Como en la vieja canción de Daddy Yankee, todo indica que a Sánchez le gusta la gasolina: el Gobierno español ha publicado su Real Decreto 569/2020 de 16 de junio por el que se regula la segunda edición del Programa de Incentivos a la Movilidad Eficiente y Sostenible (Moves), y ha vuelto a incurrir en un absurdo argumento de la industria: la mal llamada "neutralidad tecnológica".
Según la patronal de la industria del automóvil, el Gobierno debe limitarse a incentivar la compra de vehículos, y dejar que sea el usuario el que decida entre las distintas tecnologías disponibles. La idea es una auténtica barbaridad, y tratar de discutirlo con quienes afirman, contra todo criterio racional y científico, que "el diésel es limpio" es como intentar hablar de ciencia con alguien que defienda la homeopatía, o de salud con un magufo anti-vacunas.
Defender que se debe de incentivar de algún modo la adquisición de vehículos de gasoil o gasolina es ser un ignorante, un irresponsable, un asesino, o variadas combinaciones de esos calificativos. Es, sencillamente, una barbaridad.
Es increíble que sea precisamente tras una pandemia que nos ha demostrado cómo de nocivas eran las emisiones de los automóviles en nuestras ciudades y cómo de limpio podía estar el horizonte tras tan solo unas semanas de confinamiento, cuando llegue un Gobierno que supuestamente daba mucha importancia a la descarbonización y a la lucha contra la emergencia climática en su programa electoral, y ofrezca dinero a los españoles para adquirir vehículos de combustión interna.
Supongo que serán esas cosas que entran en la cuota de mentiras que hay que poner en un programa electoral para convencer a los pobres idiotas que se las creen.
¡¡Oh, Dios mío, es que si solo incentivamos los vehículos eléctricos, no habrá suficiente electricidad para cargarlos todos!! Mentira. La red eléctrica actual permite la carga de cuantos vehículos eléctricos sea necesario, y esa "teoría" que pinta una supuesta hora punta en la que supuestamente se agota la electricidad es un mito. ¡¡Es que no hay suficientes puntos de carga!! Ya, pero es que no se necesitan muchísimos puntos de carga.
La red eléctrica actual permite la carga de cuantos vehículos eléctricos sea necesario
Obviamente, es mejor tenerlos que no tenerlos, y ahí están algunas compañías eléctricas lanzándose a su construcción o Alemania obligando a todas las gasolineras a incorporarlos, pero la inmensa mayoría de los vehículos eléctricos se cargan en el domicilio, sin que haya ningún problema más allá de quienes no tienen un garaje… que simplemente, no deberían tener un automóvil, porque la calle nunca debería ser un sitio que apropiarse para aparcar.
¡Es que no hay suficiente gama! Por supuesto, mientras no se obligue a las empresas de automoción a tenerla, no mostrarán ninguna prisa para ello. Dicho esto, la mayoría de las grandes empresas de automoción ya están preparándose para un futuro eléctrico que abarque toda su gama, y ya es posible adquirir vehículos eléctricos de prácticamente cualquier precio, aunque los concesionarios, preocupados por sus bajas necesidades de mantenimiento, prefieran tratar de convencer a sus clientes de que no se los compren.
Lo único que racionalmente se puede hacer con los vehículos de combustibles fósiles, como productos nocivos que son, es encarecer su adquisición, su uso y su posesión. Impedirles entrar en las ciudades, reforzar las ITV para sacar de la circulación a los más contaminantes… eso sí sería tomarse las cosas en serio. La época en la que nadie pagaba por lo que contaminaba debería haber terminado hace tiempo. Ignorar que lo que sale por un tubo de escape es un veneno que mata prematuramente a millones de personas cada año, algo mucho más mortal que la pandemia que vivimos actualmente, es digno de irresponsables.
Prohibir la venta o la circulación de vehículos de combustibles fósiles es algo que no se puede hacer de manera inmediata, porque demostraría poca sensibilidad con los ciudadanos que los poseen. Hay que anunciarlo con tiempo, y permitir que los usuarios, con esa información sobre la mesa, tomen sus decisiones. Pero una agenda que prohiba su venta en 2040 es sencillamente estúpida, porque en 2040, todo lo que podrías pensar en defender estará ya destruido irreversiblemente.
Los automóviles de combustibles fósiles se prohibirán mucho antes en todo el mundo, por pura presión internacional y porque los eléctricos serán no solo más baratos, sino infinitamente más atractivos.
¿Podemos de una vez tomarnos la emergencia climática en serio y dejar de incentivar los tubos de escape con dinero público? Si a Sánchez le gusta la gasolina, que se dedique a bailar a Daddy Yankee en la intimidad. Y con su dinero, no con el mío, por favor.