"Los teóricos de la conspiración creen en ella porque es reconfortante. La verdad es más aterradora: nadie tiene el control" (Alan Moore).
En 2015, Bill Gates advirtió que el mayor riesgo que afrontaba el mundo era la llegada de un virus muy infeccioso. Y acertó. En abril del año actual, dijo que el pico de la pandemia habría pasado a finales de dicho mes y que la normalidad económica volvería sólo cuando la mayoría de la población estuviese vacunada… Y parece que también va a acertar.
En 1998, Lancet publicó un estudio de Wakefield que vinculaba las vacunas con los trastornos del desarrollo. Se retiró tras descubrirse que el autor había sido pagado por personas que demandaban a los fabricantes de vacunas.
El engaño de Wakefield transformó el sentimiento antivacunas en una creencia generalizada. La ONG Center for Countering Digital Hate calcula que casi 60 millones de personas siguen cuentas de redes sociales en inglés que difunden información errónea, incluidas teorías de la conspiración sobre la "plandemia", la "farmafia" y Bill Gates como uno de los cabecillas del nuevo orden mundial.
Las encuestas de Wellcome Trust muestran que la idea es más contagiosa en los países ricos, donde apenas el 70% piensa que las vacunas son seguras. Por el contrario, el 85% de los africanos occidentales y el 95% de los sudasiáticos piensan que son fiables (fuente: The Economist):
No se debe a que los países ricos desconfíen de la ciencia (de hecho, expresan más confianza que los países pobres), sino a que muchos han confundido a Wakefield y sus compinches con expertos creíbles. Los países en desarrollo han escuchado menos dichas tonterías y más bien han sido testigos de los daños causados por enfermedades mortales prevenibles.
Por lo tanto, teniendo en cuenta estos datos, podríamos inferir que, cuando surja la vacuna contra el coronavirus, habrá algo de resistencia a ponérsela en los países ricos (los pobres no son muy reticentes) y democráticos (los autoritarios, aunque sean ricos, obligarán a sus ciudadanos a ello salvo que el gobernante sea un conspiranoico).
Cuando surja la vacuna contra el coronavirus, habrá algo de resistencia a ponérsela en los países ricos y democráticos
Veamos en este mapamundi qué países son democracias plenas, democracias imperfectas, regímenes híbridos o regímenes autoritarios teniendo en cuenta el índice de 2019:
Como dato adicional para profundizar sobre el mapa anterior, aquí vemos que sólo el 3% de los musulmanes viven en países más libres que la media mundial:
Simplificando mucho, podríamos deducir que donde más probabilidades hay de que surja población que se niegue a vacunarse es en Norteamérica, Europa, Oceanía, Corea del Sur, Japón y el Cono Sur.
Si, tal y como sugiere Wellcome Trust, el 30% de los habitantes de estos países piensa que las vacunas no son seguras, nos podríamos ver en la tesitura de que casi la tercera parte de dichas poblaciones opondría algo de resistencia a la vacunación.
En la práctica, seguramente ese porcentaje sea menor y esa población antivacunas terminaría consiguiendo inmunidad de rebaño, pero a costa de enfermar y estar en cuarentena por su cabezonería, con el consiguiente freno adicional a la economía.
Soy consciente de que existen las conspiraciones, pero estoy en contra de las teorías de la conspiración porque simplemente se basan en elucubraciones con cierta lógica para viralizar, pero que son indemostrables.
Los conspiranoicos presumen de investigar y de ser librepensadores, critican a los medios prestigiosos y de calidad porque están al servicio de las élites villanas (como si viviéramos en una película de Marvel), así justifican que sólo publiquen vídeos mediocres de YouTube, memes absurdos hechos por cualquier fanático, artículos de medios pésimos y testimonios aislados de supuestos médicos que por serlo parece que representan al 99% de la comunidad científica que casualmente piensa justo al contrario.
¿Las redes sociales amenazan la democracia? Se suponía que Facebook, Google y Twitter salvarían a la política, ya que la buena información eliminaría los prejuicios y la falsedad. Algo ha salido mal.