Casi todos los delitos económicos se cometen por dinero. Y los delitos económicos son un porcentaje enorme de los crímenes. Precisamente por eso, la regla básica para investigar cualquier ilícito económico es "seguir el rastro del dinero". Por esa razón, para luchar contra delitos como la corrupción, el delito fiscal o el tráfico de drogas es fundamental luchar contra el "blanqueo de capitales".
Porque, el dinero es "la memoria de la sociedad". Esa memoria nos permite disfrutar de los productos y servicios que otros ciudadanos y empresas ofrecen, precisamente porque previamente se han ofrecido productos y servicios por los que otros quieren y pueden pagar. Los delincuentes económicos quieren disfrutar de los resultados de sus delitos, por lo que luchar contra el blanqueo de capitales impide muchos delitos futuros, porque, sin el incentivo de disfrutar del fruto prohibido, muchos delitos se dejarían de cometer. Por eso, la amnesia en la lucha contra el blanqueo, la amnistía de los capitales ilícitamente obtenidos, es un atajo a ninguna parte.
Blanquear un capital o lavar el dinero se realiza habitualmente en tres fases. En una primera se camufla el dinero procedente de una actividad ilegal. En una segunda se oculta, a buen recaudo, ese dinero. Por último, se reintroduce el dinero en el sistema financiero como si tuviese una procedencia legal, como si procediese de un negocio lícito. Eso, aunque a algunos no les guste, incluye el capital que no ha pagado, de forma delictiva, los correspondientes impuestos.
El dinero es 'la memoria de la sociedad'. Esa memoria nos permite disfrutar de los productos y servicios que otros ciudadanos y empresas ofrecen
No se puede permitir que el sistema financiero se utilice para lavar el dinero de procedencia ilícita. El sistema financiero viene a ser como el sistema circulatorio de nuestro organismo, por él circula la sangre que permite a las células alimentarse y oxigenarse.
Cuando se permite, impunemente, que el dinero de procedencia de ilegal, el dinero del crimen, circule por el sistema financiero, estamos permitiendo que el veneno circule por nuestras venas y arterias, y eso acaba envenenando a la sociedad.
Si los delincuentes económicos pueden aprovecharse impunemente de los frutos del delito, cada vez se cometerán más delitos. Porque, actividades como el tráfico ilegal de drogas y armas son mucho más rentables que actividades legales. Pero si los delincuentes no se pueden aprovechar de los resultados de sus delitos, entonces estas actividades dejarían de interesar porque estos delitos se cometen por dinero, pero para aprovecharse de ese dinero.
Al igual que el sistema circulatorio necesita unos riñones para depurar la sangre, el sistema financiero necesita unos órganos de control para depurar la procedencia del dinero.
El sistema financiero necesita unos órganos de control para depurar la procedencia del dinero
Detrás de los pequeños casos de corrupción o de la venta al por menor de droga están siempre los famosos billetes de 500 euros, es decir el dinero en efectivo en billetes de alta denominación. Esto es así, simplemente, porque el efectivo no es rastreable. Pero este sistema resulta muy complicado o incluso impracticable cuando estamos hablando de grandes sumas de dinero.
Entonces, resulta imprescindible utilizar el sistema financiero para ocultar la procedencia del dinero, ocultarlo y posteriormente reintroducirlo en el circuito legal, es decir para blanquear y lavar el dinero de procedencia ilícita.
No se puede permitir que el rastro del dinero se pierda cuando se introduce en el sistema financiero, porque eso es tanto como permitir la impunidad en muchos grandes delitos económicos.
En muchos casos, algunas entidades financieras utilizan sus filiales en paraísos fiscales para este tipo de operaciones. El principal problema de los paraísos fiscales no es que allí se paguen pocos impuestos, sino que debido a la opacidad de estos territorios, los defraudadores en otros países oculten capitales y rentas que no han pagado sus correspondientes impuestos.
Sin embargo, todavía más grave es que el rastro de los capitales ilegalmente obtenidos se pierda en estos territorios. Pero seamos más precisos, ese rastro se pierde en el sistema financiero, en entidades financieras que tienen filiales en estos "puertos seguros" (tax havens, no heavens) de antiguos piratas y corsarios…
La lucha contra la opacidad de los paraísos fiscales no sólo es la lucha contra el gran fraude fiscal, sino también la lucha contra el blanqueo, contra la impunidad de los peores delitos económicos.
Ahora vuelven a aparecer noticias de cómo, presuntamente, algunos grandes bancos internacionales no fueron suficientemente diligentes en la lucha contra el blanqueo de capitales. Por supuesto, estamos ante una cuestión grave porque estas actuaciones, o esta negligencia, como prefieran, dificultó la lucha contra los delitos económicos más graves. Pero este hecho es, también, un motivo de esperanza ya que pone luz sobre una situación tenebrosa y oscura. No existe mejor desinfectante que la luz del sol.
*** Francisco de la Torre Díaz es economista e inspector de Hacienda.