La crisis del coronavirus ha supuesto un retraso en muchos ámbitos, y cómo no, en el de la transición ecológica. Retraso en la tramitación, en la financiación y en la construcción de parques. Los primeros estudios señalan que se retrasarán los proyectos entre el 20% y el 30% en la potencia que se tenía previsto poner en marcha en los próximos tres años. Y ese es el escenario más optimista, que supone volver a la normalidad en seis meses en toda la cadena de valor: desde la fabricación de equipos hasta la puesta en marcha de la infraestructura.
En esta tesitura, el Gobierno ha enviado a Bruselas el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, cuyos objetivos están ya en entredicho por el parón administrativo y productivo, y más recientemente la Ley de Cambio Climático, que seguirá ahora su tramitación parlamentaria. Veamos mientras tanto qué ha pasado con la realidad del sector.
Es obvio que se han tenido que tomar medidas sobre las obras y la producción mientras arreciaba la crisis del Covid-19, y en esta coyuntura no se puede obligar a los inversores a financiar proyectos. Pero la tramitación sí podría seguir avanzando. Esta debería ser ahora mismo la piedra angular y la máxima prioridad del Ministerio de Transición Ecológica para poder alcanzar los objetivos fijados.
La mayor parte de los objetivos del PNIEC y de la Ley de Cambio Climático se basa en un tanto por ciento de potencia renovable sobre el total de la demanda energética. Durante el confinamiento, la bajada de la demanda ha sido muy acusada y no está claro que la recuperación económica vaya a ser tan rápida como para volver a los datos anteriores a la pandemia, lo que supondrá que tendremos menos proyectos en energías renovables y que su rentabilidad prevista también será menor.
Mientras tanto, los proyectos en tramitación no pueden someterse a información pública porque, en las actuales circunstancias, carecemos de garantías de acceso a la documentación de los proyectos. Cualquier trámite podría ser impugnado, pues en numerosas ocasiones esta documentación se examina presencialmente, en los ayuntamientos de los municipios donde se van a desarrollar los proyectos.
Salvo este escollo, el resto de la tramitación de proyectos renovables podría haber seguido adelante si hubiéramos tenido una verdadera administración electrónica.
Avanzar en la tramitación de la Ley debería ser la máxima prioridad del Ministerio de Transición Ecológica
En este tiempo en el que, como es lógico, la prioridad absoluta era y es salvar vidas, hay una parte de la administración que no está involucrada en los servicios esenciales ni en la gestión de prestaciones sociales o sanitarias, y que, como tantos ciudadanos, profesionales y empresas, podría aprovechar para considerar la digitalización como un pilar de la reconstrucción.
Así, ante la próxima adversidad o ante un eventual repunte de los contagios, contaríamos con una administración ágil capaz de gestionar aspectos burocráticos con la rapidez que requieren situaciones de emergencia. Pero, además, permitiría mayor transparencia, fiabilidad y un ahorro claro en costes.
En cada momento, un promotor podría ver en qué fase de tramitación se encuentra una licencia. No se traspapelarían documentos. Nos evitaríamos pérdidas de tiempo en consultas en ventanilla, en desplazamientos o en impresión y almacenaje de papeles.
Digitalizar en su totalidad la tramitación de los proyectos renovables no significa eliminar funcionarios. Significa que los mismos trabajadores públicos que gestionan estos permisos puedan teletrabajar con normalidad, como tantos otros profesionales, cuando les convenga por conciliación, o cuando venga impuesto por la siguiente pandemia: desde sus casas, conectados, seguros y eficientes.
Deberíamos aprovechar la experiencia para sentar las bases de esta profunda transformación digital en las iniciativas de transición energética. Seguiríamos así, además, el ejemplo que nos han dado tantos ciudadanos, con su disciplina para no salir, con su resiliencia para superar la pérdida y la enfermedad. Y con sus ganas de aprender y de seguir adelante siendo mejores cuando todo esto acabe.
*** Yann Dumont es CEO de Reolum.