El impacto del coronavirus COVID-19 ha superado todas nuestras previsiones, no solo en cuanto a la dimensión de la epidemia, sino también sobre la amplitud y profundidad de sus consecuencias.
El sector turístico español lleva varios años trabajando sobre un entorno complejo, ambiguo y volátil, que responde a las siglas VUCA en inglés. Las tensiones geopolíticas y comerciales, la inseguridad e inestabilidad política, el cambio climático o las desaceleraciones económicas en los mercados prioritarios nos han obligado a diversificar nuestra presencia internacional y nuestras fuentes de negocio, desarrollar modelos de negocio menos expuestos al ciclo, consolidar nuestros balances y ser cada vez más innovadores y competitivos, incluyendo el ponernos a la cabeza de la transformación digital en nuestro país.
Pero nada nos había preparado para una situación como la creada por la crisis del coronavirus (Covid-19), que está afectando a todos los ámbitos de nuestra sociedad: laboral, familiar, personal y económico; impactos todos ellos que se reflejan en la actividad turística. Los viajes son una de las maneras (aunque no la única, ni mucho menos) de que el virus se expanda, o al menos, que cambie de país o de ciudad, y nuestro negocio se ha visto afectado de manera frontal por las restricciones y recomendaciones para no viajar o para evitar la congregación de personas en un mismo lugar, por la situación generada de miedo generalizado, y por la consiguiente reducción de las capacidades de transporte consecuencia de la cancelación de frecuencias y/o rutas aéreas.
Los viajes son una de las maneras de que el virus se expanda y nuestro negocio se ha visto afectado de manera frontal
Todo ello se ha traducido en un drástico impacto en el número de reservas y de cancelaciones. Los datos son abrumadores: antes de que el Ministerio de Sanidad recomendase abstenerse de realizar todos aquellos viajes que no sean imprescindibles, la caída de reservas de hotel se cifraba entre el 25 y el 50%, y entre un 70 y un 80% de los congresos y eventos habían sido cancelados o reprogramados para otras fechas.
Bloomberg apuntaba hace unos días que "el revés sufrido por el coronavirus en una industria que mueve 1,7 trillones de dólares anuales en el mundo es el mayor en 20 años", es decir, por encima del que causaron los atentados contra las Torres Gemelas, el mayor impacto del que se tienen registros. Pero esta comparativa seguramente se habrá quedado corta mañana, porque otra de las grandes diferencias que presenta esta crisis respecto a otras es la velocidad -de vértigo- a la que evoluciona.
El revés sufrido por el coronavirus está por encima del que causaron los atentados contra las Torres Gemelas, el mayor impacto del que se tienen registros
Lo que un día se considera utópico o imposible, como es poner un país europeo en cuarentena, se convierte al día siguiente en una realidad que todos asumimos casi con normalidad. Ello añade incertidumbre al contexto y reduce más la visibilidad que los gestores podemos tener para anticipar y preparar la ansiada fase de recuperación.
La industria turística resistirá, o resurgirá mejor dicho, porque como muy bien apuntaba un editorial de Hosteltur, el turismo, uno de los ejes económicos del mundo actual e industria por excelencia de la globalización, no puede ser derrotada por un coronavirus. Y con ella, el 13% del PIB y del empleo de nuestro país. Pero la recuperación va a exigir un esfuerzo, nunca antes visto, por parte de las empresas y de las Administraciones Públicas.
A nivel sanitario y humano, como empresa turística hemos tenido claro, desde los primeros brotes de la enfermedad en la provincia de Wuhan (China), que nuestras prioridades eran nuestros clientes y nuestros empleados. Por ello hemos preparado nuestras instalaciones, sistemas y equipos, para prevenir los riesgos y responder cuando ello fuera necesario, a cualquier incidencia. En muchos casos, como nos ocurrió en China o en el reciente caso de los nueve clientes extranjeros que dieron positivo en Torremolinos, los hoteles nos hemos convertido en centros de aislamiento para la cuarentena de turistas, aliados fundamentales de las Autoridades Sanitarias.
Los hoteles nos hemos convertido en centros de aislamiento para la cuarentena de turistas
Además, a nivel empresarial, es nuestra responsabilidad intentar reducir el impacto de esta terrible situación mediante la adopción de todas las medidas que están a nuestro alcance, siempre en estrecho contacto con nuestros socios, nuestros propietarios de hoteles, y de la mano de todos aquellos que han depositado su confianza en nosotros. Hemos aprobado planes de contingencia y continuidad del negocio, fortalecido nuestra situación de liquidez y nuestra cadena de suministro, intensificado nuestra comunicación interna y establecido medidas de seguridad y conciliación en materia laboral.
Pero para mantener a salvo nuestras empresas y los miles y miles de empleos que dependen del sector turístico español, y abordar con garantías la recuperación, necesitamos un compromiso, real y urgente, del Gobierno y de las comunidades autónomas. Un auténtico "plan de choque" con medidas fiscales, laborales, y económicas tales como facilidades financieras, supresión de gravámenes y aplazamiento de pagos, ayudas y flexibilización laboral para mantener el empleo, etc.
Comparto la fe de nuestra Secretaria de Estado en la capacidad de resiliencia del turismo español, y deseo ver despejarse cuanto antes la incertidumbre motivada por el Covid-19, pero ni siquiera el sector turístico resistirá una debacle como esta, de duración indeterminada, sin ayuda.
Nos encontramos ante un desafío de país, uno que puede dejarnos heridas muy profundas cuando el temor al virus se disipe, y es nuestra responsabilidad abordarlo juntos, empresas privadas y Administraciones Públicas.
*** Gabriel Escarrer Jaume es presidente de Exceltur y vicepresidente ejecutivo y consejero delegado de Meliá Hotels International.