En la navegación, marítima o aérea hay salvavidas, flotadores. Cuando todo está perdido o cuando suena la voz de '¡hombre al agua!', lo primero que se busca es el salvavidas para ponérselo o lanzarlo a los que están en peligro.
Es lo mismo que está ocurriendo en este momento con el Covid-19. Si se aplica el oído de verdad, despejando el ruido mediático, especialmente televisivo, se oye con claridad: ¡Sánchez se ahoga en el mar de la economía! En el buque del Gobierno corren a los costados donde están los salvavidas y se los están lanzando.
Primero le lanzaron el flotador de los ERTE. Eso le sirvió para bracear un par de metros (dos meses). Pero ese salvavidas tiene agujeros. Hay que encontrar cómo taponarlos, parches que se llaman: dinero para pagar a los trabajadores en ERTE y ERE, las pensiones, los sueldos públicos, los planes sociales, los autónomos, desempleo...
Cada vez aparecen más agujeros en ese flotador (plan sobre la automoción, turismo…). Se necesitan parches eficaces. Además, la falta de demanda turística internacional, arrastra al presidente Sánchez hacia la profundidad del mar económico.
El flotador del ERTE pierde aire y se desinfla. El agua lo puede ahogar. Ya se calcula que habrá como mínimo el 20% de paro sobre población activa al final del año y subirá al 22% en 2021.
El presidente Sánchez sigue braceando, pero el problema es que ya no hay salvavidas en el barco del Gobierno
Por eso, le han lanzado otro salvavidas: el “Plan de Reconstrucción de la Economía española”. Si el anterior flotador había servido para sostener al náufrago unos metros, el plan de reconstrucción, incluido el “dialogo social” es mucho menos eficaz. Le va a permitir solo una brazada. Luego, sin aire en su interior o, incluso, con pesos muertos, será más plomo que corcho.
Sus plomos son la falta de acuerdo con la oposición real (PP) y la manía populista de hacer una política fiscal contraria al impulso del consumo privado y, en consecuencia, a la creación de puestos de trabajo. Su corcho es sólo la ilusión de que se ha hecho algo. Un espejismo.
Sus plomos son la falta de acuerdo con la oposición real (PP) y la manía populista de hacer una política fiscal contraria al impulso del consumo privado
Aun con estos dos salvavidas, el presidente sigue braceando. La espuma que le rodea da muestras de la debilidad de los flotadores. El problema es que ya no hay salvavidas en el barco del Gobierno.
Afortunadamente cerca pasa un trasatlántico. En su costado figuran dos letras UE (Unión Europea). Lo que pasa es que entre los oficiales que dirigen ese barco no hay acuerdo sobre qué flotadores hay que enviarle al que se ahoga, ni sobre las condiciones para lanzarlos.
De los 750.000 millones de euros, del conjunto de los salvavidas que tienen la UE, se supone que hay ¿140.000? que van a enviar a España para que Sánchez flote. No está claro cuáles van a ser sus condiciones. Lo que está claro es que, sin ellos, Sánchez se hunde.
Por eso no resulta raro que el presidente Sánchez se dedique durante estas semanas a negociar en Europa, buscar aliados y convencer a los países 'frugales' de que España merece ser ayudada. Más aún, que sin una España sostenible económica y socialmente, Europa pierde más que gana. Para eso se alía con Italia, Portugal, Grecia… busca la comprensión de Alemania, Francia y bajar la suspicacia de Holanda, Austria… Por el bien de todos, ¡ojalá lo consiga!
Si no se invierte de manera racional, eficaz y eficiente, el flotador del transatlántico europeo perderá su capacidad de mantener económicamente a flote al Sr. Sánchez
Pero aunque lo consiga, este flotador tampoco es definitivo. Como todo salvavidas irá perdiendo aire poco a poco. De manera que si no se invierte de manera racional, eficaz y eficiente el flotador del trasatlántico europeo perderá su capacidad de mantener económicamente a flote al Sr. Sánchez.
Porque el presidente Sánchez tiene algunos compañeros que no solo no le ayudan a flotar, le empujan hacia abajo. Y no son ni el PP, ni Cs; son más bien los que quieren eliminar la Reforma Laboral de 2012, asustar a los inversores con cargas fiscales ineficientes, alimentar el déficit público o la manía de estatalizar sectores enteros de la economía.
De nada le servirá a Sánchez el flotador europeo si no se sabe cómo utilizarlo. Solo le da un tiempo de respiro, pero luego o aprende a nadar, o se ahogará. Y, con él, nosotros.
*** José Ramón Pin es profesor del IESE.