¡Hay que cambiar el modelo económico! Es la frase más repetida en cualquier debate sobre la economía española. Hay que reindustrializar para tener un mercado laboral más estable con trabajos de mayor valor añadido. Nadie está en contra de este objetivo. El problema es cómo ponerle patas.
El sector industrial es un tejido complejo. Compuesto por grandes empresas con solera, I+D potente y Know How y muchas pequeñas y medianas, en parte, proveedoras de las anteriores. Su estructura laboral es más estable porque el conocimiento de los procesos es básico para mantener su calidad y la confianza de los clientes.
Dentro del sector industrial es clave el subsector de proyectos llave en mano y mantenimiento de instalaciones para otras industrias, como la energética. Sin él la economía de un país depende de los expertos exteriores. Pero, además, este subsector tiene potencia exportadora , añade “ingeniería” nacional y sostiene una industria auxiliar a su alrededor, con puestos de trabajo y salarios estables de valor añadido.
Los países con “política industrial” buscan sostener este subsector para asegurar la actividad industrial a largo plazo. Una vez vendida una instalación debe mantenerse y hay una cierta dependencia del utilizador con el suministrador llave en mano.
La empresa emplea más de 1.100 empleados fijos directos y los indirectos correspondientes (1.400) en una zona donde el trabajo escasea
Duro Felguera ahora pertenece a ese subsector. Instalada en el Principado de Asturias con más de cien años de existencia, creada en 1858 por Pedro Duro está en una encrucijada. Desde los años 80 del siglo pasado, con el declive de la minería del carbón, se orienta a la ejecución de “proyectos llave en mano” y mantenimiento de instalaciones. Muchos en el extranjero donde el apoyo financiero es básico. Nadie compra una instalación industrial de millones de euros si el vendedor no responde con solvencia financiera, propia o con avales.
La empresa emplea más de 1.100 empleados fijos directos y los indirectos correspondientes (1.400) en una zona donde el trabajo escasea. En 2019 vendió 392 millones de euros. Cotiza en bolsa desde 1902. Tiene trayectoria y, con una imagen de solidez financiera, podría tener recorrido en la etapa de reindustrialización que los 750.000 MM de euros de fondos europeos quieren propiciar.
La pregunta que debe hacerse un Ministerio de Industria responsable es: ¿debo apuntalar empresas de capital español como estas ahora? La Dirección de la compañía pide capitalizar, de algún modo, las deudas bancarias, tener avales para las operaciones, muchas de exportación, y conseguir ayuda de la SEPI y el ICO para mantener la liquidez y seguir adelante.
Los países que mantienen políticas industriales eficaces defienden sus empresas de este tipo. Las ayudan comercial, operativa y financieramente. Incluso políticamente. En un sector de exportación de valor, como ya sabemos, los gobiernos pesan mucho y los favores mutuos son decisivos.
Si no se apoyan empresas como Duro Felguera hablar de “reindustrialización” es palabrería
Es probable que al albur de las ayudas europeas y el deseo de reindustrializar el país aparezcan ofertas extranjeras para instalar en España instalaciones industriales. Instalaciones cuyos destinos luego se deciden en las centrales del país origen. Lo hemos visto en ALCOA en Galicia o Nissan en la zona franca de Barcelona, en las que se toman decisiones de cierre desde lejanas sedes extranjeras ¿No resulta más lógico mantener los grupos empresariales industriales propios?
Por otra parte, la experiencia de venta de activos industriales españoles al extranjero es poco esperanzadora. Endesa ha acabado desmantelando sus operaciones exteriores; operaciones que se ha quedado ENEL, la compradora italiana, que para más inri ¡es estatal! Vender una compañía al extranjero es perder la capacidad de decisión nacional.
He trabajado en industria de montaje, no es un terreno fácil. El conocimiento técnico y organizativo es esencial. Se tarda mucho en conseguirlo. Los mandos intermedios y los expertos de todo tipo no son fáciles de conseguir ni en el mercado, ni con desarrollo propio. Tampoco es sencillo construir referencias frente al cliente por operaciones de éxito anteriores. Todo eso cuesta mucho, hacerlo ex-novo conlleva un riesgo importante y, una vez destruido, recomponerlo es casi imposible.
Si no se apoyan empresas como Duro Felguera hablar de “reindustrialización” es palabrería. Las grandes palabras se realizan con hechos concretos. Otra cosa son las contraprestaciones por la ayuda, los cambios que se pidan en sus órganos y cómo se articula todo el proceso. Ahí también hay mucho que hablar.
*** José Ramón Pin es profesor del IESE.