A todo el que tiene dinero invertido en bolsa se le presenta una cuestión acuciante: ¿Cuánto más puede seguir subiendo la de EEUU? Y, por lo tanto, ¿cuánto tiempo más podrán seguir subiendo las demás bolsas mundiales, incluida la española, con su comportamiento desesperante?
Subsidiariamente, los inversores en bolsa comparten otra inquietud con todo el mundo: ¿Serán necesarias medidas de corte aún más autoritario para poder contener la Covid-19? ¿Habrá que imitar a China también en eso, tarde, mal y nunca, como hasta ahora?
Para tratar de adivinar qué es lo que va a suceder con las bolsas tenemos pocos precedentes históricos en los que inspirarnos. En realidad, solo tenemos uno grande de verdad (la gripe de 1918, mal llamada española) y otro que puede servir como apoyatura secundaria: la gripe de Hong Kong (1969). Quizás, también, podemos recurrir a la gripe asiática de 1957, que muy pocos recuerdan en España, sobre todo si no vivían en Bilbao, donde afectó a un tercio de la población.
Tras el susto de la primera de esas tres epidemias, la bolsa, medida por el índice Dow Jones Industrial, cayó un 12% que es más o menos lo que había caído hasta el 8 de marzo de este año en que se conoció la decisión de Arabia Saudí de inundar de petróleo el mundo entero. A partir de ahí, y durante dos semanas, ya todo fue como luchar contra los elementos: la bolsa de EEUU añadió un 25% más de caída.
Todas las pandemias citadas (1918, 1957 y 1969, además, claro, de la de 2020) coincidieron con recesiones de la economía de EEUU y otros países, provocadas o agravadas por la pandemia.
Solo tenemos un gran precedente histórico en el que inspirarnos de verdad para tratar de adivinar qué va a suceder con las bolsas
En 1957 la caída de la bolsa americana fue del 20% y en 1969 del 35%. De modo que en 1918-1919 y en 1957 las caídas fueron de un orden muy inferior a las experimentadas en 1969 y 2020 (cercanas al 35%).
¿Y como fueron las respectivas recuperaciones de bolsa? Pues en 1919 la bolsa, tras recuperar todo lo perdido, siguió subiendo hasta un nuevo máximo histórico un 34% por encima del máximo previo al inicio de la crisis. Ese nuevo máximo histórico lo alcanzó nueve meses después de haber completado la caída.
En este momento el índice de bolsa S&P 500 ya ha completado la primera fase de la proeza de superar el máximo histórico anterior a la pandemia y se sitúa un 3,6% por encima de su nivel del mes de febrero pasado y tras haber transcurrido solo cinco meses desde su peor momento del 23 de marzo de 2020.
Con posterioridad a la caída de bolsa de 1957, el siguiente máximo histórico (antes de caer de nuevo por la siguiente recesión) superó al anterior en un 30% (dos años después) y tras el crac de 1969 el nuevo máximo histórico relativo (también, antes de caer de nuevo) tardó en tener lugar algo más de dos años y medio con una revalorización entre ambos del 11%.
De modo que, resumiendo, los antecedentes históricos hablan de una revalorización desde el máximo de un ciclo bursátil al máximo del siguiente ciclo (con pandemia de por medio) que puede ir desde el 11% de 1969 al 30% de 1957 y al 34% de 1919.
Como, por ahora, la bolsa de EEUU, medida por el índice S&P 500, solo ha subido entre el máximo de febrero y el de la semana pasada un 3,6%, parece que aún debería quedarle un margen de subida que oscilaría entre un 7% y un 30%. Y todo para completarse en un período que podría ir de cuatro meses a dos años y medio.
Con posterioridad a la caída de la bolsa de 1957, el siguiente máximo histórico superó al anterior en un 30%
¿No es esto asombroso -se pregunta mucha gente- habida cuenta de la terrible situación económica mundial causada por una pandemia que aún no está controlada? La respuesta es que lo asombroso sería justamente lo contrario, que las bolsas no estuvieran subiendo, algo que le pasa en cierto modo a la bolsa española (que aún pierde un 30% respecto a su nivel máximo de febrero pasado), aplastada por la aparente mala gestión económica y de la pandemia, además de por el hecho de no tener un buen sector tecnológico al que agarrarse.
Y es que gran parte de la subida de las bolsas se debe precisamente a ese sector, el tecnológico, al que todo le ha venido a favor relativamente, dentro del desastre que ha supuesto la Covid-19: la aceleración en la llegada del teletrabajo y el aumento de las compras online han hecho que las expectativas de beneficios para el año 2021 se hayan vuelto fabulosas, lo que le permite al índice Nasdaq 100 (que refleja cómo evoluciona la cotización de las empresas de tecnología) acumular ya un 23% por encima de lo que era su nivel más alto anterior a la crisis, el del 19 de febrero de este año.
Por si eso fuera poco, la bajada generalizada de los tipos de interés hasta cero y la inyección de nuevo dinero, creado de la nada, por los bancos centrales de EEUU y la UE (en total, por ahora, 6 billones -trillions americanos- de dólares) ha dado un necesitado impulso a las bolsas mundiales, también alentado por el enorme gasto público equivalente al menos a otro tanto.
Aunque no es oro todo lo que reluce en las bolsas, puesto que de las ganancias que ha tenido un índice general de bolsa como es el S&P 500 (es decir, no especializado en tecnología, como el Nasdaq 100) un tercio se debe a cinco empresas tecnológicas bien conocidas que también están incluidas en él: Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet (Google) y Facebook.
¿Qué va a pasar a partir de ahora? Por la comparación hecha con el comportamiento de las bolsas en las pandemias anteriores del siglo XX ya hemos concluido que lo más probable es que las bolsas sigan subiendo por un tiempo (aunque, de vez en cuando, con los retrocesos propios de su naturaleza), apoyándose en que los datos económicos que siguen publicándose hablan de una recuperación que continúa tras el parón de los meses de febrero a mayo.
Así, el comercio global, tras llegar a perder un 17,85% anual en su peor momento (mayo) ya solo caía un 10% anual en junio (último dato conocido). Es decir, ha recuperado en un mes lo que en 2009 le costó ocho meses recuperar.
Lo más probable es que las bolsas sigan subiendo por un tiempo, apoyándose en que los datos económicos hablan de una recuperación que continúa
Entretanto, la pandemia sigue dando oportunidades nuevas a espectáculos bien conocidos desde el inicio de los tiempos y que da igual que los olvidemos o no: se repiten. Así, en Alemania, los nuevos “circunceliones” han celebrado a su manera en este fin de semana la fiesta de san Agustín, que los odiaba por su afición a arrojarse a las llamas.
La Covid-19, como todo en esta vida, tiene sus negacionistas, desde los del 8M en España hasta los que ahora batallan contra el uso de las mascarillas en todo el mundo. No se sabe que haya habido “brotes de circunceliones” en China, pero tampoco en lugares bastante menos autoritarios como Japón, Nueva Zelanda o Corea del Sur.
Algunos de ellos, además, opinan que esta es la venganza del Planeta Tierra por lo mal que lo estamos tratando. Es obvio que no se han preguntado de qué manera maltrataban al planeta los habitantes del Imperio Bizantino en tiempos del emperador Justiniano como para que se vengara enviándoles una peste (años 541 a 549) que se estima que mató a una cuarta parte de la población de entonces.