El Covid-19 desnuda la vulnerabilidad del sistema
La crisis del Covid-19 es una tragedia humana, social y económica. Es algo que los profesionales de los mercados financieros calificarían como un cisne negro. Un suceso de baja probabilidad, pero de gran impacto. A juzgar por la reacción de los mercados, nuestro cisne tiene alas, nombre y apellidos en los anales de la historia.
Para que se hagan una idea de la magnitud del asunto: de los cinco desplomes bursátiles más severos de la historia, dos se han producido durante el último mes. Los otros tres se corresponden con el lunes negro de 1987 y la materialización del crack del 29. Y si lo comparamos con la historia reciente, el peor día de la crisis financiera de 2008 fue un 33% más benigno que la del pasado 16 de marzo. Lamentablemente, este tipo de cisnes negros no se pueden evitar. Pero sí se puede estar mejor preparado para afrontarlos. Bienvenidos a la era de los shocks extra financieros.
La actual crisis tiene dos características importantes. La primera es que su origen no es financiero. La segunda es que tiene un carácter sistémico, es decir, que nos afecta a todos, seamos ricos o seamos pobres, seamos guapos o feos, empresarios o trabajadores, vivamos en el norte o en el sur. Dicho en el argot financiero, se trata de un riesgo "no diversificable".
El peor día de la crisis financiera de 2008 fue un 33% más benigno que la del pasado 16 de marzo
Desafiando nuestra intuición, que se basa en una corta memoria histórica –todas las generaciones vivas hoy en nuestro planeta han disfrutado de la época más estable y próspera del ser humano– este tipo de shocks no financieros y sistémicos van a ser cada vez más frecuentes. No es casualidad que, durante los últimos cinco años, siete de cada diez de los riesgos más severos en el Mapa de riesgos globales del Foro Económico Mundial, estén relacionados con aspectos extra financieros. Principalmente de carácter ambiental y social.
Este tipo de shock pone de manifiesto un buen número de vulnerabilidades de nuestro sistema económico que probablemente destierren algunos de los paradigmas más aprehendidos por las escuelas de negocios. ¿Qué fue de esos sistemas de producción de cero stocks o de Lean Manufacturing? Que cuando la música deja de sonar, los mercados se desabastecen, también de bienes básicos. ¿Qué ocurrió con esas cadenas de valor globales y optimizadas? Que cuando cunde el pánico, las fronteras se cierran y las mascarillas, los sistemas de protección y los test son confiscados por los gobiernos para su autoconsumo. ¿Qué ocurre cuando tenemos grandes desigualdades sociales? Que las personas más desprotegidas y con menores coberturas no pueden permitirse quedarse en su casa y aceleran la velocidad de transmisión de la pandemia.
Sin embargo, esta crisis también nos deja aprendizajes positivos. Las empresas que han apostado de manera estratégica por la sostenibilidad probablemente saldrán reforzadas. Así lo reflejan los mercados. Los índices sostenibles -tanto de bolsa como de bonos- han mostrado una fortaleza muy superior a los índices tradicionales. Tampoco es casual.
Las compañías con mejores prácticas en el cuidado de sus trabajadores identificaron el reto del Covid-19 con mayor celeridad y anticiparon medidas que les permitieron un ajuste más rápido en sus operaciones. Empresas que han desarrollado el teletrabajo como herramienta de flexibilidad y una cultura de co-responsabilidad, han pasado de un entorno presencial a uno virtual sin apenas comprometer su productividad.
La crisis del Covid-19 es, con la calculadora en la mano, la antesala a otras crisis sistémicas de origen no financiero. Quizá el factor más probable sea el cambio climático. Quizá venga por otro lado. Al fin y al cabo, el error es humano. También el aprendizaje. Preparémonos para un mundo más vulnerable. Es el momento de apostar por la sostenibilidad.
*** Jaime Silos es director del Clúster Transparencia, Buen Gobierno e Integridad de Forética