Justo en el momento en que el Gobierno de Trump ha anunciado la reanudación de la navegación de los cruceros bajo numerosas restricciones, a través de los Centros de Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) tras la prohibición que este mismo organismo decretó el pasado mes de marzo, en España esta actividad arranca tímidamente a operar.
Concretamente en aguas canarias, cuyas instituciones y tras pedir las navieras autorizaciones desde el mes de agosto, han acordado, en coordinación con los órganos estatales, que TUI Cruises y Hapag Lloyd Cruises empiecen a navegar en un tipo de "crucero burbuja" fundamentalmente destinado al público alemán.
Si hay un segmento dentro del amplio sector del Turismo que ha sido especialmente azotado por la pandemia ha sido, sin duda alguna, el de los cruceros. Pérdidas millonarias en todas las grandes corporaciones y en su industria auxiliar demostrando, una vez más, que han sido los grandes olvidados en numerosos países, donde durante varios meses se ha permitido la entrada por tierra y aire, pero no por mar, cuando este tipo de entradas están, además, sometidas a muchos más controles y más estrictos.
Si hay un segmento dentro del amplio sector del Turismo que ha sido especialmente azotado por la pandemia ha sido, sin duda alguna, el de los cruceros
España, por supuesto, no ha sido ajena a este escenario. Es más. Es donde con mayor dureza se ha visto golpeado un sector que da empleo a más de 30.000 personas y que genera un impacto económico que supera los 1.300 millones de euros, llegando a superar los 4.300 si sumamos los indirectos e inducidos y país por el que, recordemos, pasan más de 10 millones de cruceristas.
Cuando todas las navieras han acordado aplicar las recomendaciones que ha publicado CLIA (Cruise Lines International Association) sin mayor problema sigue costando que en nuestros puertos se autoricen la llegada de las navieras.
Esas recomendaciones son PCRs en embarques y desembarques, atención a bordo, seguros para cubrir estancias, tripulaciones confinadas previamente con las pertinentes pruebas periódicas hasta el embarque de los pasajeros, atención directa en los servicios de comida, traslados en tierra sólo con conductores y modos de transporte de la misma compañía, dejando en tierra -como ya pasó en un crucero de MsC- a quien se salte estas normas.
Las mismas que ya operan desde hace tiempo en Hamburgo, en sus rutas por los países bálticos, o en Italia, o en Grecia, o en zonas interiores de Europa con los cruceros fluviales.
Es bien cierto que el trámite administrativo, en nuestro país, puede llegar a resultar francamente farragoso, con peticiones a la Autoridad Portuaria correspondiente, a Puertos del Estado, a Marina Mercante, a Sanidad Exterior, y todo ello bajo la aprobación de la Comunidad Autónoma pertinente, que en una ruta por el Mediterráneo, son varias las afectadas, unas con mayor voluntad que otras para la reanudación de los cruceros y con recomendaciones y pasos diferentes. Farragoso, ya digo. Y agotador.
CLIA ya ha expresado su malestar en los últimos días, poniendo como ejemplo las Islas Baleares. La patronal de la pequeña y mediana empresa de Mallorca ya ha solicitado que se haga lo posible para seguir el modelo de Canarias, conscientes de que los comerciantes, hoteleros, restauradores y pequeñas y medianas empresas dedicadas al sector están al borde, en no pocos casos, de la ruina económica. Suele pasar lo que ocurre en muchos ámbitos, gobierno por un lado, sociedad civil y tejido industrial, por otro. Y así estamos.
Paseen por Palma o Barcelona, las dos principales ciudades crucerísticas de España y podrán comprobar el panorama desolador. Pero pregunten a los establecimientos de las zonas clave en el tránsito de los pasajeros que desembarcan y llorarán directamente con ellos.
Paseen por Palma o Barcelona, las dos principales ciudades crucerísticas de España y podrán comprobar el panorama desolador
Un pasajero a bordo de un crucero que llega ahora, lo hace con un PCR en origen y destino, sometido a todas las medidas sanitarias impuestas por las navieras y muchos gobiernos. ¿Por qué no hay problema si llegas en avión o en tren -en el caso de la península-, pero sí lo hay si lo haces a bordo de un buque de cruceros?
Es lo que se preguntan las principales asociaciones de navieras y empresarios vinculados al sector. Y los que se preguntan, desmoralizados, los que ya engrosan las filas del paro y los autónomos ahogados por las deudas.
Y España, segundo país en número de cruceristas, no parece muy dispuesta a cuidar a un sector que gana cada año más adeptos y deja cada vez más dinero en todo el territorio nacional. Y sí. Incluido Madrid, donde muy poquitos tienen la visión de percibirlo. Muy poquitos. Desconociendo que desde los puertos como Sevilla, Valencia o Barcelona, llegan a la capital para prolongar allí su estancia en nuestro país o bien es elegida como punto de partida. De nuevo son muy pocas las instituciones que dejan a un lado su cortoplacismo y su escaso conocimiento para apostar por este sector.
Y en este sentido, el Gobierno de las Islas Canarias, sabedores del enorme impacto que tiene la industria de los cruceros en su territorio, ha hecho los deberes, las consejerías implicadas se han puesto las pilas y han exigido a las navieras las pruebas pertinentes a los pasajeros, a no superar el 70% de su capacidad, a suscribir seguros que sufraguen los gastos de un pasajero en caso de ser infectado, equipos médicos a bordo, concertación con centros sanitarios y hoteles en cada una de sus islas en el caso de tener que someterse a cuarentena.
Somos todos conscientes de la dificultad de gestionar y manejar las crisis y más las relativas a una pandemia que afecta a todo el mapa mundial.
Pero junto con el cumplimiento de los protocolos y normas sanitarias, junto a la protección de nuestra población de mayor riesgo, creo que nuestra economía -en cada uno de sus ámbitos- no puede seguir estando asfixiada, porque estamos ya asistiendo a la punta del iceberg del verdadero drama que vamos a vivir en los próximos meses. Y no sé yo si somos del todo conscientes.
*** Eva Miquel Subías es socia-directora aWp Services y consultora de empresas portuarias y logísticas.