Una de las virtudes incuestionables de la lengua española es la riqueza de sus localismos y modismos. El diccionario de la RAE define el término modismo, como una expresión fija, privativa de una lengua, cuyo significado no se deduce de las palabras que la forman. "Oído a la Caja", como tal modismo no vendría a representar lo que de la simple interpretación de las palabras que conforman la expresión pudiera derivarse.
En nuestro caso, su acepción más comúnmente utilizada no es otra que la de advertencia, señal de alerta, la indicación de que debemos prestar atención especial a algo que puede suceder a nuestro alrededor o en nuestras vidas.
Vive hoy el mundo una crisis inimaginable en los últimos 100 años. Una pandemia que está asolando el planeta no diferenciando frontera alguna y expandiéndose como el ser humano del siglo XXI jamás pudo imaginar.
Si algo nos está subrayando el Covid 19, es la vulnerabilidad de la civilización actual. Desdeñábamos que algo como lo que está sucediendo pudiera pasar en la era de la Inteligencia Artificial, la robótica, las nuevas tecnologías, etc. En el pecado de una cierta soberbia podemos llevar la penitencia.
Pasará, sin duda la crisis sanitaria. Y lo hará dejando miles de muertos repartidos por todo el planeta que no tenían, en el calendario de su vida, anotado este fatal desenlace. Lo superaremos, desde el plano de la salud, con mayor esfuerzo y sacrificio del que podíamos imaginar al inicio de la pandemia.
Otra cosa es, anticipar que secuelas dejará esta crisis en la economía. En las empresas. En la estructura del desempleo. Nunca, en 100 años, nuestro país había paralizado, de facto, su tejido industrial o de servicios. Sólo permanecen abiertos los llamados sectores de "actividades esenciales".
En ese escenario, ¿cómo anticipar lo qué puede ser el día después? ¿cómo actuar tras superar la crisis sanitaria para recuperar paulatinamente la actividad? ¿Cómo hacerlo, desde ya, para prevenir el fracaso?
Desdeñábamos que algo como lo que está sucediendo pudiera pasar en la era de la Inteligencia Artificial y la robótica
El empresario, ha de ser consciente de que para llegar al día después, ha de mantener la estructura empresarial en las mejores condiciones posibles. Asumir como irreversible que ha de reaccionar. Que es imposible mantener una estructura de gastos sin ajustes ante una situación de paralización absoluta de los ingresos y, probablemente los cobros pendientes. Esa reflexión deberá hacerla en los primeros días. Cuando las medidas puedan dar sus frutos al ser implementadas.
La "caja", la liquidez, es la clave. Siempre lo es, pero en esta coyuntura adquiere la condición de esencial. El empresario tiene que saber, con el mayor rigor, cuáles son sus disponibilidades. Qué ha de cubrir con ellas y por cuanto tiempo. Para ello se hace imprescindible un análisis profundo de la estructura mínima e imprescindible para mantener la empresa viva.
Empezando por la plantilla, siempre un concepto de gasto principal. Tendrá que valorar las posibilidades que el estado de alarma ofrece para acogerse a ERTES (expediente de regulación temporal de empleo) circunstanciales que posibiliten ajustar el coste de personal a la realidad del momento. A su vez, hacer inventario de todos aquellos gastos prescindibles en economía de guerra. Diseñar acciones de mínimos. Es decir, de cruda prudencia. Analizar, una y otra vez, con que cuenta y con qué podrá contar durante su particular cuarentena de incierta salida.
La "caja" es la que es y la que él puede controlar. ¿Será suficiente? Deberá responderse con absoluta sinceridad. No contando, con las lógicas excepciones, con que sus clientes -que también están inmersos en la misma crisis- llamarán espontáneamente a su puerta para atender las obligaciones comprometidas. Hoy todos piden árnica, hay que tenerlo presente. Controlar la tesorería y disponer de proyecciones objetivas a seis meses será determinante para salir, de la mejor manera posible, de la crisis post Covid 19.
El Estado, a través del ICO, ha aprobado determinadas líneas de avales para que, por medio de las entidades financieras, fluya la ayuda a las empresas posibilitando disponer de líneas de liquidez que palíen la situación. Las ha establecido en hasta 20.000 millones divididos en dos tramos de 10.000 cada uno. En cualquiera de los casos, el mejor mensaje es que esa financiación está avalada, hasta un 80% por el ICO y cuyo coste del aval será absorbido por las entidades financieras. El tipo de interés será razonablemente de mercado. De mercado actual, y el plazo de duración de la financiación de cinco años con uno de carencia. Sin duda, para el conjunto de las empresas, un necesario balón de oxígeno y, muy en particular, para la pequeña y mediana empresa española, la gran protagonista del tejido empresarial de nuestro país.
*** José María Pinedo y de Noriega es socio director de Auren Corporate.