La velocidad se ha convertido en la variable clave de esta crisis económica y de sus efectos sobre los mercados financieros. Todo ocurre demasiado deprisa lo que deja a los inversores atónitos y sin capacidad de reacción. De momento, no reaccionar está siendo una buena estrategia porque los que se marcharon de las acciones en pleno pánico de marzo se han perdido una recuperación que, si bien no cubre todo el descalabro, sí que lo amortigua. Y esto rige también para los mercados de bonos, tanto los calificados como investment grade como los de alta rentabilidad.

Estas prisas en los mercados ha sido el elemento diferenciador frente a la crisis financiera que estalló en 2008 tras la quiebra de Lehman Brothers y los destrozos de las hipotecas subprime con el contagio a la banca mundial. El desplome de las Bolsas que tocó su sima el 18 de marzo fue considerado el más rápido de todos los crash bursátiles en la historia.

A la crisis del Covid-19 se sumaba el hundimiento del precio del petróleo tanto por las tensiones entre productores como por el horizonte de una brutal caída de consumo con medio mundo confinado en sus casas.

Con la misma celeridad, las Bolsas mundiales se han recuperado en estas últimas semanas de este gigantesco descalabro. Eso sí, en diferentes proporciones. El estadounidense Nasdaq 100 que recoge a las empresas tecnológicas ya vale lo mismo que antes del hundimiento.

Como anécdota, compañías como Amazon se han visto beneficiadas con el Covid-19 y ahora esta empresa vale 2,5 veces lo que todo el Ibex español. El DAX alemán –índice que incluye dividendos en su precio- está solo a 1.200 puntos de sus mejores registros de febrero, y el Standard&Poor´s estadounidense ya ha recuperado las tres cuartas partes de su caída.

Amazon se ha visto beneficiada con el Covid-19 y ahora vale 2,5 veces lo que todo el Ibex español

Quedan mercados rezagados entre los que se encuentra el español. El Ibex 35 partía de los 10.000 puntos y tocó suelo en los 5.941 para ahora intentar superar los 7.600 puntos que los analistas técnicos consideran un nivel clave para atacar los 8.000 puntos. Son tres las causas de este peor comportamiento del mercado español.

El confinamiento en España ha sido uno de los más severos del mundo con la consiguiente paralización de la economía y la caída del Producto Interior Bruto (PIB). La segunda se encuentra en un sector bancario muy poco rentable como consecuencia de los bajos tipos de interés y que en una crisis económica se enfrenta a ser aún menos rentable: la morosidad crecerá como consecuencia de la pérdida de facturación e ingresos de empresas y particulares, aderezado con el incremento brutal del paro y el cierre de compañías.

Por último, nuestra gran dependencia del turismo cuyo peso en el PIB ronda el 14%, aunque en el Ibex sólo esté representado por Aena, Meliá e IAG. La caída del crudo también se lo pone más difícil a otro valor fuerte del Ibex, Repsol. Y como no tenemos tecnológicas potentes, no ha sido posible compensar.

Todo esto se traduce en cifras concretas. Con solo 15 días del estado de alarma impuesto por el Gobierno, los beneficios de las grandes empresas españolas se han ido al traste. Sólo ocho valores del Ibex 35 lograron aumentar su beneficio –falta Inditex, pero se espera que entre en pérdidas- en el primer trimestre.

Dieciséis compañías vieron bajar sus ganancias, con caídas espectaculares en banca y turismo. Recortes del beneficio que obedecen en gran medida a las fortísimas provisiones realizadas para afrontar el incierto futuro que plantea una pandemia. Por último, otras nueve compañías del Ibex cayeron en el terreno de las pérdidas.

Como no tenemos tecnológicas potentes, no ha sido posible compensar las pérdidas de otros sectores

Con este sombrío panorama, ¿por qué entonces las Bolsas rebotan en mayor o menor medida?

La mejoría sería inexplicable sin el empuje decidido y firme de los bancos centrales sobre los mercados financieros. Una ayuda que va dirigida a la compra de deuda, a la de bonos empresariales e incluso ha llegado a los pagarés de empresa.

El Banco de Japón, además, compra sin pudor acciones de su índice Nikkei, mientras que la Fed estadounidense empuja con la adquisición de fondos cotizados (ETF). En Europa no se llega a tanto en el apoyo bursátil, pero el buen clima del bono contagia a la Bolsa y, además, los expertos no descartan que si el panorama se hace más preocupante acabe interviniendo en la Bolsa.

Japón es maestro cualificado en la política monetaria de los tipos cero y muchas de las actuaciones de la Fed o del Banco Central Europeo son réplicas de las prácticas niponas que hace años eran rechazadas. ¿Por qué no seguir sus pasos en Bolsa en el futuro?

Otro argumento para este rebote bursátil es la evolución de los índices de servicios. Hay que valorar que estamos en una situación muy especial después de la paralización gran parte de la actividad en abril.

El PMI (índice de gestores de compras) del sector servicios de la economía española saltó de 7,1 en abril a 27,9 en mayo. También en Alemania: de 16,2 en abril a 32,6 en mayo. Para el conjunto de la Eurozona el PMI de servicios pasa del 13,6 de abril al 31,9 de mayo. Muestran que si la pandemia del Covid-19 no se recrudece hay elementos para esperar un rebote de la actividad que también pasará por las ayudas previstas por la Unión Europea donde España se puede beneficiar de unos 140.000 millones de euros.

Por último, el petróleo se está recuperando en el mercado. Actualmente, se mueve en los 40 dólares por barril después de alcanzar un mínimo en abril de 16,95 dólares y cotizar algunos días en negativo ante la imposibilidad de almacenarlo. Un nivel más razonable para que las petroleras puedan resistir y que también es acicate para una economía como la española todavía muy dependiente del crudo.

Con estos apoyos, los inversores sobre todo en Estados Unidos han dado por cerrada la crisis del Covid-19. Hay un convencimiento general en los analistas que los dos últimos trimestres del año serán positivos para las economías poniendo fin a las caídas del PIB. Cuentan con la tan deseada recuperación en forma de V que deje los malos datos de marzo como un episodio histórico de derrumbe de los mercados.

Los inversores sobre todo en Estados Unidos han dado por cerrada la crisis del Covid-19

Pero aún es pronto para creer que esta posible V en la recuperación de las Bolsas sea de victoria. El mayor interrogante viene del propio coronavirus y su posible vuelta con mayor virulencia al hemisferio norte en otoño. No se sabe mucho sobre el virus ni tampoco está cercana una vacuna que zanje el debate.

Estamos pendientes de conocer la destrucción económica en España provocada por el confinamiento y cómo se recuperará lo dañado. Otra incógnita se encuentra en las políticas económicas del Gobierno de PSOE -UP para aprovechar tanto la cobertura que da el BCE como la gestión de las ayudas, enfocadas al subsidio o al crecimiento.

También ver el impacto real que soportará el sector financiero por el cierre de compañías y el incremento del paro. El temor a una nueva crisis financiera, aunque no tan fuerte como la de 2008, está sobre la mesa.

Lo único seguro, de momento, es que los resultados empresariales del segundo trimestre del año serán muy malos y eso es lo que realmente deberían cotizar las Bolsas. Cuando estos datos se vayan conociendo puede que los niveles que tenemos ahora en el mercado se nos antojen altos. Pero no, con la alegría del grifo abierto de los bancos centrales, los inversores han decidido mirar a diciembre de 2020 o a la esperada recuperación de 2021. Ellos verán.

*** Luis Aparicio es editor de inversionycarteras.es y fue director de Invertia entre 2005 y 2018.