Es un hecho, de repente la digitalización mundial se nos ha venido encima. Cuando Jack Welch afirmó hace años que la digitalización era una oportunidad, no imaginó estos dos últimos meses. Dos meses que hemos vivido separados, pero, al mismo tiempo, unidos gracias a una conectividad bien planificada y regulada. El mundo ya no se entiende sin la urgencia de mejorar e impulsar la digitalización. Y esto impacta a todos los segmentos de la sociedad, no ya sólo los jóvenes o las empresas.
Hace unos días un familiar de cierta edad me preguntaba asombrado: "Pero Joaquín, ¿tenéis canuto suficiente para que los niños puedan estudiar, los adultos trabajar, las empresas funcionar y gente como yo adaptarnos a esta nueva realidad?"
La respuesta fue un "Sí" rotundo, gracias a una planificación que empezó hace años y que nos ha preparado sin saber que España necesitaba estar tan capacitada como hemos demostrado estar. La conclusión es que hemos sido capaces de responder en un momento de exigencia máxima de conectividad porque se invirtió con decisión y se favoreció un entorno para la inversión, como debe seguir haciéndose.
Esto no ocurre siempre y tenemos ejemplos recientes como el apagón general en Argentina de hace no tantos meses debido a falta de inversión en las redes eléctricas o hace no más de 12 meses los mismos apagones en Florida o Nueva York.
España debe estar a la cabeza y lo está. En las primeras semanas del inicio de la crisis provocada por el Covid-19 la red se ha convertido en pieza fundamental para dar respuesta a las necesidades que imponía el estado de alarma.
El mundo ya no se entiende sin la urgencia de mejorar e impulsar la digitalización
Por ejemplo, la voz móvil registró valores del 84% por encima de momentos pre-crisis, mientras que la voz fija se situó un 100% por encima de los valores habituales. Además, el martes 10 de marzo, cuando se anunció que se suspendían las clases escolares, el uso del gaming se multiplicó por tres y el WhatApp casi por siete, en pocas horas. También fue destacable el crecimiento de las videollamadas, que llegaron a multiplicar por 6 los valores habituales.
Y en todos estos vaivenes, la red ha respondido, toda la red. La de Telefónica, que lógicamente es la más extensa por el mayor esfuerzo inversor realizado, y la de todo el país. Esta capacidad de respuesta no es casual, la construcción y optimización constante de las redes, tanto móviles como fijas es una decisión estratégica de la compañía que hace más competitivo el país, más capaz para adaptarse y más preparado para afrontar crisis como la que estamos viviendo.
En los últimos años la inversión del grupo Telefónica ha alcanzado niveles récord. Tan solo en 2019 alcanzó los 1.646 millones de euros en España.
Hoy más que nunca se reivindica la visión de que una buena infraestructura de fibra óptica hasta el hogar ayudaría a situar a España en una mejor posición para abordar la revolución tecnológica del teletrabajo cuando este llegase, por la razón que fuese. Triste ha sido la causa, pero ha llegado. Ahora la implantación de esa visión ha resultado ser uno de los pilares fundamentales para gestionar los cambios en las comunicaciones entre personas y en el ámbito empresarial que ha impuesto el Covid-19.
Cabe destacar que todo este torrente de cifras, crecimientos, tráficos, terabytes y gigabytes adquieren todo su sentido cuando van asociados a unos patrones de uso que son los que dan "alma"” a la red y a los datos. De hecho, durante la crisis los patrones habituales han cambiado totalmente y esto ha tenido su reflejo en la red. Así, el teléfono fijo, hasta ahora el gran olvidado, ha incrementado su uso un 100%. Así mismo se ha multiplicado por dos el tiempo que hablamos por el móvil.
Este breve panorama de cómo la red de Telefónica se ha comportado durante la crisis estaría incompleto si olvidáramos el factor humano que hay detrás de ella. Por mucha virtualización o digitalización que haya, la red necesita cuidado diario de manos de profesionales que la miran con lupa para definir sus necesidades o interpretar su comportamiento.
Nuestras redes y su probada solidez son los cimientos de la necesaria reconstrucción del país. No habrá reconstrucción sin digitalización, y tenemos pilares robustos donde apoyarla. Sobre ellos, el reto de construir nuevas oportunidades en educación digital, clave para el futuro; telediagnóstico y telemedicina en remoto, desde cualquier rincón; e-Administración pública a todos los niveles, local, regional, nacional…
Impulsemos un país potente en educación, sanidad digital y procesos administrativos simples y amigables, y la reconstrucción llegará sola.
*** Joaquín Mata es Director de Operaciones, Red y TI de Telefónica España.