Es una pregunta recurrente si el sector financiero español está preparado para afrontar la recuperación económica post-Covid y los desafíos que conlleva o si, por el contrario, volveremos a vivir problemas parecidos a los de 2008. Para responder a esta cuestión, debemos tener presentes las grandes diferencias que existen entre ambas crisis, y que parten de un hecho principal: el sistema bancario, tanto europeo, como español, goza ahora de una salud incomparablemente mejor que en la anterior eventualidad.
Hace 12 años, la capitalización de la banca se demostró del todo insuficiente, los controles inadecuados, la exposición al riesgo excesiva y la fragmentación del sector, incluyendo a las cajas de ahorro, un auténtico hándicap. Pero todo eso ha cambiado y, a día de hoy, la banca española mantiene unos grados de capitalización holgadamente suficientes a ojos del regulador, aunque sigue en la cola de sus equivalentes europeos.
Además, el sector, en general, es menos rentable que hace dos décadas. A pesar de ello, sin embargo, resulta mucho más confiable en términos de solvencia, sobre todo gracias a los controles implementados a raíz de la crisis de Lehman Brothers.
Sin embargo, esta situación plantea algunos desafíos de esencial resolución como es asegurar la liquidez del sistema bancario europeo y español a la vez que se garantiza la concesión de avales públicos a las empresas que lo soliciten.
Reducir el impacto de la crisis y apuntalar el crecimiento y la recuperación económica dependen de ello y, en ese sentido, el apoyo institucional demostrado estos meses se ha convertido en otra de las grandes diferencias con respecto a la crisis de 2008.
Y es que buena parte del último crash económico se debió a que el crédito no pudo canalizarse desde los bancos, con extraordinarios problemas, hacia el tejido empresarial. Sin embargo, en esta ocasión, nos encontramos en un punto en el que los bancos tienen acceso a una liquidez casi ilimitada a través del BCE.
Lo relevante ahora es que la gestión de ese flujo de liquidez sea eficiente y que el oxígeno insuflado por las medidas fiscales y monetarias se deje sentir desde la primera hasta la última pyme. Solo así se podrá garantizar la supervivencia del tejido empresarial, especialmente de esas pequeñas y medianas empresas, cuya capacidad de aguante es más limitada, en general, que la de las grandes.
Buena parte del último 'crash' económico se debió a que el crédito no pudo canalizarse desde los bancos
Todo ello nos lleva al siguiente desafío: el posible aumento de la morosidad. Y es que, aunque según el último informe del Banco de España ésta se mantiene en niveles contenidos (en torno al 4,7%) y alejados de los observados en nuestro país durante la crisis de Lehman Brothers (cuando se sitúo en hasta un 14%), la morosidad está extraordinariamente influida por la evolución de la actividad económica.
En definitiva, una caída del PIB de un punto supondría casi un 0,8% de incremento del ratio de mora. En ese sentido, lo importante en términos estructurales es incentivar al máximo las medidas de recuperación, especialmente en la situación en la que nos encontramos, donde la mayoría de los problemas provienen no de la falta de crédito, sino del parón de la producción y del consumo.
Así las cosas, la estructura del crédito en España es otro de los elementos que han variado significativamente desde la crisis de 2008. Entonces, casi la mitad del crédito estaba vinculado a construcción e inmobiliario y, actualmente, ha bajado a poco más del 20%. Por el contrario, el sector servicios supone el 55% del total del crédito en España, correspondiendo un 25% al comercio, hostelería y transporte: justo el ámbito más castigado por las medidas de confinamiento. Por ello, habrá que extremar las precauciones y las medidas de apoyo institucional a este sector.
Visto el largo camino de recuperación que tenemos por delante, solo podemos asegurar una máxima: es responsabilidad de todos, no solo del sector financiero, trabajar por la recuperación de la economía. Solo así podremos alcanzar una 'nueva normalidad' sana, no solo en términos sociales, sino también en términos económicos.
*** Pedro del Pozo es director de Inversiones Financieras de Mutualidad de la Abogacía.