Todos los años, los datos de paro de junio nos recuerdan el país que tenemos. Se acaba el curso y el último día de mes, miles de profesores se van a la calle (es verano, ya llegará septiembre para hablar del problema de la Educación). También acaban algunas campañas agrarias y el campo envía a otros tantos trabajadores a su casa. Pero arranca la temporada turística y los contratos de la hostelería y los servicios 'salvan' el cierre del mes.
Pasaba en la 'vieja normalidad' y la tendencia se mantiene en la 'nueva'. Con la diferencia de que este año, el cierre de colegios en marzo hizo que una parte del personal de la Educación estuviera ya sin trabajo. Con todo, este sector lideró la caída de afiliación con un descenso de 45.396 personas.
La reapertura de muchos bares y comercios permitió que se afiliaran 47.367 personas, dato positivo (junto con el progreso de la construcción, con 40.383 afiliados más), pero insuficiente. Como era de esperar, los servicios asociados al turismo siguen en una situación complicada.
Este año, muchos de los trabajadores de ese 'motor' económico averiado pasarán los meses estivales -veremos cuántos en función de cómo evolucione la temporada- en situación de ERTE. Por tanto, no contabilizan como parados, aunque sus nóminas -al menos, en una parte- son pagadas por la Seguridad Social.
Los datos de paro de junio nos recuerdan el país que tenemos. Miles de profesores se van a la calle, pero arrancaba la temporada turística y se 'salvaba' el mes
A pesar de ello y de la reactivación parcial económica de la nueva normalidad, el paro aumentó en 5.107 personas en junio. Atentos al motivo que dio el secretario de Estado, Joaquín Pérez Rey: una oferta de empleo público en la Comunidad Valenciana para ser 'auxiliar de planes de contingencia en las playas por el Covid-19' disparó el desempleo.
Como el requisito para optar al puesto era estar inscrito en los Servicios Públicos de Empleo, 14.781 personas se apuntaron al SEPE. Decía el Ministerio de Trabajo que de no ser por esto, el paro habría bajado en 9.000 personas. No es consuelo. Pero, sirva esto como recordatorio de que la falta de expectativas para encontrar empleo actúa de bálsamo para las estadísticas.
España cerró junio con más de 3,86 millones de parados, según el Ministerio de Trabajo, y más de 18,6 millones de afiliados, según el Ministerio de Seguridad Social.
Este último dato revela que 'hemos tocado fondo' de aquí a septiembre. Ese mes caducará la prórroga de los ERTE que siguen dando cobertura a 1,83 millones de españoles que podrían acabar despedidos si se convierten en ERE.
Pero el mes de junio es también importante por otro motivo. Es la fecha en la que muchos estudiantes terminan su formación y acceden al mercado laboral. Este año, serán unos 300.000 jóvenes, según los datos de Funcas, y el panorama que se van a encontrar es desolador.
Como decía recientemente el director de coyuntura y economía internacional de ese servicio de estudios, Raymond Torres, esos jóvenes "se pueden convertir en parados de larga duración sin haber empezado a trabajar" y es preciso que se les de "una respuesta personalizada" para que puedan empezar a trabajar.
Está claro que sectores, como el de la Sanidad, lo necesitarían para hacer frente a los posibles rebrotes del coronavirus. Sin embargo, otra de las revelaciones de los datos de este jueves es que pasado el momento más crítico de la pandemia, se destruyó empleo también en el personal sanitario.
La "respuesta" que necesitan los jóvenes para empezar a trabajar ni está, ni se espera, a pesar de que su acceso al mercado laboral sería fundamental para dignificar sus vidas y pagar, entre otros, la factura de la deuda que va a engordar el Covid.