"I've got my own machine and I've paid my dues all along, all set for breaking… Fall out". Sting
Que el Gobierno se agarre desesperadamente a la máquina de expoliar en medio de un shock epidémico que puede generar una recesión es, cuando menos indignante.
Leo la lista de medidas económicas "urgentes" lanzada por el Gobierno mientras espero para entrar en un programa. Medidas, ojo, que solo afectan a "personas físicas o jurídicas con volumen de operaciones no superior a 6.010.121,04 euros en el ejercicio 2019, siempre que las solicitudes presentadas hasta esa fecha sean de cuantía inferior a 30.000 euros" y "con carácter excepcional". Es decir, nada. Un máximo de 30.000 euros que no cubre absolutamente nada. La inmensa mayoría de autónomos y empresas que se enfrentan a un cierre que puede durar meses no van a tener el más mínimo respiro.
Para la mayoría de pequeñas empresas y autónomos de España un mes de cierre es una ruina. Dos meses es una catástrofe que lleva a quiebras y despidos.
En España, el capital circulante mata más empresas que el Gobierno, pero cuando se juntan los dos poniendo zancadillas, entramos en crisis.
¿Qué es muerte por capital circulante? Los ingresos se desploman, los que te pagan lo hacen, pero mucho más tarde y, sin embargo, los costes fijos e impuestos aumentan y se acumulan. La mayoría de las empresas en España tienen muy poca liquidez. Si pensamos en las grandes, suman 28.236 millones de euros según Moody’s. Eso supone el 3% de la liquidez total de la región EMEA y sitúa a España a la cola de Europa.
Para que se hagan una idea, si eliminamos la caja de una sola empresa del Ibex, la liquidez total de las empresas en España no cubre las necesidades de capital circulante de un año. Teniendo en cuenta que en 2019 las pérdidas de ingresos anuales como consecuencia de los impagos se han incrementado un 1%, situándose en el 1,7%, según el Informe Europeo de Pagos de Intrum, la caja media que mantiene una pyme no llega a cubrir tres meses de costes, y eso es ser muy optimista.
Mientras, los costes por impuestos al trabajo han aumentado un 20% en dos años escondido bajo el SMI, se pagan impuestos por adelantado por facturas que, en el mejor caso, se retrasarán en cobrar y los costes fijos ahogan a unas empresas que ya en 2018 estaban en su mayoría en pérdidas.
El 70,8% de las empresas que facturan menos de un millón de euros declararon base imponible negativa en 2017 y el 54% del total de empresas registraron pérdidas ese año, según la AEAT. Es decir, que empresas que estaban ya en enormes dificultades sumaban más de 996.000.
Retrasar el pago de algunos impuestos un máximo de seis meses no mitiga ni el efecto del desplome de ventas ni la situación ya casi imposible que se acumulaba antes de ninguna epidemia, en 2019.
Retrasar el pago de algunos impuestos un máximo de seis meses no mitiga el efecto del desplome de ventas
Recordemos la razón por la que España siempre entra en crisis de manera muy rápida y abrupta, y destruye más empleo que otras economías:
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Nuestras empresas, incluidas las que llamamos grandes, son muy pequeñas. El 90% de las empresas son pymes y la mayoría de ellas, casi el 60%, son microempresas. Además, como refleja la cifra de la AEAT, la mayoría están en pérdidas.
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Los gobiernos ignoran los problemas de capital circulante de las empresas y siguen prefiriendo rascar y expoliar de lo que queda, aunque genere un destrozo en bases imponibles y en empleo a futuro. En vez de hacer lo que otros países están haciendo, bonificar y eliminar impuestos para evitar la sangría de empleo y quiebras, el Ejecutivo español lanza unas medidas que no ayudan a nadie a sobrellevar los escollos que existían antes de que el coronavirus generara un cierre generalizado.
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Ante la acumulación de impuestos y facturas que pagar en medio de una caída de ingresos sin precedentes, España destruye más empleo que otros porque los empleadores no se pueden permitir mantener la fuerza laboral en un país donde un salario de 950 euros le cuesta al empleador 1.450 euros. A la batería de facturas y costes fijos se le añade una desproporcionada cantidad de impuestos, según el estudio de Civismo, La Factura Fiscal de las Empresas en España. Según el profesor Santacruz, la factura fiscal que habrá tenido que abonar una empresa pequeña española presenta un tipo efectivo del 49,67% sobre su resultado bruto de explotación. En el caso de una mediana, habrá sido del 51%; y en el de una grande, del 61,57%, incluyendo todos los impuestos.
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El resultado de la muerte por capital circulante es que el tejido empresarial se destruye rápidamente y, con él, el empleo. España ha perdido casi 80.000 empresas desde la crisis. Entre 2008 y 2013 desaparecieron en España más de 160.000 empresas con asalariados -sin contar negocios de autónomos sin empleados a su cargo, lo que llevó a que el tejido empresarial español perdiera más de 3,2 millones de puestos de trabajo.
Una de las razones por las que España destruye tanto empleo es porque destruye empresas más rápido que nadie acudiendo a grandes medidas de titular que no solucionan los problemas de los creadores de empleo e ignorando el problema de capital circulante y tamaño de nuestro tejido empresarial.
Los gobiernos se lanzan a hacer grandes gastos y grandes gestos de titular que no fortalecen ni a las pequeñas ni a las grandes empresas. A las primeras no les llega, y a las segundas no se les paga cuando viene el destrozo presupuestario y una crisis de deuda.
Una crisis epidémica no se soluciona disparando el déficit y creando comités de coordinación entre 17 comunidades, bajando unos tipos que no sirven de nada porque ya eran negativos cuando la demanda de crédito caía, ni mucho menos comprando bonos de estados que ya se financian a tipos negativos y mega-empresas zombi que ya están subvencionadas. Se sostendrá el PIB artificialmente, pero eso no sirve de nada. Es fácil sostener el PIB con deuda, es muy difícil mantener el tejido empresarial ante un problema de oferta negando medidas de oferta y poniendo políticas de demanda que solo benefician a quienes ya han sido los beneficiados -gobierno y sectores adláteres-.
Si, encima, el Gobierno decide previamente debilitar el tejido empresarial y el empleo, como ha ocurrido, las empresas se enfrentan a un shock epidémico tras un shock endémico, al virus del intervencionismo se le ha añadido el virus sanitario.
Es muy difícil mantener el tejido empresarial ante un problema de oferta negando medidas de oferta y con políticas de demanda
Un shock epidémico no se soluciona con aumentos de déficit en gasto corriente y bajos tipos. La demanda de crédito solvente ya estaba cayendo a pesar de los tipos negativos.
Los enormes planes de medidas de demanda generan un doble negativo. Por un lado, se aumenta el exceso de capacidad y gasto deficitario, el crédito se concentra en los estados y los que ya lo tenían, y por otro lado se genera un cierre generalizado de la economía que no se soluciona haciendo carreteras y gastando en observatorios y comités. Los sectores ya endeudados y el Gobierno se benefician de las medidas, los demás salimos perjudicados de la caída de la economía y del aumento de impuestos.
Un shock epidémico se soluciona con medidas de oferta, no de demanda.
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Bonificando impuestos durante el periodo de crisis, eliminando la subida de las bases mínimas y máximas imponibles y bonificando cuotas sociales en los impuestos al trabajo, para evitar la sangría de empleo. Bajar el impuesto de sociedades en todos los tramos un 50% en planes de mantenimiento y fortalecimiento del empleo.
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Los Estados ya se financian a tipos negativos. Habilitar, como ya está haciendo la banca, líneas que permitan atender al capital circulante a tipos cero. La banca lo hace con sus clientes, el estado puede y debe hacerlo con los demás.
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Eliminando todas las trabas a la creación de empleo y la poca inversión que llegue. Pre-aprobación de todos los proyectos que se vayan a hacer en nuestro territorio. No se puede demorar meses y hasta años un proyecto en condiciones normales, y menos en periodo de crisis.
El lector me dirá que todo esto se debe hacer en general y no solo por una epidemia, y estamos de acuerdo.
El problema, ante esta crisis, es que estamos rodeados de algunos políticos que ponen decenas de escollos a la inversión y al empleo y cuando salta la crisis te dicen que si pides medidas es que no eres liberal (hay que tener cara dura) y que no defiendes el libre mercado que ellos han entorpecido hasta la extenuación. Pedir que el estado deje de expoliar ante una crisis inminente no es que sea liberal, es que es una obligación moral.
Aún peor, estamos rodeados de algunos políticos que piensan que esto es una fantástica oportunidad para destruir tejido empresarial y hacer a empleadores y empleados todavía más dependientes de una ayuda de un estado que ni se la puede dar ni se la va a dar.
Creer que los 120.000 millones de liquidez que va a inyectar el BCE y los miles de millones que va a despilfarrar el Gobierno van a llegar a los emprendedores que se enfrentan a meses de pérdidas es no entender el mecanismo de crédito.
La prueba está en lo que ha pasado estos últimos años y lo que pasó en la crisis de 2008, el absoluto fracaso, porque el mecanismo de transmisión solo funciona para quien ya está endeudado y entrampado. El que sale hundido de ésta es el que ha sido prudente en los últimos años pero ahora se enfrenta a impuestos crecientes, cero apoyo y caída de ventas. El rescate de los imprudentes y el sablazo a los prudentes.