Año 2035. Ana acaba de jubilarse tras casi 40 años de trabajo. Y en ese momento se da cuenta de que su planificación financiera para la jubilación no ha sido la adecuada. Cuenta con el ingreso extra que le proporciona el alquiler de una segunda propiedad para complementar su pensión pública, pero el dinero no es suficiente. Y esto es porque 15 años atrás, en 2020, no previó que su pensión se vería seriamente reducida debido al déficit presupuestario. Si hubiera hecho estimaciones más realistas, habría tomado otras medidas, como ahorrar a través de un plan de pensiones.
El caso de Ana es, por desgracia, un escenario al que se enfrentarán muchos empleados en un futuro cercano si no empezamos a poner remedio. Actualmente la esperanza de vida en España es de 83 años, y pronto llegaremos los 90. Las cada vez más reducidas finanzas del Estado junto con el creciente envejecimiento de la población plantean el dilema de la capacidad del sistema público de pensiones.
Para remediarlo, el 66% de las empresas en España han implementado sistemas de ahorro –planes de pensiones o un seguro colectivo—, mediante los cuales realizan una aportación a sus empleados para que dispongan un ingreso complementario al sistema público de pensiones cuando se jubilen.
Un sistema de ahorro es un gran vehículo de planificación financiera, pero sólo lo valoran las personas cercanas a la jubilación. Los más jóvenes lo entienden como un gasto fijo que ofrece poca rentabilidad y escasa liquidez. Sin embargo, se trata de una falsa percepción: las aportaciones de diferentes colectivos se invierten mediante vehículos de ‘ciclo de vida’ que se destinan a activos de mayor o menor riesgo según la edad.
Un sistema de ahorro es un gran vehículo de planificación financiera, pero sólo lo valoran las personas cercanas a la jubilación
Entonces, ¿cómo concienciar a la población de la importancia del ahorro y de un sistema de jubilación, no como gasto, sino como el diferimiento de ingresos para la jubilación?
Es urgente que tanto las empresas como la Administración Pública lleven a cabo una amplia y profunda campaña de educación financiera para que los ciudadanos conozcan con detalle su previsión de jubilación y proyección de ingresos. Sólo así podrán fijar objetivos financieros realistas y establecer un plan económico para alcanzarlos.
Este desconocimiento generalizado se está reflejando en estos días con el rescate del plan de pensiones para aquellos trabajadores en situación de ERTE a raíz de la crisis del Covid-19.
Mediante un reciente decreto Ley, el Gobierno ha abierto una ventana de liquidez al ampliar los supuestos aplicables –jubilación, fallecimiento e incapacidad— y así permitirles disponer del ahorro acumulado.
Pero esta medida destinada a paliar los efectos devastadores de la pandemia en nuestra economía en realidad es perjudicial porque representa una triple pérdida para el empleado: además de la evidente merma de su ahorro, le obliga a pagar una carga elevada de impuestos en concepto de rentas del trabajo y le hace renunciar a la reducción fiscal del 30% para rescates en forma de capital.
Es fundamental que los ahorradores interioricen que el mecanismo de previsión social complementaria es la llave para su bienestar futuro. Los empleados deben conocer la existencia y las ventajas de un plan de prestación definida que les indique con certeza la cuantía exacta con la que contarán y que nunca variará; o bien de un plan de aportación definida, para así poder escoger los instrumentos de inversión que mejor se adaptasen a su perfil.
Para ello, las empresas deben establecer mecanismos de información y formación financiera como parte de sus políticas de responsabilidad social corporativa. Es la forma de conseguir que todos pongamos el foco en nuestra jubilación desde la entrada en el mundo laboral.
El hábito del ahorro es una necesidad. Dependerá de nuestro ciclo de vida, pero es importante verlo como un ingreso futuro y no como un sacrificio en el presente. Cuanto más tarde lo entendamos, más probable será que dentro de 15 años nos encontremos en una situación similar a la de Ana. Y las empresas tienen que poner de su parte para que esto no suceda.
*** Marta Pedrero es directora de Planificación Financiera en Mercer.