Pedro Sánchez se abrazó este lunes a los empresarios en un acto con mucho significado tanto por lo que dijo, como por lo que no dijo. Con el arropo de todos sus ministros, el presidente del Gobierno pronunció un discurso muy político para pedir adhesión a su plan -que no desveló- para impulsar la economía un 2% anual con las ayudas de la Unión Europea.
Esa falta de concreción en materia económica demuestra que el abrazo de Sánchez al Ibex 35 lejos de ser eufórico, es contenido. Pero una vez dado el paso de inaugurar el curso con una fotografía en la que estuvieran presentes Pablo Isla, Ana Botín, José María Álvarez-Pallete, Ignacio Galán o Antonio Garamendi -entre muchos otros de los asistentes-, al presidente del Gobierno le va a resultar difícil tomar un camino opuesto al que le está marcando el empresariado español.
Los empresarios tienen sus intereses. Pero en este caso de abismo económico es importante escucharlos porque sin su apoyo la recuperación será más dolorosa aún de lo que anticipan las previsiones macroeconómicas de todos los servicios de estudios y del propio Ministerio de Economía.
El presidente pidió a todos los españoles, incluido a su auditorio, que "arrimen el hombro" para salir de esta crisis. Pero de manera intencionada no quiso hablar de lo que el mundo de la empresa le pide para ello.
Esto es, que se garantice que no habrá una subida de impuestos, que no se derogará -ni por la puerta de delante, ni por la de detrás, la reforma laboral-, que se garantizará la propiedad privada, que no habrá sobre la mesa tributos para que determinados sectores financien su gasto social, que no se obligará a las empresas a asumir regulaciones con coste económico en materia de teletrabajo o de Igualdad, que se prolonguen los ERTE el tiempo que sea necesario... Y que habrá consolidación fiscal para buscar el equilibrio presupuestario en cuanto España recupere el crecimiento.
El presidente pidió a su auditorio que 'arrime el hombro'. Pero no quiso hablar de lo que el mundo de la empresa le pide para ello
Resulta que en estos postulados, los empresarios que acudieron este lunes a la Casa de América están mucho más cerca de Pablo Casado que de Pedro Sánchez.
Precisamente el líder del PP era el principal destinatario del mensaje con el que el presidente demandó a todos que "arrimen el hombro" en este momento crítico para la economía y el empleo español.
Sánchez no ofreció nada a Casado a cambio de que el PP garantice el apoyo a sus Presupuestos y la renovación de cargos. Jugó con el patriotismo sabedor de que esas cuentas públicas son imprescindibles para que España acceda a los fondos europeos.
A nivel individual, el líder socialista también se juega su permanencia en La Moncloa. Y la caída de Unidas Podemos en las encuestas en un momento en el que Ciudadanos ha conseguido poner fin a su debacle demuestra que hay campo que explorar en el centro.
La foto de sus ministros y ministras departiendo con el Ibex 35 y el discurso del presidente pidiendo un nuevo clima político demuestra hasta qué punto el impacto de la pandemia está removiendo las aguas de la política.
Los empresarios lo saben y quieren que el PP se acerque al PSOE. No por la supervivencia de Sánchez, sino porque el apoyo de Casado llevaría implícito que los Presupuestos que se envíen a Bruselas les permitiría corear el lema de España Puede salir de esta.