Los datos del mercado de trabajo que conocimos este jueves no creo que hayan sorprendido a nadie. Más de uno ha tenido que reconfigurar la numeración del eje de ordenadas para visualizar el batacazo. Los datos de afiliación a la Seguridad Social arrojan 18.445.436 personas, con 833.979 afiliados menos... su mayor recorte de la historia. Igual ocurre con los contratos, una reducción del 26,5%, donde no sólo los empleadores han tenido que salvar puestos a costa de los temporales, que cayeron un 27.4%, sino que también los indefinidos han caído más de 19%.
Probablemente estas dos cifras son las más ilustrativas de lo que estar por venir. Porque la afiliación a la Seguridad Social aún nos oculta una realidad tan forzada como el marco jurídico que día a día nos cambia las reglas de juego. Y por eso, cuando vemos que el número de parados registrados ya asciende a 3.253.853, no deja de parecernos agua bendita en una tormenta que no ha hecho más que empezar. 302.365 parados más y un 9% de incremento no es más que el preludio de la tragedia socioeconómica que se asoma por nuestras ventanas y balcones.
Ahora nos acordamos de la importancia de sectores como la sanidad, como la alimentación, facultativos y cajeras de supermercado, la agricultura y la España vaciada que ahora nos aprovisionan de alimentos y de esperanza. Atrás quedan las reflexiones sobre una digitalización que ha venido para quedarse, pero que acompañada de nuevos retos probablemente exijan un nuevo contrato social. Seguro que de esta crisis salimos siendo mejores personas.
El número de parados registrados asciende a 3.253.853 y no deja de parecernos agua bendita en una tormenta que no ha hecho más que empezar
Los vaivenes de la Bolsa y el estancamiento de banca, industria y automoción, el sector inmobiliario, la hostelería y el retail, apuntan a que las cifras de abril y mayo serán mucho peores. Y es que los números de hoy muestran ya el impacto que esta crisis sanitaria tendrá en nuestro mercado de trabajo. Y lo que viene será previsiblemente mucho peor, porque en los datos que ahora hemos conocido no están descontados todos los contratos temporales suspendidos y las personas trabajadoras que tengan contratos en vía de ser suspendidos por ERTEs, más las que ya estén incluidas en estos procesos, ni la incertidumbre que esconde tras los permisos retribuidos recuperables...
De seguir así, a finales de abril podríamos registrar un nuevo recorte de otros 900.000 afiliados y que el número de parados superase las 3.753.700 personas trabajadoras, con una variación interanual de cerca de 600.000 personas paradas (+18,7%).
Porque a nadie se nos escapa que cada mes de inactividad puede suponer una reducción del 3% de nuestro PIB. Tenemos que pensar que el cierre de las actividades no esenciales afectará a más de nueve millones de personas, casi la mitad de la población activa. Italia ya ha estimado una caída de su producto interior bruto del 6%, y su PMI manufacturero se asoma a menos 20%. Y eso que ellos tienen un tejido empresarial e industrial mucho menos vulnerable que el nuestro. Nuestra industria ya había caído un 10% en un escenario de acelerada terciarización de nuestra economía. Por eso muchas voces apuntan a que la caída de nuestro PIB se moverá entre el 9 y el 10%.
El cierre de las actividades no esenciales afecta a más de nueve millones de personas, casi la mitad de la población activa
Pero tenemos que poner luces largas, luchar contra la pandemia y tratar de salvar los muebles. Y nuestra economía, nuestro Estado del Bienestar, nuestra sanidad, nuestras infraestructuras y nuestro futuro dependen sobre todo de las empresas.
Espero que en el reseteo que venga se ponga el valor no sólo en la necesidad de ser más disciplinados con el cumplimiento de las variables macro que nos preparen para futuras crisis. También para la defensa del emprendimiento, el esfuerzo y el mérito. Necesitamos ahora más que nunca apostar por el talento, probablemente el único vector de competitividad que nos quede.
Por eso, en este marasmo de normas para el desayuno y la vigilia, las nuevas medidas para autónomos, pymes y empresas en general se me antojan escasas y extemporáneas. Se necesita liquidez para la supervivencia y liquidez para el talento. O somos capaces de mantener nuestra capacidad productiva con respeto a las condiciones de prevención y protección para los trabajadores, o no hay dinero para sufragar tanto subsidio.
De momento las cuotas a la Seguridad Social se han cargado a nuestros autónomos, los aplazamientos se dilatan un mes, y el dinero de empresas y trabajadores para la formación continua se compromete para el resto de 2020. Un mensaje decepcionante ahora que tenemos que alinear los esfuerzos para el día después. Nuestros jóvenes y nuestros seniors, todos en general, tendremos que recualificarnos, reciclarnos o simplemente reinventarnos en los próximos meses. Pongamos en valor a las personas y el futuro será mucho mejor para todos.
*** Javier Blasco es director del Adecco Group Institute