Venía a decir este jueves Luis de Guindos que es el momento de asumir que no será posible recuperar todas las ayudas que se inyectaron en Bankia. Quizás lo más sorprendente a estas alturas sea que alguien pudiera no tener claro que la inyección de 24.000 millones de euros (incluida BMN) que recibió la entidad en los años del rescate financiero -en los que el ahora vicepresidente del BCE era ministro de Economía- había sido en gran parte a fondo perdido.
Maximizar el valor del banco para minimizar las pérdidas causadas por aquel rescate ha sido el objetivo del equipo gestor de José Ignacio Goirigolzarri durante todos estos años. Y esperar que el BCE diera una tregua con los bajos tipos de interés para que el banco pudiera subir en Bolsa ha sido parte del cometido del Frob en los últimos años. Y lo seguirá siendo, mientras siga presente en el accionariado del banco.
Parece claro que el coste de no rescatar a Bankia hubiera sido superior al de salir en su auxilio. No solo por los depositantes, también por el efecto dominó que hubiera tenido no intervenir el banco sobre todo el sistema financiero y también sobre la deuda pública española con la que se financia el gasto social del Gobierno. Y si no recuerden la prima de riesgo por encima de los 600 puntos y la banca española comprando bonos al Tesoro en los peores momentos de la crisis financiera.
Si en algo falló el rescate fue en dejar la sensación amarga de que al final son accionistas privados quienes se benefician de ayudas públicas. De ahí la importancia que tiene para la opinión pública conocer bien las manos en las que acabará Bankia ahora que va a ser absorbida por CaixaBank.
Si en algo falló el rescate fue en dejar la sensación amarga de que al final son accionistas privados quienes se benefician de ayudas públicas
Isidro Fainé ansiaba esta operación desde los tiempos en los que Rodrigo Rato presidía el banco. Fainé es un financiero al que le gusta el poder, pero es también un hombre hecho a sí mismo con visión filantrópica -algo poco habitual en España-. De ahí que tenga otra obsesión muy clara: la permanencia en el tiempo de lo que conocemos como Obra Social de La Caixa.
Multiplicar los dividendos con los que Criteria, el holding con el que la Fundación Bancaria La Caixa controla CaixaBank, ha centrado sus esfuerzos de los últimos años. Y si Gonzalo Gortázar cumple con su objetivo de conseguir sinergias ya en 2022, la Obra Social debería poder contar con dividendos extra para sus Presupuestos anuales que rondan los 500 millones de euros.
Desde el año 2012, Bankia ha devuelto al Estado a través de dividendos 3.000 millones de euros. No computa como 'dinero devuelto' las compensaciones a los accionistas por la salida a Bolsa -cuya sentencia está a punto de salir- o por las participaciones preferentes. Esas indemnizaciones se han acercado a los 5.000 millones de euros y no deben olvidarse en el balance de daños.
Si el Estado hubiera vendido este jueves su participación en la suma de las dos entidades que firmaron su matrimonio por la noche habría recuperado otros 2.500 millones de euros. Está muy claro que será imposible llegar a esos 24.000 millones que costó sanear el destrozo que la gestión política hizo de las cajas de ahorros y, en concreto, de las que se integraron en Bankia.
Será imposible llegar a esos 24.000 millones que costó sanear el destrozo que la gestión política hizo de las cajas de ahorros de Bankia
El Frob debería vender su participación en el banco en 2021. No solo por una cuestión de generar confianza en los mercados, como han apuntado la ministra de Economía, Nadia Calviño, y la de Hacienda, María Jesús Montero, estos días con motivo de esta integración.
También porque debe cumplir con el MoU (el documento que firmó con Bruselas a cambio del rescate financiero de 2012) para poder seguir accediendo a las ayudas europeas que va a necesitar para paliar la crisis económica y sanitaria de la Covid.
El Estado saldrá del nuevo banco, pero la Fundación Bancaria La Caixa permanecerá. Los dividendos que la nueva entidad genere se destinarán a una Obra Social que se reparte de manera proporcional al negocio del banco en los distintos territorios de España y Portugal en los que opera.
La Fundación centra su Obra Social en cinco pilares: infancia, el programa Incorpora, ayudas para la calidad del envejecimiento, investigación biomédica y la atención integral a pacientes con enfermedades avanzadas.
Los dividendos que la nueva entidad genere se destinarán a una Obra Social que se reparte de manera proporcional al negocio del banco en España y Portugal
Cuentan en el entorno de Fainé que este último pilar de la labor social es el ojo derecho del presidente de la Fundación.
Debido a sus responsabilidades, Isidro Fainé no pudo atender a sus padres en sus últimos momentos como hubiera querido y tras despedirlos, creó este programa para ayudar a los pacientes en unidades de cuidados paliativos y a sus familiares.
En los últimos 10 años de recuperación económica, la Obra Social ha acumulado una inversión de más de 5.000 millones de euros. Solo en el último lustro, en el que la banca ha estado penando en Bolsa por la falta de rentabilidad, CaixaBank ha aportado en dividendos unos 1.500 millones.
Si la operación Fainé-Calviño sale bien, esos dividendos deberían multiplicarse en el medio plazo garantizando la permanencia en el tiempo de este gasto social privado que también redunda en el beneficio del contribuyente sin ocupar los grandes titulares que está dando esta fusión por absorción.