Gestionar el estrés laboral en tiempos de la Covid
La crisis del coronavirus está sacudiendo los cimientos de nuestra sociedad. Estamos viviendo un cambio de paradigma cultural y de valores sin precedentes. E indudablemente, esta situación también está afectando al mundo laboral.
Por un lado, se están imponiendo nuevas formas de trabajo y de organización a un ritmo vertiginoso. Como estamos viendo, el teletrabajo, los equipos en remoto y la prestación de servicios online han llegado para instalarse. La toma de decisiones ágiles y creativas y la capacidad de adaptación son más importantes que nunca.
Por otro lado, están las personas, en sus diferentes niveles de responsabilidad organizacional, que han sufrido este año un aumento exponencial de los niveles de estrés y ansiedad. Están sometidos a mucha presión intentando adaptarse a todos estos cambios, conciliar vida familiar y profesional y gestionar miedos, ansiedades e incertidumbres en un contexto completamente desconocido hasta ahora.
Si ya el año pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) encendió todas las alarmas sobre el aumento del estrés laboral y sus graves consecuencias -calificándolo como una pandemia global y reconociendo el burn out (efecto quemado) asociado al agotamiento mental, emocional y físico causado por el trabajo, como una enfermedad-, actualmente, como consecuencia del Covid-19, la situación se hace insostenible.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019, España era el tercer país europeo con más estrés laboral, con unos niveles cercanos al 60% de los trabajadores. A nivel mundial, en el 2020, los niveles de angustia incrementaron un 35% en China, un 60% en Irán o un 40% en EEUU, tres de los países más afectados por la pandemia, según la OMS.
En 2019, España era el tercer país europeo con más estrés laboral, con unos niveles cercanos al 60% de los trabajadores
Esta situación tiene nefastas consecuencias desde un enfoque empresarial: descenso de la productividad y de los niveles de concentración, aumento del absentismo laboral y, riesgo de que se produzcan accidentes laborales. Todo ello supone gastos y pérdidas económicas y repercuten negativamente en la rentabilidad y en la cuenta de resultados.
Por lo tanto, en este proceso de cambio, nos encontramos con un panorama complejo en el que el gran reto que se plantea es cómo gestionar de forma eficaz y a la vez, los procesos de transformación y los individuos que los protagonizan.
Es decir, cómo adaptarse a esta nueva realidad, cómo innovar e implantar nuevas formas de trabajar y cómo realizar un cambio cultural de este calibre teniendo en cuenta la bomba de relojería emocional que estamos viviendo.
Si queremos que nuestras empresas no sólo sobrevivan a esta crisis, sino que además salgan reforzadas, gestionar los niveles de estrés y sus causas, se sitúa como una prioridad de primer orden a la que dar solución.
La angustia tiene nefastas consecuencias desde un enfoque empresarial: descenso de la productividad y de la concentración, aumento del absentismo y riesgo de accidentes
Según la Neurociencia, las emociones están presentes minuto a minuto en nuestra vida. Una emoción es una reacción compleja del cerebro a un estímulo tanto externo (algo que veo o escucho) como interno (un pensamiento, un recuerdo o una imagen interna), que nos impulsa a realizar una acción.
Lo queramos o no, la ciencia ha demostrado que las emociones son un pilar fundamental de nuestro mecanismo de funcionamiento como seres humanos, nos permiten desplegar todo nuestro potencial y desarrollar todas las habilidades que necesitamos para gestionar cualquier situación en la vida, tanto profesional como personal.
Ignorar esta realidad, negar la existencia de las emociones en el entorno laboral o simplemente intentar bloquearlas por miedo a ser "demasiado emocional o poco profesional", nos llevará a disfunciones estructurales que aumentarán aún más los niveles de estrés, la frustración y la ineficacia a la hora de tomar decisiones y resolver problemas. A medio-largo plazo esta situación, como hemos visto, es insostenible y acabará influyendo negativamente en la motivación y en el rendimiento laboral.
Lo contrario, conocer esta realidad y asumirla, ayudará a entender mejor quiénes somos y por qué nos pasa lo que nos pasa. Ayudará a generar un patrón de comprensión de cómo funcionan las personas y las organizaciones (ya que estas están creadas y dirigidas por personas) que nos permitirá gestionar con mayor tranquilidad las emociones y tener un mayor control sobre nuestro comportamiento y nuestro entorno.
Si queremos afrontar con éxito los desafíos de esta nueva normalidad, ahora más que nunca, se pone en evidencia la necesidad de un nuevo estilo de liderazgo donde la gestión de las emociones con agilidad y de manera eficaz ocupe el lugar estratégico que le corresponde.
*** Izaskun Bernal es coach y consultora estratégica en dirección de procesos de cambio y liderazgo. Especialista en inteligencia social y emocional.