La salud mundial ha sido puesta en jaque por la irrupción del virus Covid-19. Aunque no es la primera pandemia a la que hemos tenido que enfrentarnos, presenta unas características tales como la velocidad de su transmisión o la alta letalidad en personas mayores de 60 años y con enfermedades subyacentes (cardiovasculares, diabetes, hipertensión, cáncer…) que la hacen única.
La concentración de la población en grandes áreas urbanas y el grado de globalización existente ha permitido que el número de contagiados haya pasado desde un primer caso en China hace unos meses a alcanzarla cifra de más de cuatro millones a nivel mundial.
Tampoco es la primera crisis a la que se enfrentan los ahorros invertidos de muchas familias. Las carteras de los inversores, al igual que los sistemas sanitarios, han podido testar su resiliencia y aquellas que contaban con más "salud" han podido sobrellevar mejor los efectos de la pandemia en los mercados financieros. Salud no solo entendida como carteras robustas, sino carteras con un importante peso en compañías del sector salud.
De los once sectores que componen el índice MSCI World (índice de referencia de la renta variable global), el sector salud fue el que mejor se comportó durante el primer trimestre del año con una rentabilidad del -10,8% frente al -20,1% de la media del resto de sectores. Aunque es un sector que históricamente obtiene mejores retornos en fases de recesión y combina características tanto defensivas como dinámicas, el comportamiento en este trimestre ha sido superior al observado en otras crisis. Quizá la intensa lucha para salvar la crisis sanitaria que estamos viviendo y la alta demanda de productos y servicios relacionados con el sector (vacunas, test, respiradores, aplicativos médicos….) estén detrás de este mejor desempeño.
A pesar de ello, la industria sanitaria en su conjunto no ha sido inmune al cierre de actividades. Muchos centros médicos que no ofrecían servicios directos contra el virus han tenido que cerrar sus puertas y numerosas operaciones, tratamientos contra enfermedades crónicas o consultas generales (ortopedia, fisioterapia, traumatología…) han sido pospuestos.
Las compañías farmacéuticas también se han visto afectadas. La carrera por encontrar un medicamento y/o vacuna al virus ha frenado la investigación en otros tratamientos que se estaban desarrollando con anterioridad, dañando así la perspectiva futura de ingresos para estas compañías. Pese a que las perspectivas aquí descritas pueden ser negativas, el daño al sector no será permanente.
Como cualquier otro sector, la salud engloba diferentes áreas de especialización que pueden beneficiarse de las fuerzas del cambio promovidas por la irrupción de la pandemia. Estamos refiriéndonos por ejemplo a innovaciones tecnológicas que revolucionen la relación doctor-paciente (como Savia), el desarrollo de terapias genéticas para el descubrimiento de nuevas vacunas o el aumento de uso de robots quirúrgicos.
La carrera por encontrar un medicamento o vacuna al virus ha frenado la investigación en otros tratamientos
En la innovación también tenemos puestas nuestras esperanzas para encontrar cura o vacuna al virus. A día de hoy, hay más de 100 ensayos clínicos buscando un tratamiento y los mejor posicionados son aquellos que fueron concebidos para hacer frente a otros virus como por ejemplo el remdesivir (usado contra el ébola).
Pero es vital para la salud de nuestras carteras no invertir con base en las esperanzas del descubrimiento de una vacuna. En primer lugar, porque parece difícil que dicha vacuna llegue en menos de 18 meses. Pero, en segundo lugar, y sin duda lo más importante, es que cualquier decisión de inversión no puede ser fruto de una decisión binaria: éxito o no éxito (vacuna o no vacuna). Por no comentar lo extremadamente desaconsejable de invertir en una compañía con el pensamiento de que podrá ser la descubridora de la vacuna.
Nuestras inversiones han de basarse en nuestra situación financiera actual y los objetivos que tengamos en el medio y largo plazo. Hable con un asesor financiero, ellos están en la posición de facilitarle una "receta" de éxito.
Volviendo al ámbito sanitario, tres son los vectores que recomiendan los organismos públicos de salud en la lucha contra el virus: anticipación para detectar el virus, flexibilidad para poder adoptar medidas lo más eficientes posible y prudencia para poder aplicarlas adecuadamente con la necesaria proporcionalidad.
De nuevo las conexiones con el mundo de la inversión parecen evidentes. Si bien es imposible anticipar lo que ocurrirá en los mercados financieros, la detección de ciertas anomalías en el comportamiento de algunos activos (sobrevaloraciones, falsa ilusión de liquidez, concentración de riesgos…) nos ayudará a evitar problemas si el mercado vuelve a darse la vuelta.
La flexibilidad que nos aporta invertir a través de fondos de inversión no solo es excepcional sino que es única al disponer de un amplio abanico de posibilidades (de hecho, hay más fondos disponibles que acciones cotizadas). Y por último, y no menos importante, tener un plan y llevarlo a cabo con la prudencia necesaria nos pondrá en la mejor de las situaciones para afrontar esta y cualquier otra crisis sea de la índole que sea.
*** Ismael García Puente es gestor de inversiones y selector de fondos de Mapfre Gestión Patrimonial.