La gestión que viene realizando la Comunidad de Madrid de la crisis del coronavirus supondrá, a buen seguro, un antes y un después en el modo como las administraciones públicas hacen frente a emergencias sanitarias como la que estos días azota el mundo. A la inmediatez de la respuesta, la reorganización casi cotidiana de las dotaciones de que disponemos y la creatividad con que hemos ido sorteando las trabas con que nos hemos topado, se añade el cabal aprovechamiento de los recursos tecnológicos.
Permítanme un inciso: ninguna de las reflexiones que acometamos respecto a esta epidemia puede ni debe soslayar la ejemplar, titánica labor de nuestros profesionales de la salud, cuyo ímprobo desempeño propiciará que, en adelante, hablar de la sanidad madrileña equivalga a invocar a un ejército de héroes.
Asimismo, no puedo por menos que poner de relieve, que agradecer de veras (y ningún énfasis, por insistente y arrebatado que pueda parecer, peca en este caso de desmesura) el trabajo de funcionarios, chóferes, farmacéuticos, limpiadores, dependientes, reponedores, cajeros. Y, por supuesto, el de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a la vanguardia, una vez más, de la solidaridad, de la abnegación, del altruismo. A la vanguardia, en suma, del patriotismo de ley.
Sin todos ellos, estaríamos inermes frente a una pandemia que nos ha recordado que somos más frágiles de lo que creemos, que el equilibrio sobre el que se sostiene la vida es más precario de lo que sospechábamos. Y que también ha traído, a qué negarlo, enseñanzas de valía, como, sin ir más lejos, la restitución del sentido del lenguaje: tal vez el paréntesis de excepcionalidad que ha conllevado el coronavirus nos lleve a partir de ahora a reservar la palabra “emergencia” para circunstancias que lo sean de verdad.
No obstante, querría aprovechar esta tribuna para poner el acento en cómo la Comunidad de Madrid, con la desinteresada colaboración de un nutrido grupo de expertos, ha puesto la innovación digital al servicio de su sistema de salud, es decir, al servicio de los madrileños, reafirmándonos en la necesidad de que la transformación digital esté en el centro de la acción de gobierno. No se trata de un mero alarde declarativo. Hablamos de vidas humanas. De nuestros vecinos, compañeros, amigos, hijos, padres, abuelos; de nuestros seres queridos.
Tal vez el paréntesis de excepcionalidad del coronavirus nos lleve a reservar la palabra 'emergencia' para circunstancias que lo sean de verdad
El Gobierno de la CAM siempre ha llevado a gala la sana costumbre de aprender de los mejores. Así, ha bastado con observar qué países han registrado menos mortandad, y muy concretamente Corea del Sur, para recoger su testigo y, gracias a la colaboración público-privada, desarrollar la web de autodiagnóstico Coronamadrid, a la que siguió, dos días después, la versión app para móviles.
A pesar de ser crucial, esta iniciativa no ha sido la única ni fue la primera. El 15 de marzo, hace hoy ocho días, habilitamos un registro de voluntarios para canalizar la ayuda desinteresada a la población más vulnerable, anticipándonos así la tensión a la que, previsiblemente, iba a estar sometida la sanidad madrileña. Entretanto, la web de la Comunidad, y en particular el apartado de Preguntas Frecuentes sobre el coronavirus, que llevaba operativo desde tiempo atrás, atendía telemáticamente a millones de usuarios, y a través de las redes sociales, divulgábamos vídeos explicativos de las medidas higiénicas que debían adoptarse en los hogares en que hubiera enfermos de coronavirus, instrucciones tan simples (y tan decisivas) como que la persona encargada de la limpieza se protegiera con guantes y mascarilla de un solo uso, o que las habitaciones se ventilaran cinco minutos al día.
Ha bastado con observar a Corea del Sur para recoger su testigo y desarrollar la web de autodiagnóstico Coronamadrid con colaboración público-privada
Asimismo, y con el ánimo de paliar los efectos del confinamiento, habilitamos en tiempo récord la plataforma educativa EducaMadrid, agilizamos el cobro de la prestación por desempleo mediante un formulario online, y universalizamos el servicio eBiblio de las bibliotecas de la Comunidad, hasta entonces restringido a socios, y que incluye 10.000 ebooks y 4.000 películas.
A ello hay que añadir las dotaciones extraordinarias de portátiles y tabletas en hospitales para facilitar la comunicación de los pacientes con sus familiares, la instalación de 1.500 equipos en los hoteles medicalizados e Ifema, la puesta en marcha de nuevos servidores en los centros de coordinación sanitarios de Puerta del Sol y de Emergencias (ASEM 112), la adquisición de unidades para facilitar el teletrabajo a los empleados públicos, priorizando en este punto a los 4.000 usuarios que se han identificado como esenciales para mantener los servicios que se consideran críticos y a los trabajadores del ámbito sanitario.
A modo de resumen: 10.000 portátiles y tabletas, 20.000 líneas móviles, acceso a la conexión remota de la red corporativa para 20.000 usuarios, 1.500 equipos de videoconferencia.
Hasta ahora, Madrid se conocía en el mundo por su carácter abierto y cosmopolita, su conectividad, sus museos, su vigor económico y social. Ahora, además, estamos en disposición de situarnos a la cabeza de la digitalización en Europa.
Tenemos de nuestro lado el factor humano, por lo que sólo cabe esperar que no flaquee el componente material, de ahí que haga mía la petición de la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, de que el Gobierno de España haga efectiva la provisión de los kits de detección que llevamos días reclamando.
En el convencimiento de que, cuando superemos esta crisis, y a fe que lo lograremos, Madrid no será igual. Será mejor.
*** Eugenia Carballedo es consejera de Presidencia del Gobierno de la Comunidad de Madrid.