Seguro que ha visto memes de lo que pedí ‘vs’ lo que recibí: muebles a precios de escándalo que luego resultan ser para una casa de muñecas, o vestidos de fiesta que en directo parecen un disfraz de carnaval. Eso por no hablar de las imitaciones: calcetines Mike, televisiones Zony y cualquier cosa que se imagine. Bueno, cualquier cosa no. Adquirir productos sensibles, como juguetes y fármacos, de fabricantes no autorizados conlleva riesgos. Y lo mismo pasa con algunas de las preciosas y altruistas iniciativas que intentan fabricar material médico por su cuenta para aliviar los cada vez más colapsados hospitales.
No me malinterprete. Aplaudo todos y cada uno de los proyectos que están surgiendo para paliar la escasez de suministros sanitarios esenciales. Pero, mientras que lo peor que puede causar una camiseta Adidos es vergüenza ajena, los materiales médicos cuya seguridad y eficacia no están garantizadas pueden agravar la salud de los enfermos y la propagación de la enfermedad.
He leído varios artículos que critican la reciente decisión de la Comunidad de Madrid de rechazar un cargamento de viseras para proteger al personal sanitario, fabricadas por impresión 3D por los Coronavirus Makers. Al parecer, aunque en un primer momento el producto recibió el visto bueno de la Consejería de Sanidad madrileña, tres días después el mismo organismo se desdijo al no disponer de la autorización de la Agencia Española del Medicamento y de Productos Sanitarios, según informa la Cadena Ser.
Sin entrar en suspicacias ni intereses políticos y económicos (sobre todo si tenemos en cuenta que otras comunidades autónomas sí están aceptado los suministros del grupo), tiene sentido que cualquier producto destinado a protegernos del coronavirus deba pasar por unos determinados controles.
Los materiales médicos cuya seguridad y eficacia no están garantizadas pueden agravar la salud
Una visera que no haya demostrado su capacidad de proteger a la gente de infecciones podría generar una falsa sensación de seguridad que impulse a los profesionales sanitarios a asumir mayores riesgos. Aunque también es cierto que, ante la flagrante falta de material que estamos sufriendo, probablemente resulten más útiles que las bolsas de basura a las que se han visto obligados a recurrir algunos trabajadores de hospitales.
Luego están los 640.000 test rápidos que el Gobierno de España ha tenido que devolver al comprobar que su sensibilidad era del 30%, cuando el mínimo requerido es del 80%. En este caso, los test no procedían de voluntarios, sino de una empresa china. Aunque no sabemos si la compañía actuó de mala fe o fue un error, lo que sí está claro es que utilizar sistemas de diagnóstico de mala calidad podría provocar un aluvión de falsos negativos que impulsaría la propagación del virus por parte de personas enfermas que creerían estar sanas. En este caso, el lo que pedí ‘vs’ lo que recibí del que ha sido víctima la sociedad española no hace más que agravar la situación.
De vuelta al mundo maker, una empresa que vende impresoras 3D ha decidido utilizar sus máquinas para fabricar hisopos nasales para detectar el coronavirus. A pesar de lo simples que pueden parecer estos bastoncillos, si no son lo suficientemente flexibles, finos y largos, también podrían incurrir en falsos negativos. Por ello, la compañía está siguiendo las pautas elaboradas por un grupo de expertos y dispone de una autorización de la Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA) para producirlos.
Pero si hay algo que urge por encima de todo son las máquinas de respiración artificial. Un equipo del MIT está esperando la aprobación de "Uso de Emergencia" de la FDA para publicar el diseño de un sencillo y económico sistema para mecanizar los aparatos de bombeo manual típicos que se usan en ambulancias.
No obstante, sus creadores advierten que solo podrán ser fabricados por personas con la experiencia necesaria y que solo deberán ser utilizados bajo la supervisión de profesionales y en condiciones de vida o muerte. Por su parte, los Coronavirus Makers también están trabajando crear para un diseño similar. El director de la Fundación Cotec, que coordina la iniciativa, Jorge Barrero, afirmó esta semana que sus respiradores "ya siendo testados y han de cumplir exigencias de seguridad y eficacia".
Los 'Coronavirus Makers' también están trabajando crear para un diseño de máquinas de respiración artificial
Además de respiradores en sí mismos, hay otro avance que podría aliviar la escasez y que ya ha recibido la aprobación de la FDA: un sistema para que un mismo respirador pueda ayudar a hasta cuatro pacientes con problemas respiratorios críticos al mismo tiempo. No obstante, algunos expertos desaconsejan su uso, pues consideran preferible que la máquina se centre exclusivamente en los enfermos que más vayan a beneficiarse de ella. Dado que parece que no hay consenso sobre este tipo de alternativas, resulta imprescindible que, como mínimo, los profesionales que las reciban sean conscientes de sus limitaciones y riesgos.
A falta de escayolas, una tirita no solo es incapaz de curar una pierna rota, sino que puede agravar la herida aún más. Sin embargo, no cabe duda de que situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.
El debate está servido, pero, personalmente, sigo aplaudiendo y apoyando todas las iniciativas de la comunidad maker. Simplemente espero que sigan todas las normativas y especificaciones requeridas y que informen debidamente de las limitaciones de sus creaciones para que su buena voluntad no se convierta en otro caso de lo que pedí ‘vs’ lo que recibí. Porque, aunque a nadie le guste llevar calcetines Mike, siempre será mejor llevarlos que tener que andar con los pies descalzos.