A menos de un mes, ¿quién ganará las elecciones norteamericanas? Esta pregunta no siempre tiene una respuesta clara, pero en estos momentos parece que las opciones de Biden son muy superiores a las de Trump. La media de encuestas nacionales le da una sólida ventaja de nueve puntos. Además, esta ventaja de Biden sobre Trump se ha mantenido entre 6 y 10 puntos desde hace meses. En consecuencia, y teniendo en cuenta que en muchos Estados ya se está votando por correo, las probabilidades de que Biden gane en voto popular son altísimas.
Ahora bien, Hillary Clinton ya ganó en voto popular las elecciones norteamericanas y las perdió en el Colegio Electoral, que es al final el que elige al presidente. ¿Podría suceder de nuevo? Aquí, la cuestión no es tan cristalina, pero tampoco parece probable.
Trump ganó en 2016 gracias a que consiguió ganar en seis Estados en los que Obama había ganado cuatro años antes: Iowa, Florida, Ohio, Pensilvania, Michigan y Wisconsin. De estos seis Estados, ahora solo parece que Trump ganará, y no por mucho margen en Iowa. En cualquier caso, Iowa sólo aporta seis representantes en el Colegio Electoral sobre quinientos treinta y ocho.
Para ganar Trump debería volver a ganar en Florida y conseguir, al menos dos de los Estados de los Grandes Lagos, Ohio, Pensilvania, Michigan y Wisconsin. A pocas semanas de las elecciones y yendo por detrás en 10-11 puntos en la media de las encuestas, Trump lo tiene muy complicado.
En estos momentos, resulta complicado que Trump revalide su triunfo en Florida de hace cuatro años ya que va por detrás en las encuestas en casi cuatro puntos. No es imposible remontar, pero sí muy complicado. Pero, si Trump no gana, además, en dos de los Estados de los Grandes Lagos, incluyendo, al menos Michigan o Pensilvania entre ellos, Biden ganará las elecciones en el Colegio Electoral. Pues bien la distancia a favor de Biden es ocho puntos en Michigan y seis y medio en Pensilvania…
Aquí podemos ver cómo la pandemia del coronavirus ha cambiado el rumbo previsible de los acontecimientos.
Por una parte, la economía norteamericana estaba, a principios de año en récord de empleo y crecimiento. Además, y esto se cuenta poco, pero es muy relevante, en estos momentos, EEUU está inmerso en menos operaciones bélicas y con menos bajas, desde antes de la Segunda Guerra Mundial. La combinación de ambos factores hacía relativamente fácil la reelección del presidente.
En estos momentos, EEUU está inmerso en menos operaciones bélicas y con menos bajas, desde antes de la Segunda Guerra Mundial
Por otra parte, la política "dura" (al menos en declaraciones) contra Cuba y el chavismo venezolano, le estaban dando réditos a Trump en el decisivo voto latino en Florida. Y la política proteccionista de Trump era popular entre los electores rurales, y también en los Estados industrializados en declive, es decir, Michigan, Pensilvania, Ohio…
Todo este panorama ha cambiado en unos meses. Por una parte, hay durísimas críticas a Trump por su gestión del coronavirus. Por otra parte, las restricciones, primero, y luego los rebrotes han lastrado seriamente a la economía.
Como sucede en casi todo el mundo, no hay más tema que la pandemia, y el tiempo corre contra el aspirante que va por detrás en las encuestas, y que está actualmente en el Gobierno.
Ni siquiera una vacuna puede llegar a tiempo de que se vean sus efectos, ni en términos sanitarios ni tampoco políticos. Pese a las ventajas de tener una base extremadamente fiel de votantes, a la polarización imperante también en EEUU y a haber orientado su política a favorecer sus intereses electorales en los Estados clave, todo esto parece no haber sido suficiente…
Por último, en lo que parece una ironía del destino, que el propio Trump haya caído enfermo puede haber sido el final de la escapada: ha puesto de relieve que no ha seguido las normas de prevención, y los efectos que esto tiene, y por encima de todo, ha neutralizado la campaña de Trump basada en la supuesta "incapacidad senil" del candidato demócrata Joe Biden.
Esto, además, ha impedido hasta ahora celebrar el segundo debate electoral, que siempre es una oportunidad para el candidato que va por detrás en las encuestas, que, en este caso, además tiene más experiencia en la televisión que ningún candidato anterior porque ha protagonizado su show durante años en la televisión.
Pese a que la crisis mundial del coronavirus ha dado lugar muchas respuestas populistas, de momento, no parece que en las elecciones norteamericanas vaya a triunfar el candidato más radical, ni el más populista… El próximo 3 de noviembre veremos.
*** Francisco de la Torre Díaz es economista e inspector de Hacienda.