La fuerte caída de la economía británica en el segundo trimestre –un retroceso inter-trimestral del PIB del 20,4% con respecto al primer trimestre de 2020– se ha producido justo en el peor momento del país tras años de profundo desgaste derivado del Brexit.
Cuando aún quedan algunos flecos importantes por cerrar de la futura relación entre Reino Unido y la Unión Europea, el coronavirus debilita la posición negociadora de Londres frente a Bruselas, especialmente en cuestiones que se han revelado tan importantes como la soberanía alimentaria, las barreras no arancelarias o el impacto de las ayudas públicas sobre el fair play comercial e inversor, tanto para hacer operaciones corporativas en Europa como para presentarse a concursos públicos.
Al igual que ocurre en otros países europeos como España, la caída de la economía británica puede descomponerse en tres factores esenciales: primero, un componente común a todos los países europeos derivado de la virulencia con la que se ha propagado esta enfermedad de origen chino y, en consecuencia, de las medidas de confinamiento que hubo que tomar a partir de marzo.
Segundo, un componente específico relativo a circunstancias particulares como la estructura económica, el tipo de empresas, apertura al exterior o salud financiera del sector público, entre otras.
Y, tercero y último, la fortaleza o debilidad de las bases económicas con anterioridad a la crisis que, dicho de otra forma, es la capacidad del PIB tendencial de soportar una fuerte crisis sin que se vea notablemente resentido.
Si consideramos como escenario promedio la caída del 11,9% trimestral del PIB de la Unión Europea y lo entendemos como el impacto común sobre todos los países, las diferencias tanto al alza como a la baja mostrarían los factores particulares de cada país y el deterioro mayor o menor con respecto a las bases de crecimiento anteriores a la pandemia.
Mientras la economía alemana muestra un diferencial positivo de casi dos puntos, Italia ha caído un punto y medio más, los factores internos en Francia han agravado en casi dos puntos porcentuales el descenso de su PIB, la situación concreta en España ha añadido 6,6 puntos de caída y Reino Unido se coloca como el país con peor comportamiento intertrimestral (que no interanual, ahí sigue siendo España la peor economía) con un diferencial de 8,5 puntos con respecto a la UE-27.
Reino Unido se coloca como el país con peor comportamiento intertrimestral, que no interanual, ahí sigue siendo España la peor economía
¿Cuáles son los factores concretos que explican estos 8,5 puntos de diferencia? El primero es, sin duda, la gestión de la pandemia del Gabinete Johnson. Tras varias semanas poniendo en marcha medidas erráticas, Boris Johnson sólo fue consciente de la gravedad de la situación durante su propio ingreso hospitalario a causa del virus.
Desde ese momento, Reino Unido aplicó importantes restricciones sobre las actividades económicas no esenciales y alargó durante más tiempo el confinamiento. La consecuencia ha sido una caída muy fuerte del consumo privado (-23,1%), la cual explica el 70% del retroceso del PIB, y un debilitamiento importante de las expectativas de los consumidores que además están empezando a sufrir una merma en su renta disponible.
Así lo muestra el Oxford COVID-19 Government Response Tracker, el cual evidencia cómo Reino Unido aplicó medidas más tardías y más estrictas sobre la actividad económica bajo el falso dilema entre 'salud' y 'economía'. Y, al igual que España, ni se ha salvado la salud ni tampoco la economía.
Tanto Reino Unido como España encabezan los rankings de muertos reales por la pandemia en Europa por encima de los 40.000 y, al mismo tiempo, son los dos países europeos con mayor desplome del PIB.
Este comportamiento tan desfavorable de Gran Bretaña es un problema de primera magnitud para España, incluso antes de que éste se agravara decretando la cuarentena para los viajeros que desde España fueran a las islas británicas. Además de la importancia para el turismo (los británicos son los viajeros que más gastan por persona y día), la economía española tiene importantes inversiones en Reino Unido en sectores esenciales y es un socio prioritario en términos de flujos de comercio de bienes.
Este comportamiento tan desfavorable de Gran Bretaña es un problema de primera magnitud para España
Creer que la economía es como un 'botón' que se puede apagar y encender a discreción del Gobierno que haya, es un grave error no sólo cometido en España o Italia sino también por el Gabinete Johnson.
Ahora en los próximos meses habrá que ver si los planes de estímulo económico surten efecto y se produce una recuperación más rápida de la ya observada en términos mensuales tanto en mayo como en junio.
A su favor tiene elementos de peso como la congelación' del empleo (aunque no de los salarios), la inversión pública ha amortiguado el desplome de la inversión privada (muy ligada a la caída de más de un 30% de la construcción) y cuenta con política monetaria doméstica que ayudará a controlar tanto la circulación del crédito como muy especialmente amortiguar el impacto de una mayor morosidad en los préstamos Covid.
Sin embargo, son muchos los factores que van en contra de las previsiones más optimistas que deslizó el ministro Raab. Un problema que vuelve a aparecer es la inflación, la cual se transmite de forma más rápida en los bienes de consumo alimentario por la dependencia del producto nacional y unas importaciones tensionadas.
Pero existen muchos más problemas a abordar con un Gobierno que busca elevar sus índices de popularidad hoy por los suelos y continuar con una negociación europea que probablemente tenga que extenderse otros seis meses más hasta junio de 2021.
*** Javier Santacruz es economista.