La empresa y los empresarios son fundamentales para salir de la crisis en estos tiempos de incertidumbre en los que nos hallamos inmersos. Pero no de cualquier forma ni a cualquier precio. Como motor de la economía que somos, la contribución de las empresas debe estar basada en criterios de sostenibilidad que permitan ayudar a transformar la sociedad y afrontar el futuro con optimismo.
Es precisamente ahora cuando más que nunca la sociedad debe percibir de forma clara la responsabilidad social de las empresas con acciones que permitan mantener los puestos de trabajo, cuidar de la salud de las personas, proteger el medio ambiente o fomentar la protección social, entre otras muchas iniciativas.
Soy un firme defensor de que la responsabilidad social y el buen gobierno corporativo van unidos a la propia actividad de la empresa y son inseparables de la necesaria buena gestión de la empresa.
Por eso, para poder salir cuanto antes y con unos pilares sólidos de la crisis, la puesta en práctica de este compromiso debe extenderse también a todos los campos de actuación empresarial, ya sean los referidos a los procedimientos internos y forma de entender la gestión de una empresa, como los que afectan a las relaciones con terceros y, muy especialmente, con todos los grupos de interés y la sociedad en general.
Sin embargo, no debemos dejar de insistir en que para propiciar el desarrollo económico y reducir las tasas de desempleo y de deuda de España es necesario facilitar a las empresas una legislación que favorezca su crecimiento y su aportación de valor a la sociedad, no solo a través de la presión fiscal.
Nuestro país todavía precisa reformas que necesitan consenso, y amplio, no solo en el ámbito político e institucional, sino también en lo económico y social, como pueden ser las referidas a las pensiones y a la Educación, ambas tanto tiempo postergadas.
Nuestro país todavía precisa reformas que necesitan amplio consenso
Es imprescindible seguir mejorando la competitividad de nuestras empresas y continuar apoyando la innovación y la I+D, cuidando a las pequeñas y medianas empresas, pero sin olvidar que son las grandes compañías las que mejor suelen capear las crisis y preservar el empleo. De ahí que las políticas orientadas a impulsar el crecimiento de las empresas de menor dimensión debería ser una política económica de carácter prioritario.
Pero para ello, como en casi todo, es fundamental la colaboración de empresas y gobernantes, y que nos aliemos con el objetivo común de potenciar nuestras ventajas y superar las dificultades. Creo que este fin no es una quimera porque todos perseguimos lo mismo: mejorar la calidad de vida de las personas y combatir, al mismo tiempo, la pobreza, lo cual es un pilar básico de cualquier ideología.
En los últimos meses las organizaciones empresariales hemos tenido que adaptarnos con celeridad a los cambios del entorno. Al igual que esta nueva realidad nos ha exigido hacer las cosas de manera diferente en el plano laboral y tecnológico para adecuarnos a las nuevas condiciones del mercado, también nos ha dado la oportunidad de avanzar en los objetivos de desarrollo sostenible.
Es fundamental la colaboración de empresas y gobernantes, y que nos aliemos con el objetivo común de superar las dificultades
Esta transformación no pasa, por tanto, únicamente por la tecnología, sino por la forma de hacer las cosas, ya que ambas líneas de actuación persiguen lo mismo: garantizar a la empresa su desarrollo sostenible en el tiempo y contribuir a la mejora de la sociedad.
Hoy en día, más que nunca, los directivos y las empresas tenemos la obligación de ser transparentes en nuestra gestión, nuestras acciones y nuestra forma de actuar para, de esta forma, transmitir los valores que debe tener nuestra empresa.
Por suerte, cada vez somos más las empresas que integramos la responsabilidad social empresarial y el buen gobierno como un factor clave en nuestra gestión. Una filosofía que, sin lugar a duda, nos permitirá salir de la crisis mirando al futuro con esperanza.
*** Ignacio Garralda es presidente de Mutua Madrileña.