España no ha podido quitarse la espina que tenía clavada desde 2017, cuando quiso asaltar la presidencia del Eurogrupo con Luis de Guindos y tuvo que dar marcha atrás por la falta de apoyos. La herencia de la crisis financiera pesó en aquella decisión política y la falta de una disciplina que demostrara que nuestro país aprendió de sus errores ha frenado en esta ocasión el respaldo de nuestros socios europeos.
Hace tres años, con sus más y sus menos, España era un país visto por la Comisión Europea como un modelo ejemplar en la aplicación de sus recetas. Fue con sacrificios autoimpuestos como se logró evitar el rescate total a la economía entre 2010 y 2012 y la agenda de la consolidación fiscal seguía en marcha.
Sin embargo, España ha dejado de ser ese ‘alumno ejemplar’. No sólo por la falta de unos Presupuestos Generales del Estado actualizados desde 2018, algo que podría achacarse a la inestabilidad política, sino también por la falta de voluntad para converger en competitividad con muchos de los países a los que habíamos pedido el voto.
En 2019, con Nadia Calviño al frente de la cartera de Economía, España no solo incumplió sus compromisos de déficit, sino que elevó ese desequilibrio en tres décimas, hasta el 2,8%. ¿Qué habría pasado en la votación de este jueves si Calviño se hubiera presentado con los deberes hechos por parte de su Gobierno? Es posible que Paschal Donohoe no fuera el nuevo presidente del Eurogrupo.
Tampoco ayudó a su candidatura que su criterio económico tuviera una amenaza en casa y ésta estuviera sentada en el Consejo de Ministros al que la vicepresidenta acude todas las semanas.
Con una economía en plena desaceleración, una de las primeras medidas que adoptó el Gobierno fue una subida del salario mínimo interprofesional (SMI) que desoía las peticiones de las empresas. Con una crisis como la derivada del coronavirus, un Gobierno serio no puede amenazar con derogar la reforma laboral y consentir que desde una de sus vicepresidencias se cargue contra el sector privado.
Y en materia presupuestaria, a principios de 2020 se siguió adelante con el plan de subir las pensiones, el sueldo de los funcionarios y de los guardias civiles, algo que no es aceptable para nuestros socios europeos.
Por si fuera poco, la decisión de aprobar de manera estructural el Ingreso Mínimo Vital (IMV) cuando el próximo año España tendrá que pedir dinero prestado a Europa para poder cuadrar las cuentas tampoco era la mejor carta de presentación de Calviño.
Aprobar de manera estructural un Ingreso Mínimo Vital con dinero prestado de Europa no era la mejor carta de presentación de Calviño
En clave nacional, el éxito de su candidatura era un as para quienes reclaman un consenso -al menos en materia económica- para salir de esta crisis. Cuando permitió que Calviño compitiera por el cargo, Sánchez fue consciente de que si lograba esta victoria tendría que centrar su política económica. No se puede representar los intereses de todos los ministros de Finanzas y Economía de la zona euro sin cumplir con lo que se pacta en los salones de la Comisión Europea.
En clave europea, el resbalón español en el Eurogrupo es una ocasión perdida para que el organismo, que tomará un protagonismo importante en los próximos meses, estuviera representado por una candidata que acudió a la votación con el apoyo de Alemania, Francia e Italia, lo que en términos económicos significa el aval de quienes representan el 75% del PIB de la Eurozona. También iba a ser la primera vez en la que la presidencia estuviera ocupada por una mujer.
La vicepresidenta económica contaba con las dotes necesarias para moverse en los pasillos de Bruselas y conseguir hacer del Eurogrupo un órgano más cohesionado en un momento clave para la Unión Europea. Pero también el candidato irlandés cuenta con una buena trayectoria, aunque desde España no se hubiera querido prestar atención ante el deseo de hacerse con el cargo.
Pese a que las instituciones europeas han demostrado que son capaces de dar una respuesta rápida a crisis feroces, como la del Covid-19, los desequilibrios heredados del pasado de España e Italia amenazan con trazar una salida a esta crisis en dos pelotones, como recordó Luis de Guindos en un foro esta semana.
Como integrante del Eurogrupo, Calviño tendrá que olvidar lo ocurrido este jueves y centrarse en la próxima batalla porque lo que viene en los próximos meses no es un examen fácil. La votación de este jueves es solo un aviso más de la UE.
En unas semanas sabremos algo más sobre la condicionalidad laxa, pero obligatoria, de los fondos para la reconstrucción europea que estarán financiados también por los contribuyentes de los llamados países frugales.
Se dice que el mayor poder que confiere el cargo de presidir el Eurogrupo es la capacidad de manejar la agenda de los ministros de Finanzas y de desatascar asuntos.
No era poco para España en este momento de emergencia económica. De cómo salga nuestro país de esta crisis dependerá el vagón que ocupe en la reconstrucción de una Unión Europea que ha quedado muy tocada en los últimos tiempos y no solo por el coronavirus, también por el 'brexit' y por la respuesta basada en la 'austeridad' que dio a la crisis de 2008. Pero que es una ventana de oportunidad para quienes la integran.