Con las fronteras cerradas, la Unión Europea se deja notar estos días en la prensa. Si el domingo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se dirigía a los europeos en varios periódicos de los Estados miembro, este lunes, eran el vicecanciller y responsable de Finanzas alemán, Olaf Scholz, y el ministro de Exteriores de su Gobierno, Jeiko Maas, los que se dirigían a España.
También los comisarios de Economía y Mercado Interior, Paolo Gentiloni y Thierry Breton, escribían en varios medios a los europeos, ahondando en la búsqueda de una solidaridad que el 28 de marzo avanzó en una tribuna publicada en Invertia y El Español, el vicepresidente económico de la CE, Valdis Dombrovskis.
La conclusión del intercambio epistolar abierto es que Europa va a ser solidaria. Aunque esa generosidad tenga un matiz diferente en función del país en el que se difundan las cartas.
Decían los comisarios que Bruselas busca de un sistema de gobernanza que permita ayudar a los países más dañados por el Covid-19 y "evitar cualquier riesgo moral". Se trata de buscar una fórmula para que los países del Norte, más aplicados en su equilibrio presupuestario, 'ayuden' a los del Sur que siguen con el despilfarro si se atiende al déficit.
Desde que la crisis de Lehman Brothers puso a prueba los pilares de la UE y la eurozona, el riesgo moral siempre se ha medido en términos económicos. Sin embargo, en esta crisis sanitaria ha aflorado otro tipo de riesgo moral con connotaciones muy distintas.
En febrero, cuando las noticias sobre el coronavirus sólo venían de China, los países de la UE más previsores comenzaron a hacer acopio de material. España salió tarde a comprar. Pero cuando llamó a la puerta del mercado europeo para hacerse con los EPIs (equipo de protección individual) y respiradores que necesitaba para hacer frente al virus, se encontró con muchas puertas cerradas.
Alemania también ha sido más previsora que España a la hora de dirigir a su industria hacia la producción propia de material sanitario. Francia cuenta con grandes centros logísticos en los que gestiona este material y hasta Italia cuenta con algo de producción propia. Sin embargo, España -con alguna pequeña excepción- dependía casi al 100% de la importación.
Cuenta el secretario general de ASEPAL (Asociación de empresas de equipos de protección individual), Luis Gil Palacios, cómo con Italia sumida ya en el caos sanitario, el eje francoalemán limitó la circulación de esa valiosa mercancía para los médicos y los enfermos en el mercado interior para preparar su stock nacional de cara al coronavirus.
España salió tarde a comprar. Pero cuando llamó a la puerta del mercado europeo se encontró con puertas cerradas
Una vez que China comenzó a abastecer a Europa, gracias a que el Covid-19 amainó en su territorio, esos vetos silenciosos se fueron suprimiendo.
Competir con China en producir mascarillas es complicado para una industria europea que quiera ser competitiva. Por ello, cuando se frenen los contagios será el momento de abrir el debate sobre si el abastecimiento de material sanitario debe ser garantizado por cada Estado miembro en solitario o por una industria europea que pueda competir en este terreno y a su vez, garantizar la solidaridad europea.
Por si alguien tenía alguna duda sobre la solidaridad de Alemania, Scholz y Maas quisieron dejar claro que su país ha enviado "material sanitario y respiradores a Italia" y ha evacuado a"miles de turistas europeos de países en los que la atención sanitaria es bastante peor que en Europa".
También a la hora de tomar las decisiones comunitarias sobre cómo se deben atender a los enfermos y dotar los hospitales de los distintos países puede haber riesgo moral.
Pero volviendo al terreno económico, esta vez, los países del Norte parecen decididos a conceder esa ayuda sin que medien los hombres de negro.
Con el fondo de rescate europeo (MEDE) constituido desde hace casi una década, la UE cuenta con un primer cortafuegos con el que auxiliar con urgencia a Italia y España, los dos países más afectados por el Covid-19. Para ello, tendrá que modificar la letra pequeña que liga esos préstamos a la firma de un Memorándum de entendimiento, como el que firmaron los países rescatados -incluido España para auxiliara a sus bancos- en los peores años de la crisis de deuda en la Eurozona.
Esta vez, los países del Norte parecen decididos a conceder esa ayuda sin que medien los 'hombres de negro'
¿Sin condiciones? Seguro que alguna habrá. Pero el Sur también tiene que entender que a los países con los que quiere mutualizar riesgos también les cuesta esfuerzo hacer los deberes en el plano económico.
Más allá del MEDE habrá otras ayudas a través de distintas herramientas que van desde el SURE (el seguro europeo de desempleo) a los planes de inversión del BEI (Banco Europeo de Inversiones) pasando por los estímulos con los que el BCE seguirá dopando a los mercados. Fondos que podrían quedarse cortos, pero que son un punto de partida.
El discurso de los "ricos" y los "pobres" no solo es maniqueo, sino que es muy peligroso. El Norte sabe que no dar pie a ese debate es el mejor antídoto contra el populismo que ya ha llegado a los Gobiernos de los países del Sur.