Españoles invirtiendo en España
Poco a poco iremos saliendo de nuestras casas, iremos avanzando en la llamada desescalada del coronavirus para adentrarnos en la escalada de la crisis económica a la que nos enfrentamos. Las recetas que hemos empezado a escuchar son ya conocidas y, aunque en parte necesarias, serán insuficientes si las aplicamos de la misma manera que las aplicamos tras la crisis del año 2008.
Por una parte, ya se ha empezado a incrementar el gasto público. Esto nos llevará a más déficit y deuda pública -entorno al 10% de déficit y una deuda por encima del 120% del PIB según estimaciones de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF)- lo que nos pondrá al borde del colapso económico y social, al no tener recursos para pagar subsidios y pensiones. Por otra, se nos forzará a nuevos recortes que, una vez más, sufrirán en especial las pymes, los autónomos y las personas trabajadoras.
Albert Einstein nos dijo que “no puedes esperar resultados diferentes si sigues haciendo lo mismo”. Ha llegado la hora de transformar profundamente nuestro modelo económico y apostar por nuevas soluciones. Con ese espíritu, en España acaba de nacer 'Plan A, Economía para la Vida' un proyecto liderado desde el Foro NESI de Nueva Economía e Innovación Social junto con más de 50 organizaciones empresariales y de la sociedad civil y que en sus primeras setenta y dos horas ha sido subscrito por más de 3.000 personas.
Ha llegado la hora de transformar nuestro modelo económico y apostar por nuevas soluciones
Durante los meses de mayo y junio, Plan A recopilará propuestas concretas para transformar la economía española. La ambición de la iniciativa es presentar estas propuestas al Congreso de los Diputados y contribuir a una transformación del modelo productivo y de consumo del país.
Con diversos expertos se trabajará en la definición de propuestas para sectores claves como el agroalimentario, la vivienda, el textil, el comercio, la energía o el turismo y una de las temáticas claves será la inversión y las finanzas, ya que el dinero es la sangre que debe circular para dar vida el sistema económico.
Inversión y reconstrucción
Las dos preguntas claves aquí son ¿hacia que tipo de proyectos queremos que circule esa sangre? ¿Quién queremos que sea el corazón que impulse ese dinero en la dirección adecuada?
La respuesta a la primera es clara, necesitamos dirigir la inversión hacia proyectos -tanto empresariales como públicos- que realmente generen un impacto positivo en la sociedad, aplicando la denominada “inversión de impacto”. De este modo, a la hora de seleccionar las inversiones se aplicarán criterios de triple impacto económico, social y ambiental.
Necesitamos dirigir la inversión hacia proyectos que realmente generen un impacto positivo en la sociedad
Además, las inversiones deben de canalizarse hacia sectores estratégicos, tanto hacia aquellos que garantizan nuestras necesidades básicas y nos hacen resilientes ante futuras crisis -como el sector agroalimentario, el sanitario o el energético- como hacia aquellas áreas que fomenten la modernización de nuestra economía, tales como la investigación, la digitalización de las empresas, la innovación, las tecnologías más avanzadas (inteligencia artificial, blockchain, etc.) y los servicios de valor añadido.
Soberanía económica
En cuanto a quién queremos que invierta en estas inversiones clave para nuestro país el criterio principal debe ser el conservar al máximo nuestro soberanía económica y capacidad de decisión sobre nuestras vidas en el futuro. Con la crisis del 2008, países como Grecia perdieron el control de sectores económicos clave y de sus principales activos al ser estos adquiridos por inversores externos que, lógicamente, solo invirtieron en activos rentables de aquel país y limitaron su capacidad de recuperación.
Esperemos que Europa ofrezca una solución conjunta y acertada a la necesidad de liquidez, pero, independientemente de que esto ocurra o no, la solución a nuestros problemas está en nosotros mismos. Se deben activar mecanismos para incentivar a las empresas y ciudadanía española a que inviertan en nuestra propia deuda pública y para invertir en nuestras empresas.
Además, existen herramientas innovadoras como el equityfunding -aplicada por organizaciones como La Bolsa Social- mediante el cual pequeños inversores pueden invertir en empresas locales, como restaurantes o comercios de proximidad y de este modo salvar miles de autónomos y pymes en nuestros barrios, ciudades y medio rural.
También se pueden potenciar modelos como el matchfunding, en el que la administración iguala la inversión hecha por los inversores privados, de modo que se seleccionan proyectos estratégicos tanto por su rentabilidad social como por la económica.
Esto no es proteccionismo o autarquía, ya que hay que ser conscientes de que vivimos en un mundo interconectado y global, este tipo de propuestas están fundamentadas en el sentido común y en los cinco pilares básicos del texto central del Plan A; economía con sentido que cree impacto, economía local y resiliente, economía solidaria y colaborativa, economía circular y reinventar el trabajo.
Y si queremos un eslogan, qué mejor que 'españoles invirtiendo en España'.
*** Diego Isabel La Moneda es director del Foro NESI de Nueva Economía e Innovación Social y precursor de el Plan A, Economía para la Vida.