. De no hacerlo, creo que se le caería el cielo encima.
Por un lado, con tipos al 0% y facilidad de depósito al -0,50%, hay poco que rascar. Por si fuese poco, la situación es ahora más complicada: la fuerte salida de las bolsas americanas, ha generado una venta de dólares que ha apreciado el euro hasta 1,1400, desde el 1,0800 de hace un mes, lo que resta competitividad a nuestras empresas, por si la guerra de aranceles no fuese suficiente.
Por eso, es probable que mantenga tipos al 0%, aunque reduciendo la facilidad de depósito al -0,60%. Y seguramente, aparte del típico mensaje; "haremos todo lo que sea necesario" y "se deben adoptar medidas fiscales", anunciará una ampliación de su programa de compra de activos para inyectar más liquidez al mercado, confiando en que esa medida debilite al euro, lo haga más competitivo y permita a las empresas financiarse más barato, lo que también incrementará la burbuja que ya hay en renta fija (la rentabilidad del bono alemán a 10 años llegó al -0,80% y del 10 años americano al 0,68%). No hay mucho más.
En la línea de medidas adicionales, está el paquete de estímulos anunciado por la Comisión Europea, donde lo más llamativo era la menor exigencia en el cumplimiento de compromisos de control de déficit y deuda.
Así, lo lógico es esperar que los gobiernos comiencen a anunciar medidas de rebaja de impuestos a ciudadanos y de cargas fiscales a las empresas, para preservar el empleo y fomentar la competitividad. Está por ver lo que hará España, que parecía discurrir por el carril contrario hasta ahora.
Lo lógico es esperar que los gobiernos anuncien rebajas de impuestos. Está por ver lo que hará España que discurría por el carril contrario hasta ahora
Son medidas para aliviar una salsa ya bastante cargadita: problemas de suministro, derivados de la guerra arancelaria, caída del precio del petróleo (adiós ilusiones de inflación); problemas de demanda por el coronavirus, vaciando aviones, hoteles y calles de turistas; y dificultades del sector financiero que podría amenazar la continuidad del crédito ante el peligro de repunte en los impagos. Pero no es lo único.
El rompecabezas se complica porque la Reserva Federal bajará sus tipos de referencia, sí o sí, un 1% adicional, seguramente antes de junio, lo que puede invalidar los esfuerzos por debilitar el euro.
Y encima, resurge el debate de si la Fed no debería intervenir comprando acciones.
De momento, sería necesario cambiar la ley americana, lo que no sería ni rápido ni fácil. Y de facto sería permitir que la Fed pueda comprar empresas (¿no es eso nacionalizar la economía?), permitir que incurra en pérdidas por posiciones en bolsa (¿especulando?) o que haga caer compañías por vender la cartera que previamente había comprado.
Todo un horror y, para mí, imposible, pero en estos tiempos inciertos...
Si las medidas no sirven para reactivar la economía, ¿qué será lo siguiente?
Quizás sea la propuesta ultraagresiva que proponía Milton Friedman, cuando hablaba del helicopter money, es decir: el dinero ya no se le dará a los bancos, sino que directamente se le regalará un cheque al ciudadano para que lo utilice rápidamente.
Dios quiera que esto no llegue, porque llevaría a un repunte bestial de la inflación, a una devaluación de las divisas y, tarde o temprano, a una crisis global de confianza. Territorio que prefiero no tener que explorar.
*** Luis Fernando Utrera es subdirector del Master en Bolsa y MMFF del IEB.