Una de las principales lecciones que habría de dejarnos la gestión de la pandemia, y en especial la planificación de la normalización económica a la que nos enfrentamos, es el severo déficit de gobernanza que padecemos en la gestión y administración de la información.
Ésta se ha puesto de manifiesto en multitud de campos, como, por ejemplo, en la debilidad de nuestros recursos cartográficos como elemento de soporte a la toma de decisiones. La gobernanza de la información cartográfica y el impulso de la cartografía inteligente deberían ser las pautas de una nueva normalidad en materia de reconstrucción económica y social.
Durante estos meses se ha hecho visible dramáticamente la necesidad de disponer de bases de información actualizadas, bien integradas e interoperables. De compartir definiciones, herramientas y planteamientos estadísticos entre administraciones de todos los niveles. Y de disponer de buenos recursos de representación de la información que nos permitan mejorar los diagnósticos y la calidad de las soluciones en situaciones de tanta complejidad.
Interpretaciones de conjunto
Las dificultades de coordinación entre las diferentes administraciones se han dejado sentir con particular intensidad en el ámbito de la organización de la información y la estadística, poniendo al descubierto la extrema dificultad de construir interpretaciones de conjunto, así como el gran margen de mejora que existe en la gobernanza de los datos, el uso de la cartografía y de la información relativa a la gestión sanitaria.
Emprendemos ahora el tiempo de la reconstrucción económica partiendo del optimismo por unos acuerdos europeos que permitirán, si sabemos aprovecharlos, financiar la transformación de nuestro sector industrial, estimulando la creación de empleo de calidad, la digitalización, la capacidad exportadora, la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático.
La reindustrialización de la economía como palanca de recuperación aparece como uno de los factores de mayor consenso tanto a nivel europeo como nacional. Sin embargo, uno de los problemas más importantes a los que se enfrentará esa necesaria estrategia de relocalizaciones industriales será la ausencia de una fuente unificada de información geográfica capaz de movilizar, hacer accesible y transformar en valor toda la información crítica, necesaria y ya disponible para la toma de decisiones, tanto por parte de las administraciones públicas como a los operadores empresariales que se desenvuelven en el entorno del desarrollo industrial.
Por poner un ejemplo elemental, cualquier empresa que se interese por nuestro país como destino de sus actividades productivas debería disponer de una información centralizada, amplia y actual sobre todas las posibles localizaciones disponibles en el territorio nacional, junto a la información esencial sobre las principales características de esas ubicaciones.
Next Generation
Esta prestación elemental está hoy muy lejos de ser una realidad. En su lugar tenemos una diversidad caótica de fuentes de información que no pueden funcionar como un instrumento fiable en la captación de nuevas inversiones.
Las limitaciones de nuestras actuales herramientas de planificación de la inversión industrial pueden hacer inviables y desaprovechar muchas de las iniciativas que se acometan en el marco de la reconstrucción económica que la Unión Europea va a exigir que venga inspirado por las ideas de gobernanza, crecimiento inteligente, especialización, innovación y digitalización.
Sin el soporte de una cartografía inteligente adaptada a los nuevos retos y las nuevas potencialidades, la toma de decisiones se verá seriamente limitada y puesta en cuestión. Hagamos de la gobernanza de la información y del potencial de la cartografía la nueva normalidad de este proceso de reconstrucción económica. En el entorno de la inversión empresarial y la relocalización productiva, tanto nacional como internacional, estas herramientas pueden reportarnos un gran beneficio como nación.
El momento cero de la reconstrucción económica debe pasar por la puesta a punto de la inteligencia cartográfica y por la formación de un catálogo digital que refleje toda la oferta de disponibilidades de suelo industrial o logístico para nuevas inversiones empresariales.
Ninguna estrategia, ninguna batalla puede iniciarse sin un adecuado mapa de partida. Emprender una estrategia de relocalizaciones industriales sin un recurso de estas características daría lugar a una importante pérdida de oportunidades, a incongruencias territoriales y a un uso necesariamente ineficiente de los recursos que se inviertan en nuestra reindustrialización.
El Plan de Recuperación y Resiliencia que España deberá presentar a la Comisión Europea para que se materialicen sus compromisos de financiación dentro del fondo Next Generation ganaría en entidad si -entre muchas otras necesarias iniciativas- previese también la necesidad de organizar toda nuestra cartografía industrial en un mismo catálogo nacional de localizaciones y disponibilidades.
Desde una visión integrada de la producción y la logística, con una decidida vocación de colaboración público privada y procurando un alcance integral de toda la cadena de suministro. Unamos nuestras fuerzas para dotar a la reconstrucción económica de unas buenas condiciones de salida, de una herramienta imprescindible para la toma de decisiones.
Este artículo está respaldado por más de una veintena de profesionales cuyos nombres aparecen a continuación:
Carlos G. Triviño, Emilio Forcén Tárrega, Ana Belén Anquela, Constan Amurrio García, Gersón Beltrán, José Luis Berne Valero, Manuel Borobio Sanchiz, Ignacio Carrau Criado, Jose Luis Celda, Vicente Collado, Fernando Cruz Sánchez, José Antonio García, Francisco García Calvo, Ana María Gascón Hernández, Alberto Llanos Blasco, Salvador Navarro Pradas, Manuel Nieto Salvatierra, Bárbara Pons Giner, Carlos J. Rodríguez Gallo, Gerardo Roger Fernández, Carmen de Rosa Torner, Alfonso Rubio Barroso, Ismael Sáez Vaquero, Rafael Ibáñez Sánchez-Robles.