Comencemos refrescando los datos básicos y obvios. Por España, vía marítima, entra casi el 85% de las importaciones y sale el 65% de las exportaciones. Las 28 Autoridades Portuarias que gestionan los 46 puertos de interés general, mantienen engrasada la maquinaria donde los operadores, terminalistas, navieras y empresas prestadoras de servicios e intermodales trabajan en aras de no solo mantener sino incrementar el tejido productivo de un país al que aportan en torno al 2% del PIB nacional.
Recordemos que el impacto económico total -directo, indirecto e inducido- del sistema portuario, en términos de empleo, roza los 300.000, teniendo en cuenta, además, el efecto multiplicador, ya que por cada trabajo que genera el sector portuario, se crean dos puestos de trabajo adicionales en la economía en su conjunto.
Se trata de un campo, el portuario, estrechamente ligado a la economía productiva y de un enorme y creciente dinamismo, tal y como los tráficos portuarios han venido reafirmando, así como su posición altamente competitiva con respecto a puertos de primer nivel en el ámbito internacional. No en vano, en el mundo globalizado, la competitividad de las cadenas logísticas es un factor clave de la competitividad del comercio exterior de cualquier país. Y los puertos, créanme, son fundamentales en ellas, además de ser uno de los termómetros más fiables de la salud de nuestra economía.
España, por otro lado, goza de una posición geoestratégica primordial en el tráfico de mercancías, combinando el trafico import-export y el de tránsito de un modo complementario situando a puertos como Algeciras, Valencia y Barcelona en el Top10 de los puertos europeos.
Así, los grandes operadores y navieras internacionales tienen en nuestros puertos una presencia más que destacada y las empresas españolas, además, van mucho más allá de nuestras fronteras.
Como también las compañías prestadoras de servicios. Me refiero a las empresas amarradoras, remolcadoras, de consignación, de manipulación de mercancías -estiba-desestiba, tránsito y trasbordo-, las de servicio al pasaje -pasajeros y vehículos en régimen de pasaje- las de gestión y recogida de desechos y residuos (MARPOL), de practicaje, transitarias y otras tantas que hacen que la cadena logística, tanto del lado mar como de tierra, esté perfectamente sincronizada permitiendo a nuestra economía crecer y desarrollarse con resultados altamente satisfactorios.
Los puertos son uno de los termómetros más fiables de la salud de nuestra economía
Cabe decir que el sector portuario es de los que mejor implementan la colaboración público-privada, donde ambas conviven mostrando sus mejores caras. La PPP no es un deseo, es un hecho palpable. Como también es cierto que hay que seguir trabajando en la conectividad viaria y ferroviaria, donde esta última está jugando cada día un papel más relevante.
Pero tampoco es un sector ajeno al desarrollo sostenible, sobre todo desde que entró en vigor la Directiva 2014/94/UE y su trasposición al ordenamiento español mediante RD 6397/2016, que obligaba a los Estados Miembros a adoptar una estrategia nacional para el desarrollo del mercado de combustibles limpios de los diferentes modos de transporte y la implantación de su infraestructura correspondiente, afectando en el caso del transporte marítimo, especialmente al desarrollo del bunkering de GNL y al suministro de electricidad en los puertos.
Desde entonces, todos los puertos y las empresas que en ellos operan han trabajado en esta línea y es una apuesta ya consolidada y absolutamente interiorizada por todos aquellos eslabones de la cadena.
Son algunos aspectos, simplemente, reseñables, entre otros muchos que describen a este sector tan complejo como apasionante.
Pero me sigue sorprendiendo que, a pesar de la importancia del mismo en nuestra economía, siga siendo uno de los grandes olvidados, algo en lo que ya entraremos en próximas ocasiones. Aquellos que vivan en una provincia con mar y puerto, recordarán las grandes operaciones llevadas a cabo en lo que denominamos puerto-ciudad.
Esas operaciones donde la ciudad y el puerto correspondiente han ido de la mano para emprender grandes proyectos que habrán cambiado para siempre la fachada marítima. Piensen en Barcelona, en Málaga, en Bilbao. O recordarán los buques de cruceros que forman parte ya del skyline marítimo. O incluso recordarán la regatas de embarcaciones de vela o aquellos puertos donde los astilleros forman parte del paisaje natural. Como aquellos puertos que tienen marinas de megayates donde, además, España ocupa un lugar destacadísimo en el denominado refit&repair. Pero pocos sabrán decir, qué navieras, qué operadores y qué terminalistas operan allí. O si se trata de contenedores, carga general, graneles, ro-ro, project cargo o demás. O más aún. A qué se dedican exactamente y cómo afecta a nuestra vida diaria.
Pues bien. Vamos a centrarnos, debido a las circunstancias, en un sector que no solo es esencial en un día normal. Sino que con la crisis del COVID 19 es más que fundamental. Me refiero al agroalimentario.
Más de 12 millones de toneladas de productos hortofrutículas pasan por los puertos españoles. España es el primer país exportador de Europa y asimismo, es receptor de las importaciones de frutas procedentes de terceros países. No podemos olvidar, que sin el transporte marítimo, Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla quedarían desabastecidas.
Más de 12 millones de toneladas de productos hortofrutículas pasan por los puertos españoles. España es el primer exportador de Europa
En España, además, tenemos empresas dedicadas al tráfico agroalimentario, donde la soja, los cereales y demás productos alimentarios, no se nos escapará, están siendo esenciales en este mes de confinamiento para que la industria relacionada con los mismos pueda seguir funcionando y por ende, alimentándonos. O las empresas de pasta de papel, material para el que la confección de mascarillas, batas y demás, tampoco se nos escapará, juegan un rol más que clave en estos días, sin olvidar los productos farmacéuticos.
Puertos como Tarragona, Huelva o Cartagena juegan un papel esencial. El Puerto de Tarragona, sin ir más lejos, mueve casi 6 millones de toneladas de productos agroalimentarios, siendo Estados Unidos, Ucrania, Rumania o Argentina los principales países exportadores y cuya distribución de los productos alcanza un hinterland que incluye Cataluña, Aragón, Navarra y Castilla, donde se fabrica el 40% del total de la producción de piensos de España.
Tenemos empresas importadoras en España de primer nivel, compitiendo a escala internacional en la Champions League de la agrolimentación. Y sí, pasan todas ellas por nuestros puertos. Y el empleador portuario está trabajando a destajo pendiente de que así sea, con todos los riesgos que ahora conlleva.
Cuesta imaginar el destinatario final. Pero es usted, su familia, sus vecinos, con independencia de que vivan en Coruña, Soria o Cádiz. Da lo mismo. La penetración de las mercancías a cargo de las empresas que operan en puertos españoles es total y absoluta. Y no entiende de territorios ni de fronteras. Entiende de suministros, de logística, de tejido productivo, de creación de empleo. Entiende de supervivencia. De competitividad. De competencia y de mercado.
Y sobre todo, de hacer su trabajo mientras miramos a otro lado. Pero ahí están. En silencio. Uno de los silencios más productivos.
*** Eva Miquel Subías es socia directora aWp Services y consultora de puertos y logística.