Han pasado cuatro meses desde que las autoridades chinas decidieron aislar Wuhan y la Bolsa de EEUU cae exactamente lo mismo que caía en febrero de 1919 a los cuatro meses de darse por enterada de que había una epidemia de gripe: -12%. La gran diferencia entre aquello y esto es que Arabia Saudí no decidió entonces inundar el mercado de petróleo para defender su cuota de mercado frente a Rusia.
Hubiera sido un sorprendente anacronismo, ya que Rusia no exportaba petróleo entonces y tenía otras cosas de qué ocuparse, como la guerra civil que iniciaban los bolcheviques contra el “ejército blanco”, y Arabia Saudí tenía la suya, guerra civil propia, entre saudíes y rashidíes, que no se resolvió finalmente hasta 1922, cuando también lo hizo la guerra civil rusa. Hace un par de meses le atribuíamos aquí a esa decisión de Arabia Saudí el que se produjera una caída adicional de las Bolsas de EEUU de otro 12%.
En 1918, EEUU entraba en recesión dos meses antes de que se iniciara la caída de las bolsas (como ahora) y, como probablemente sucederá de nuevo, aquella fue una recesión corta, de solo ocho meses de duración, que desembocó en un período de euforia, económica y bursátil, también breve, como previsiblemente volverá a suceder.
La de 1918 fue una recesión corta que desembocó en un periodo de euforia, económica y bursátil, también breve
Si aquella recesión se desencadenó sola, ésta de 2020, como todo el mundo sabe, debe su origen a una decisión casi unánime de los gobiernos de todo el mundo de confinar a la población en sus casas durante uno o dos meses para contener la expansión de la epidemia. Pero hasta que esa decisión casi global fue firme, las bolsas acumularon otro 12% más de caída por la incertidumbre descomunal que provocaba el que no se supiera qué gobiernos iban a tomar esa decisión tan drástica y cuáles no.
A fecha de hoy, los efectos de la inundación de petróleo saudí y de las dudas sobre qué países cerrarían su economía ya están prácticamente descontados y las bolsas han recuperado en mayor o menor medida ese -24% que les atribuíamos a la suma de ambos efectos, por lo que solo queda recuperar el -12% aislado como impacto puro de la pandemia. Si el paralelismo con 1918 siguiera siendo así de perfecto (casi diseñado con 'escuadra y cartabón') en un par de meses más debería de estar absorbido también ese -12% (a falta de un 2%, los índices tecnológicos de EEUU ya se han recuperado por completo).
Si finalmente todo sucediera de esa manera, el gran experimento social planetario que ha sido el parón económico por la pandemia del Covid-19 habría resultado todo un éxito: de manera planificada se habría conseguido lo que en 1918-1919 se dejó obligadamente al albur. Y se habría conseguido por la vía de lo que antes se conocía como 'maniobra de doble embrague': un punto muerto (reclusión de todo el mundo en casa) y un acelerón simultáneo (inyección masiva de liquidez al sistema financiero por los bancos centrales y aumento descomunal del gasto público).
A quienes hayan perdido a familiares o amigos en el viaje esto no les servirá de consuelo, y más sabiendo que hubo gobiernos que, además de lo dicho, también tomaron medidas precautorias antes de que el coronavirus se les hubiera colado hasta la cocina. Al resto, que son la mayoría, es de suponer que se le pedirán responsabilidades. Al menos las políticas.
Si todo sucediera de esa manera, el gran experimento social planetario que ha sido el parón económico habría resultado todo un éxito
El caso es que, sea por casualidad, por 'mil engaños a la vista' en el análisis, o por alguna razón ignota, las bolsas están 'bufando' de ganas de seguir subiendo, una vez descartados los efectos negativos del petróleo sobreabundante y de la incertidumbre extrema del mes de marzo. Solo necesitan la publicación de un par de buenos datos económicos para que la recuperación de los índices sea total.
Y en ese empeño, están descartando alegremente amenazas que surgen en el horizonte, como la que estalló el último viernes por la mañana en que una caída de 6% de la Bolsa de Hong Kong fue mirada casi con indiferencia por varias de las bolsas de Asia-Pacífico, y con total desdén por las de EEUU, algunos de cuyos índices terminaron con subidas moderadas. Y todo ello en un ambiente que tampoco acompañaba precisamente esa recuperación de los índices de bolsa, ya que el precio del petróleo caía también un 6% en algunos momentos del día y el de los metales industriales un 1,5%. Por si eso fuera poco, la depreciación del euro frente al dólar añadía inestabilidad al conjunto.
¿Es ceguera de corto plazo de las bolsas o, por el contrario, es presciencia?
Desde luego, la Bolsa china no se lo había tomado a broma como las restantes y sus índices cayeron el viernes alrededor de un 2%. Y es que China era ese día parte del problema: en plena reunión de su Congreso Nacional del Pueblo había tomado la iniciativa de aplicar a Hong Kong la Ley de Seguridad del país lo que, tras las protestas previas a la pandemia, hace pensar en un golpe político audaz con el que recuperar el control del orden público en el enclave. La primera reacción de operadores e inversores fue poner pies en polvorosa. A esto siguieron las protestas del fin de semana.
Esta es una faceta más de la tensión que crece entre China y EEUU, ya no solo por la guerra comercial, sino por el juego de culpabilización mutua a propósito de la pandemia y por las implicaciones políticas y militares que ello tiene. Es de suponer que el golpe de audacia de Pekín no pretenda el control total de Hong Kong, sino impedir que el orden público vuelva a írsele de las manos como el año pasado.
Hong Kong tiene ese algo de atractivo que tienen todos los 'puertos francos' y es un verdadero cajero automático para Pekín por la facilidad con que allí se puede obtener financiación en situaciones apuradas. Es también una válvula de escape para los efectos negativos que en todas partes tienen las medidas de control de los movimientos de capitales e, incluso, para permitir a sus nacionales la sensación de libertad que en España se tenía en los primeros años de la década de 1970 con poder escaparse a ver cine en Perpiñán. Por no hablar de que Hong Kong tiene un estatuto comercial especial con EEUU, al que esta toma de control no beneficiará.
En cualquier caso, ya están creadas las dudas sobre cuáles son las intenciones finales del gobierno chino lo que pone en sordina parte del optimismo reinante en los mercados recientemente. No tardaremos en saber si solo es una “tormenta en una bola de cristal”.
Dando soporte a las bolsas están los recientes PMI provisionales publicados, que ya van formando la V de la recuperación. En ellos, el ánimo empresarial se muestra mucho más entonado que en abril, de tal manera que para la zona euro más que se duplica esa medida de la opinión de los gestores de compras de las empresas.
Es de suponer que el golpe de audacia de Pekín no pretenda el control total de Hong Kong, sino impedir que el orden público vuelva a írsele de las manos
En el caso del sector servicios de Francia, prácticamente se triplica, de forma que las distintas mediciones pasan de estar alrededor de 15 a estar alrededor de 30: una fuerte recuperación que aún los sitúa por debajo del 50 que señala expansión económica mensual. Lo que sí dejan claro es que lo peor quedó atrás (mes de abril) y ahora hay que esperar a que pase lo peor medido en datos de PIB de este trimestre.
Probablemente, cuando se publique en un par de semanas el PMI de España en mayo, recogerá muy poco del impacto que está teniendo el acuerdo de derogación de la reforma laboral. Lo que desplazará a junio la oleada de pesimismo que eso ha provocado entre los empresarios y el aumento de despidos preventivos a que, según informaciones aisladas, ya está dando lugar: quien dudaba si despedir o no se está precipitando a hacerlo antes de que la contrarreforma encarezca el despido.
La sociedad global, como se ha dicho más arriba, ha sido sometida a una “maniobra de doble embrague” que buscaba optimizar la combinación de lo sanitario y lo económico. Parece que con éxito. Desafortunadamente, quedan las vidas humanas por el camino. También los estragos del desempleo. Y todo ello entre la sensación de irrealidad provocada en parte por la reclusión y en parte por la 'luz de gas' que cada gobierno está aplicando con fruición a sus conciudadanos y que aquí ha tomado la forma hipnótica de un acompasado 'deshojar la mascarilla': mascarilla sí, mascarilla no, mascarilla sí; mascarilla demasiado buena, mascarilla demasiado mala… ¡Lástima, haber olvidado que en la gripe de 1918 ya se usaban las mascarillas!