La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, afirmó el pasado viernes que lo peor de la crisis económica provocada por la pandemia del Covid-19 "probablemente ha pasado", aunque la recuperación vaya a ser "incompleta y transformadora".
Además, se congratulaba de que "por primera vez, las políticas monetarias y fiscales de la zona euro han ido de la mano”", lo que es una crítica implícita al papel que su institución jugó durante la Gran Recesión de 2008, una autocrítica que debería ser más explícita y que algunos llevamos esperando desde hace años.
Estos mensajes tan positivos venían a levantar el ánimo tras el jarro de agua fría que, un día antes, el Fondo Monetario Internacional (FMI) había echado sobre los mercados y los ciudadanos en general, al haber revisado sustancialmente a la baja sus previsiones de crecimiento globales tanto para este año como para el año que viene. En la Tabla 1 se recogen las nuevas previsiones contenidas en la actualización de junio de sus Perspectivas de la Economía o World Economic Outlook, conocido por las siglas WEO, del pasado abril.
Hay muchas cosas interesantes de esta tabla. Buena parte de los medios y analistas españoles se han centrado en la revisión a la baja del crecimiento español para este año, de prever un -8% a un -12,8%, una revisión de un 60% y que demuestra "el impacto, superior al previsto de la recesión de la economía española".
Discrepo de esta interpretación. La previsión del anterior era irrealista una vez conocida los datos del PIB español del primer trimestre que, pese a recoger solo una quincena del estado de alarma, las dos últimas dos semanas de marzo, ya anticipaban una caída del 30% durante el confinamiento, por lo que difícilmente se podrá conseguir un registro mejor del -11,5% este año.
La revisión española, además, como las de otros países europeos, no es superior a la que ha hecho el FMI para el conjunto mundial. De vaticinar una caída del 3% a otra del 4,9% es un empeoramiento del 63% sobre la cifra inicial global. Superior, de hecho, a la española.
De la Tabla 1 resulta también interesante que la revisión a la baja ha sido exactamente la misma para EEUU que para la zona euro, un 36%, pese a que la evolución de la pandemia ha sido mucho peor en el gigante norteamericano. Seguramente la institución no ha querido herir "ninguna sensibilidad" en ese país.
Más coherentes han sido, en cambio, con América Latina. De prever en abril una caída del 5,2% para este año, algo poco creíble, a un desplome del 9,4%, un 81% superior. Y no digamos la de India: de prever un crecimiento positivo del 1,9% este año, a una caída del 4,5%.
Y si los cambios para 2020 han sido llamativos, sobre todo porque apenas han trascurrido dos meses desde las anteriores previsiones, los cambios para 2021 también han sido interesantes, aunque han pasado más desapercibidos.
El FMI reconoce, así, que eran demasiado optimistas sus previsiones para las economías emergentes, sobre todo las asiáticas, aunque mantiene que en 2021 superarán el PIB real que tenían antes de la crisis. De la larga lista de países considerados solo revisa al alza el crecimiento para 2021 en 12 países o regiones. Y los tres cuya revisión mejora más son precisamente Reino Unido, Francia y España.
Los PMI y otros indicadores adelantados
Frente a este panorama relativamente sombrío del FMI, al menos para este año, esta semana hemos conocido los datos del indicador PMI (Purchasing Managers Index o Índices de Gestores de Compras), elaborados mensualmente por IHS Markit.
Se trata de unos indicadores adelantados, elaborados para 40 países, a partir de encuestas hechas a los principales ejecutivos de muchas empresas privadas de todo el mundo, y en el que se preguntan no sólo por la marcha de sus empresas, sino por las previsiones sobre la evolución de la economía de sus países y otros.
La institución ofrece dos valores: uno para los servicios y otro para las manufacturas. El nivel crítico es 50, a partir del cual se considera buena marcha de la economía. Estos indicadores se han popularizado sobre todo en los mercados financieros, pero suelen tener escasa repercusión mediática y no digamos política, como ocurre con las previsiones de los organismos multilaterales.
En la última semana se han hecho públicos los PMI de junio de algunos países. En la Tabla 2 recojo la evolución reciente de este indicador para el sector Servicios de la zona euro.
Antes del estallido de la pandemia, en febrero, el indicador adelantado PMI anticipaba un crecimiento robusto de la economía de la zona euro, incluso sorprendiendo al alza el valor esperado (52,2) y alcanzando su valor máximo desde septiembre de 2019. El desplome del indicador en el mes de marzo no se hizo esperar y el indicador cayó hasta 28,4.
Sirva de referencia que el anterior mínimo del indicador se había alcanzado en febrero de 2009, cuando la Gran Recesión de 2008. Pero entonces el indicador "solo" cayó hasta un valor de 38,9. Se trataba así de una caída inédita del PMI, que todavía empeoraría más en abril hasta el valor 11,7.
En mayo el indicador recuperó algo de terreno, repitiendo el mal dato que había alcanzado en marzo: 28,7. Lo único bueno fue que hubo una ligera sorpresa positiva, pero de escasa magnitud. Lo llamativo del dato de junio ha sido la rapidez de la recuperación, hasta 47,3. Es decir, ha completado casi la “V” en apenas tres meses.
Lo llamativo del dato de junio ha sido la rapidez de la recuperación. Ha completado casi la 'V' en apenas tres meses
Para el sector industrial la recuperación ha sido similar, alcanzando su PMI el valor 46,9. Llama la atención que, para la zona euro, se comporta mejor el sector servicios que el industrial, pese a haber sido más afectado, en teoría por la pandemia.
Si miramos a los países individualmente, hay casos para los que el dato ha sido incluso mejor. En España aún no tenemos el dato para junio. Para Reino Unido, alcanzó el 50,1 para la industria y 47,0 para los servicios. En Francia, 52,1, el valor más alto desde 2019, y 50,3.
En el caso de Alemania, el PMI industrial ha alcanzado el 44,6 y el de Servicios un 45,8. Parece algo peor, si se compara con sus países europeos. Sin embargo, esta semana hemos conocido el dato del IFO, la encuesta alemana de previsiones empresariales, que ha alcanzado un máximo de los últimos cuatro meses.
La confusión económica sobre la recuperación económica es elevada. Al contrario de Oriente, en Occidente hemos optado por el modelo de "convivir" con el virus, en vez de erradicarlo.
Ello eleva la incertidumbre económica, no sólo por el temor a una segunda oleada que lleve a un nuevo confinamiento, sino porque la aparición de multitud de rebrotes locales, aunque estén controlados, reducen el deseo de movilidad y gasto en consumo de buena parte de la población.
En este sentido, es discutible si la apertura de fronteras sin controles en origen, va a ayudar a reducir esta incertidumbre.