“No me juzgues por mis éxitos, júzgame por las veces que me caí y me volví a levantar” (Nelson Mandela).
La Organización Mundial del Comercio (OMC) estima que la caída del comercio mundial será de entre el 10% y el 30% en 2020. En este sentido, la última encuesta de gestores de fondos de Bank of America señala que el 55% de los encuestados esperan una recuperación en forma de U, el 22% una recuperación en forma de W y sólo el 15% una recuperación en forma de V. El 57% de los gestores considera una posible segunda oleada de coronavirus como el principal riesgo para sus carteras.
Los países donde la tecnología y el sector salud predominen saldrán antes (véase el siguiente gráfico de BlackRock para EE.UU. comparando la crisis financiera de 2008 con la actual). Los más dependientes de sectores como el turismo, la hostelería y el inmobiliario tardaremos más. Por tanto, habrá V para unos y U para otros:
Una prueba de que la V se dará en los países innovadores puede ser el reflejo sectorial en bolsa. Como podemos observar, el sector salud y la tecnología (sectores por los que siempre apuesto) son los que mejor se han comportado en el primer trimestre tal y como refleja este gráfico de The Economist:
La política monetaria no convencional (dar liquidez a los bancos y comprar renta fija a vencimiento) es clave para combatir los efectos del coronavirus. La convencional no tiene margen de maniobra, ya que el mundo rico ya tiene los tipos a cero, así que las inyecciones masivas de liquidez aprobadas por el BCE y la Fed son vitales.
España sólo puede manejar la otra gran pata de la política económica (porque la monetaria viene dada por el BCE): la política fiscal (impuestos y gasto público).
El objetivo inmediato está siendo minimizar los impagos de empresas y familias. En estas circunstancias excepcionales estando en territorio desconocido, se pide también un esfuerzo fuerte a las empresas.
La clave estará en lo que siga. Según Felipe González en un webinar al que asistí el miércoles, estamos en una época propicia para que prospere el populismo, es decir, “dar respuestas simples a problemas complejos señalando a un culpable”.
Las políticas de demanda no tendrían mucha eficacia en las circunstancias actuales puesto que no hay tanta demanda al estar confinados. Por lo tanto, esta secuencia podría resultar perniciosa: incrementamos artificialmente el PIB vía gasto público, se dispara el déficit, nos toca emitir más deuda pública y subir los impuestos principalmente “a los de arriba”, la situación se nos va de las manos, pedimos un rescate, la troika (CE, BCE y FMI) nos vigila, y nos toca austeridad extrema con devaluación interna afectando a los salarios.
Parece que sería mejor anticiparnos: ya que estamos pidiendo esfuerzos a las empresas ahora, inyectémosles liquidez rebajando el impuesto de sociedades durante unos años (al menos a las pymes), y a la vez, reduzcamos radicalmente los gastos superfluos, los gastos no imprescindibles a corto plazo y muchas subvenciones.
Según el FMI (ver gráfico anterior), el Gran Confinamiento va a convertirse en la peor recesión desde la Gran Depresión. El mundo decrecerá este año un -3%, pero como se pronostica que el año próximo crecerá un 5,8%, el resultado conjunto de los dos años será un crecimiento del 2,63%.
La peor parte se la llevan los dos países en los que el turismo tiene más peso en el PIB (en España, 14,3%; en Italia, 13%). Nosotros decreceremos este año un brutal -8% y, dado que en 2021 sólo creceremos un 4,3%, en el conjunto de ambos años nuestro PIB caerá un -4,04%.
A nivel mundial, no hay que alarmarse: es verdad que este año será el peor con diferencia desde 1980, pero la subida prevista para el próximo año también será la mejor del periodo:
Se trata de una crisis sin precedentes y hay una considerable incertidumbre acerca de su impacto en las vidas y en los medios de subsistencia de las personas. Dependemos mucho de la epidemiología del virus, de la eficacia de las medidas de contención y del desarrollo de tratamientos y vacunas, todo lo cual es difícil de predecir. No obstante, nunca olvidemos que las dificultades no llegan para destruirnos, sino para que descubramos nuestro potencial oculto.