“El mayor riesgo es no asumir ningún riesgo”. (Mark Zuckerberg).
A la hora de invertir, algunas diferencias generacionales son como era de esperar. Por ejemplo, casi ningún baby boomer (más de 57 años de edad) quiere invertir en su propia educación. Tiene sentido, ya que muchos están jubilados o cerca de ello. Sin embargo, el 10% de los millennials (los de entre 20 y 36 años) apuestan por la educación.
Hay una situación más curiosa: con la deuda contraída por los estudiantes (1,5 billones de dólares en Estados Unidos), pocos millennials (22,4%) prefieren pagar sus deudas en comparación con la generación X (25,3%) o los baby boomers (33,1%).
Del mismo modo, los millennials son más propensos a elegir bienes raíces (15,1%) o criptomonedas (9,2%) como activos de inversión.
Los que más invertimos en bolsa somos los de la generación X (tenemos entre 37 y 56 años). Veamos todo esto en esta infografía de Visual Capitalist:
A medida que las personas envejecen, sus objetivos se alejan de realizar compras caras y de las inversiones arriesgadas para maximizar su rendimiento. Las metas se centran en la jubilación y en la optimización de la riqueza.
Dicho esto, hay algunas anomalías interesantes que podemos observar en este gráfico de Raconteur. Por ejemplo, los millennials (y no los baby boomers) son los que están más preocupados por generar riqueza para transmitirla a sus herederos. También son los millennials los que están más dispuestos a pagar por el asesoramiento financiero con el fin de obtener el mejor resultado posible:
Los millennials en Estados Unidos poseen 9,1 billones de dólares en activos. Como podemos comprobar en este gráfico de The Economist, es sólo el 7% del total, por debajo del 26% que tenían los baby boomers cuando tenían una edad similar.
Pero el ahorro y las herencias aumentarán la participación de los millennials rápidamente. Y los cambios en la tecnología y en las políticas de pensiones les permitirán ejercer más control sobre los activos que sus padres.
¿Qué objetivos perseguirán los millennials? Alrededor del 87% de ellos cree que el éxito empresarial debe medirse por algo más que el desempeño financiero según Deloitte. También parecen actuar siguiendo ese impulso:
Desde que las acciones estadounidenses comenzaron a recuperarse a finales de marzo, ha habido una evidente, y muchos dirían inquietante, desconexión entre el impacto devastador del coronavirus en la economía y el estado de ánimo bursátil.
Muchos apuntan a los millennials y su preferencia por plataformas de inversión como Robinhood, pero como hemos visto antes, ése no debe de ser el motivo.
La verdad no tiene nada de inusual y es por una buena razón: el mercado no es la economía. Su trabajo consiste en tabular la opinión de consenso de los inversores sobre el futuro de las empresas que cotizan en bolsa. No presta atención a las no cotizadas o al Gobierno ni a otras partes importantes de la economía.
A muchas personas no les gusta esta conclusión. Cuando la economía pisa un bache, parecen querer que el mercado también lo haga. ¿Pero por qué? Una razón podría ser que la bolsa es la primera, y quizá la única, fuente de información financiera que se encuentran las personas, por lo que se usa reflexivamente como indicador de la economía. Otra razón podría ser que Trump y otros políticos definen un mercado al alza como evidencia de una economía fuerte (y no tiene por qué serlo).
No te despistes, la bolsa mundial sube el 75% de los años. Además, el 80% de las subidas se produce en el 20% de los días de cada año. Permanece invertido y enriquécete con el tiempo.