"Si no es por el coronavirus, vamos a morir de hambre". La frase no es mía sino que forma parte del refranero popular de la 'nueva normalidad' que no acabamos de encajar. Pero resume bien lo que la crisis sanitaria originada por esta pandemia está significando en términos económicos y sociales para millones de familias y empresas españolas.
Tras el sacrificio que los sanitarios, el personal de servicios esenciales y los ciudadanos en general hicieron la pasada primavera para contener el virus, el descontrol de los rebrotes es algo que no se puede permitir España. Ni en el terreno sanitario, ni en el económico, después haber sufrido una caída de PIB acumulada en los dos primeros trimestres del año superior al 23% por el confinamiento.
Hacen falta ideas constructivas y reconocer que algo estamos haciendo mal, puesto que la propagación del virus es mayor en nuestro país que en otros del entorno. En definitiva, una estrategia diferente e integral, como pidió en este periódico Miguel Sebastián, que no se resigne a la mera convivencia con el virus, ya que este escenario amenaza con volver a saturar nuestro sistema sanitario y terminar de hundir la maltrecha economía.
El documento de consenso ¿Es posible optimizar la estrategia en la lucha contra el virus de la Covid-19 en España? que se presenta este miércoles y ha adelantado EL ESPAÑOL no solo pone esta realidad de manifiesto, sino que aprovecha las herramientas del siglo XXI para contener la pandemia.
En buena medida, se trata de utilizar el big y el small data para detectar los casos de manera precoz y evitar con ellos un colapso de los hospitales... y de la economía.
Con técnicas de big y small data como el rastreo de las aguas residuales, la descarga voluntaria de la app Radar o la información de los PCR es posible contener la expansión del virus, como ya se ha demostrado en países como Corea del Sur.
Es más, antes de la Covid-19 ya se habían realizado experimentos de massive learning efectivos para contener enfermedades comunes. En el año 2009, la revista Science publicó uno que demostró que con el rastreo de una serie de palabras en las búsquedas de Google era posible conocer la evolución de la gripe en Estados Unidos.
No se entiende que 11 años después, no se aproveche la tecnología en todas sus dimensiones para combatir una pandemia con el pretexto de la privacidad, cuando existen mecanismos para que el rastreo pueda ser anónimo y los potenciales usuarios comparten todo tipo de datos personales con las grandes tecnológicas y fabricantes de móviles.
No se entiende que no se aproveche la tecnología en todas sus dimensiones para combatir una pandemia con el pretexto de la privacidad
Pero además, es posible reducir el paro formando a nuevos especialistas en los trabajos que demanda esta nueva normalidad que se ha instalado en nuestras vidas sin una transición previa. Es decir, rastreadores que trabajen en centros de salud, personal de limpieza especializado en la higiene de espacios públicos, especialistas con conocimientos tecnológicos, etc.
Y al mismo tiempo, testar tecnologías españolas para colocarnos en la vanguardia de la detección de enfermedades. No hay que olvidar que la empresa que se dedica al rastreo de aguas es valenciana y la app Radar Covid -que aconseja el Ministerio de Economía- es de la española Indra.
Resulta llamativo que en un documento firmado por más de una treintena de médicos, científicos, biólogos, microbiólogos... exista el consenso suficiente para reconocer que en la lucha contra la covid-19 hay que tener también en cuenta a la economía.
Tanto es así que los doctores recuerdan cómo las "noticias continuas de rebrotes y nuevos casos no sólo crean alarma social, sino que empeoran las expectativas de empresas y familias, retrasando la recuperación del consumo y de la inversión".
Hace falta inversión y ante la escasez de recursos, hay que seleccionar muy bien a qué destinar recursos públicos. Sin duda, la prevención de la expansión del coronavirus y la tecnología española deben ser un pilar del refuerzo de la estrategia frente a la covid-19, una pandemia del siglo XXI que se puede combatir con herramientas propias de nuestro tiempo.