El Ibex 35 cierra su mejor mes de la historia. Una subida del 25,1% fruto de las expectativas generadas por la futura llegada de la vacuna contra la Covid-19. Es el mercado, amigos, se mueve por expectativas y las que vienen son absolutamente halagüeñas.
Así lo refleja el 75% que ha crecido en el último mes Meliá Hotels, el 68,9% que ha crecido IAG o el 55% de Repsol. Eso por no hablar de la banca, que ha vivido un rally liderado por BBVA con un repunte del 64,1%. Ahí es nada. La evolución del crudo sigue el mismo camino. Ha sumado un 22,76% este mes fruto de la esperanza de que el consumo de combustible se dispare en los próximos meses por la reactivación económica.
Un entusiasmo que comenzaba el pasado 9 de noviembre con el anuncio de la efectividad de la vacuna de Pfizer, seguía con la de Moderna y terminaba con la de AstraZeneca. Todas ellas comunicaban los datos, aunque todavía no conocemos en detalle los estudios realizados en fase III ya que no han sido publicados lo que obliga a tener cautela.
Las expectativas del mercado se han trasladado también a las previsiones ‘macro’. Algunas casas de análisis ya han empezado a revisar sus estimaciones para el año que viene. Es el caso de Deutsche Bank, donde confían en que la economía española crezca un 6,3% el año que viene, y lo haga con más fuerza que nuestros socios europeos. Una cifra tres décimas superior a la que estima el BBVA Research, desde donde alertan de los riesgos que hay por delante con recaídas puntuales que afectarán a la economía.
Un optimismo que empieza a contagiarse también a otros niveles. Nuestros gobernantes han encontrado en la vacuna el bálsamo de fierabrás que sirve para dar moral a los ciudadanos. Así que bajo el pretexto de que ya está aquí el remedio contra la Covid-19, nos animan a celebrar una ‘nueva normalidad’ en las semanas venideras pero siempre con responsabilidad.
Un sí pero no. Un celebren sus Navidades pero no lo hagan como siempre. Sean responsables, pero no dejen de salir a las calles a hacer sus compras navideñas o a ver las luces instaladas en las calles. Ahí están las aglomeraciones del pasado fin de semana en Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla. ¡Que le pregunten al alcalde de Madrid, Martínez Almeida, que no sabía cómo pedir a la gente que acudieran a comprar al centro pero sin decir que lo hicieran!
Pobres ciudadanos de a pie que con más o menos responsabilidad salen en busca de un halo de esperanza que les permita olvidar este horrible 2020 a cuyo final nos acercamos. Gente que quiere celebrar en lo posible las fiestas con su familia e intentar que los regalos no falten bajo el árbol.
Muestra de ello es que la ciudadanía empieza a moverse y a consumir. Los datos de gasto con tarjeta de CaixaBank reflejan cómo la semana del 16 al 21 de diciembre la caída del consumo se ha ido suavizando y alcanza el menor descenso desde que entraron en vigor los confinamientos perimetrales.
La actividad de las tarjetas españolas registró una caída del -12% interanual frente al -14% de la anterior; el gasto en e-commerce empieza a repuntar y ya ‘sólo’ cae un -1% en términos interanuales. Todo ello sin tener en cuenta el Black Friday y el Cyber Monday celebrados la pasada semana.
Estamos, una vez más, ante la combinación perfecta. La euforia en los mercados provocada por la vacuna se empieza a trasladar a la política y la población. Entramos en una etapa similar a la del verano cuando parecía que todo había terminado y ya no teníamos nada que temer respecto al virus.
La diferencia con aquel entonces está en las tasas de contagios que teníamos entonces. Por poner un ejemplo, el 30 de junio la incidencia acumulada a 14 días en España era de 8,5 casos por cada 100.000 habitantes; ahora mismo es de 275,5.
La euforia en los mercados provocada por la vacuna se traslada a la política y la población.
Es decir, que las posibilidades de que se repita una nueva ola son muy elevadas, máxime cuando en las Navidades se concentran en quince días frente a los dos meses que tuvimos en verano.
Una combinación muy peligrosa fruto de las expectativas generadas por la Covid, que olvidan que lo realmente importante para el control de la pandemia será la existencia de un medicamento que se complemente con la vacuna. No olvidemos que la vacuna no deja de ser un tratamiento preventivo que no cura la enfermedad. Y, por desgracia, la Covid-19 ha venido para quedarse.